La fiesta de Día de Muertos es una tradición prehispánica llena de simbolismos, leyendas y relatos que forman un mosaico único en el mundo, que nos representa a nivel mundial por su dualidad de alegría y tristeza, somos un pueblo que celebra la muerte con vida, con cantos, con comida, con dulces y papel picado, se mezclan las culturas y se hermanan las creencias.
La ofrenda con veladoras, comida y adornos esta lista desde el 28 de octubre para los fallecidos de manera trágica, por violencia o accidentes, el 30 y 31 son días dedicados a los niños que murieron sin haber sido bautizados (limbitos) y a los más pequeños; el día 1 es Día de Todos los Santos, celebrando a todos aquellos que llevaron una vida ejemplar así como los niños.
El día 2, en cambio, es el llamado Día de los Muertos, la máxima festividad de su tipo en nuestro país, celebración que comienza desde la madrugada con el tañido de las campanas de las iglesias y la práctica de ciertos ritos, como adornar las tumbas y hacer altares sobre las lápidas, los que tienen un gran significado para las familias porque se piensa que ayudan a conducir a las ánimas y a transitar por un buen camino tras la muerte.
Los orígenes de la tradición del Día de Muertos son anteriores a la llegada de los españoles, quienes tenían una concepción unitaria del alma, concepción que les impidió entender el que los indígenas atribuyeran a cada individuo varias entidades anímicas y que cada una de ellas tuviera al morir un destino diferente.
En México, las culturas indígenas concebían a la muerte como una unidad dialéctica: el binomio vida-muerte, lo que hacía que la muerte conviviera en todas las manifestaciones de su cultura. Que su símbolo o glifo apareciera por doquier, que se le invocara en todo momento y que se representara en una sola figura, es lo que ha hecho que su celebración siga viva en el tiempo.
Este año la celebración será diferente, en muchos casos de manera virtual y en otros en la intimidad de los hogares que se han vestido de luto por la pandemia; los cementerios siguen sin darse abasto, habrá muchas tumbas sin adornos y muchos muertos sin tumbas, muchos no podrán ir a ver a sus muertos y muchas ánimas tal vez no encuentren a sus familias, sin embargo hagamos una fiesta de vida y no de tristeza antes de tiempo, honremos a todos los mexicanos que han partido este año sin olvidarlos a ninguno.
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El Día de Muertos se celebra en todo México, teniendo algunas variantes dependiendo la región o el estado.
En la Ciudad de México, en la Alcaldía de Tláhuac, se encuentra un pequeño poblado de nombre Mixquic, que significa “donde hay mezquite”, uno de los lugares más visitados durante estos días ya que su celebración se apega a las tradiciones mexicanas y se lleva a cabo conjuntamente con la feria del pueblo. El día 2 de noviembre se realiza “La Alumbrada”, donde miles de velas iluminan las tumbas decoradas con flores.
Oaxaca, uno de los estados más ricos culturalmente hablando, la celebración de Día de Muertos es una de las más significativas. Los altares se adornan con un mantel blanco o papel picado y se divide en escalones, teniendo cada uno un significado especial: el primero representa a los abuelos y/o adultos, mientras que el segundo o sucesivos son para todos los demás. Durante esta festividad puede asistirse a infinidad de exhibiciones en Oaxaca.
Otros estados y lugares destacados en México durante esta festividad son: Janitzio y Pátzcuaro en Michoacán, Xochimilco en la Ciudad de México y Cuetzalán en Puebla, por citar algunos.
Cabe mencionar que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), declaró en 2008 esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por su importancia y significado en tanto se trata de una expresión tradicional -contemporánea y viviente a un mismo tiempo-, integradora, representativa y comunitaria.
Para la UNESCO, el encuentro anual entre los pueblos indígenas y sus ancestros cumple una función social considerable al afirmar el papel del individuo dentro de la sociedad. También contribuye a reforzar el estatuto cultural y social de las comunidades indígenas de México.
El Día de Muertos se considera una celebración a la memoria y un ritual que privilegia el recuerdo sobre el olvido.
En México la celebración del Día de Muertos varía de estado en estado, de municipio en municipio y de pueblo en pueblo, sin embargo en todo el país tiene un mismo principio, reunir a las familias para dar la bienvenida a sus seres queridos que vuelven del más allá.
La Leyenda de la Flor de Cempasúchil
Cempasúchil significa la flor de los veinte pétalos, por sus raíces en náhuatl, cempoal: veinte pétalos y xochitl: flor o pétalos. Los mexicas la utilizaban con fines medicinales, de acuerdo a la creencia o cosmovisión prehispánica su color amarillo evocaba al sol, por lo que guiaba a las almas de los difuntos del cementerio a la casa familiar, por medio de caminos de pétalos y arcos con flores.
Cuenta la leyenda que Xochitl y Huitzilin eran una pareja de enamorados quienes todos los días subían a la montaña dedicada a Tonatiuh a dejar un ramo de flores símbolo de su amor, donde juraron amarse bajo cualquier circunstancia aun después de la muerte.
Poco tiempo después Huitzilin tuvo que partir a la guerra y después Xochitl recibió la noticia de que su amado había muerto, con un profundo dolor y desesperada subió a la montaña y le rogo al dios Tonatiuh que la reuniera con su pareja.
El dios Tonatiuh decidió concederle su deseo y dejo que los rayos cayeran sobre su piel, hasta que la transformo en una flor amarilla de un color intenso, unos instantes después se acercó un colibrí, Huitzilin reencarnado, quien al hacer contacto con la flor al beso del amor abrió sus veinte pétalos, liberando un intenso aroma.
Desde entonces el dios Tonatiuh ordeno que el amor de la joven pareja azteca, permanecerá para siempre mientras existieran colibríes y flores de cempasúchil en los campos mexicanos.
El Origen del Pan de Muerto
Cuenta la crónica de Bernal Díaz del Castillo, que el origen del pan de muerto se remonta antes de la llegada de los españoles, durante un ritual una doncella de preferencia una princesa hija de algún alto gobernante, era ofrecida a los dioses, su corazón aun latiendo se introducía en una olla con amaranto y después el sacerdote que encabezaba el rito mordía el corazón en señal de agradecimiento a los dioses.
Los españoles rechazaron ese tipo de sacrificios y elaboraban un pan de trigo, en forma de corazón bañado en azúcar pintada de rojo simulando la sangre de la doncella.
Se dice también que el nacimiento de ese pan se basa en un ritual que hacían los primeros pobladores de Mesoamérica, a los muertos los enterraban con sus pertenencias, elaboraban un pan de semillas de amaranto molidas y tostadas, mezclado con la sangre de los sacrificios que se hacían en honor de Izcoxauhqui, Cuetzaltzin o Huehueteotl.
Se cree que de ahí surgió el pan de muerto, el cual se fue modificando de diversas maneras hasta llegar a nuestros días, el pan de muerto tiene un significado, el circulo que se encuentra en la parte superior del mismo es el cráneo, las canillas son los huesos y el sabor a azahar es por el recuerdo de los ya fallecidos.
Estos panes tienen diferentes formas, la figura humana, aves, peces, conejos, perros, alacranes entre otros, son característicos de Tepoztlán, Mixquic e iguala de Teloloapan.
La celebración de los muertos se convierte así en un banquete mortuorio dominado por alimentos y flores de color amarillo (el color de la muerte para las culturas prehispánicas) como el cempasúchil, los clemoles, las naranjas, las guayabas, los plátanos, la calabaza y el pan de muerto.
Una tradición que trasciende fronteras
Y si no estás en México para celebrar estas fechas, tienes la oportunidad de asistir a un evento para disfrutar, La Cena Negra. Durante nueve años, el Hotel Matilda, en San Miguel de Allende, ha celebrado el Día de Muertos albergando la Cena Negra, un espectáculo culinario creativo que este año festejará su décima edición en Nueva York, un evento que lleva esta tradición al otro lado del mundo, a través de los sabores y colores de México.
Sin duda alguna una gran variedad de lugares, tradiciones y festividades no hace fácil decidir donde celebrar el Día de Muertos, pero seguramente sin importar el lugar que elijas, será una experiencia inigualable, llena de color, alegría y magia, los elemenots que caracterizan las fiestas mexicanas.
Día de Muertos Casa de México – Altar de Muertos 2021 en Madrid
Todos los años la Casa de México en España celebra a lo grande el Día de Muertos. Disfruta de la espectacular intervención de la fachada con alegres calaveritas hechas de carrizo y bambú por los artesanos de Tepoztlán, Morelos; cada una con una personalidad propia, siguiendo la tradición de José Guadalupe Posada. Y, por supuesto, de su célebre Mega Altar de Muertos, que, ubicado en la escaleras del vestíbulo, se forma de guirnaldas de flores y papel picado. Además muchas más actividades para conocer esta bella tradición.
La celebración del Día de Muertos fue declarada en 2003 Patrimonio Mundial Inmaterial por la UNESCO, considerada como “una de las más relevantes del patrimonio vivo de México y del mundo y una de las expresiones culturales más antiguas y fuertes de los grupos indígenas del país”.
Fuente y más info:
Fecha de inicio: 31-10-2021
Fecha fín: 02-11-2021
Lugar: méxico