Un castillo de Salamanca pugna por convertirse en un referente medioambiental
¿Qué se puede hacer en el siglo XXI con un castillo del siglo XIV? Eso se preguntaban los vecinos de Miranda del Castañar (Salamanca) y los miembros de la asociación Patrihum Casmi cada vez que contemplaban la inmensa mole de la fortaleza que corona su pueblo. Lo que tenían claro era que tenían que evitar a toda costa que continuase su deterioro. Pese a su esplendoroso pasado, desde los años 60 del siglo XX, los habitantes de la Villa fueron emigrando a las grandes urbes. De esa manera, el lugar, ya en decadencia, perdió población e importancia hasta sumergirse en las profundidades de la España vaciada.
Fue entonces cuando decidieron asociarse dando lugar a Patrihum Casmi, una entidad sin ánimo de lucro para la conservación, mantenimiento y restauración del Castillo de Miranda del Castañar. Colabora en proyectos relacionados con el patrimonio histórico y medioambiental de la villa de Miranda y resto de su antiguo condado de la sierra salmantina.
Posteriormente acudieron a la asociación Hispania Nostra para lanzar dos campañas de micromecenazgo que culminaron con un gran éxito: Sol 21 y Sol 22. Ahora acaban de poner en marcha Sol 23, que pretende conseguir 10.000€ a base de pequeñas donaciones en apenas 22 días. Ese sería su objetivo mínimo, aunque no renuncian a alcanzar su objetivo óptimo, establecido en casi 80.000€
“Se trata de crear un lugar donde se concentre el conocimiento y la sanación del territorio”, explican los responsables de la campaña. El castillo de Miranda “busca recuperar los propósitos y beneficios que tuvo en su origen, es decir la repoblación, el mantenimiento de los caminos históricos y la biodiversidad, de forma que pase a ser motor de la actividad económica de la zona, conforme a las recomendaciones de la Comisión Europea, la Agenda Europea para la Cultura y su enfoque integrador del Patrimonio Cultural Europeo”, agregan.
La campaña Sol 23, además, se ha impuesto otra serie de propósitos relacionados también con la apuesta por un medio ambiente sano y “una decidida lucha a favor del equilibrio ecológico y contra el cambio climático”, señalan desde Patrihum Casmi. Entre ellos destaca la creación en el interior del castillo de un aula de ecología, en la que se enseñe a luchar contra los incendios con métodos ecológicos tradicionales. En la asociación se han propuesto un ambicioso objetivo: “Contribuir a que Miranda tenga un brillante futuro y no solamente un esplendoroso pasado. Para ello, vamos a trabajar en la recuperación y sostenibilidad de nuestro patrimonio”.
Miranda del Castañar está asentada sobre un saliente rocoso al que circundan los ríos Francia y San Benito, en la vertiente meridional de la provincia salmantina. Dista 78 km de la ciudad de Salamanca y se eleva unos 650 metros sobre el nivel del mar.
Este territorio actualmente ha quedado integrado en la Reserva de Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia, definido según la UNESCO como el espacio en el que se pueda armonizar la conservación del medio ambiente con el bienestar de las personas. Dentro de ella se encuentra el Parque Natural de las Batuecas. Además, la villa está catalogado como uno de los pueblos más bonitos de España, condición compartida con las maravillas localidades que la rodean, con las que forma un fantástico conjunto.
Cuenta además con otros importantes recursos, como la miel (en su término municipal se halla una de las mayores fábricas de colmenas de Europa), la fruta, sus magníficos vinos, etcétera.
Todo ello le da una capacidad de recuperación que, con esfuerzo y tesón, puede devolver a la villa gran parte de la importancia que tuvo en otros tiempos.
En el centro del pueblo está situado su castillo, que constituye el corazón del condado. Su privilegiada posición y la gran altura de su torre de homenaje permiten la observación de gran parte del territorio de la Reserva, facilitando la sanación de su biodiversidad, que es uno de los objetivos prioritarios de la restauración del castillo para el que se constituyó la asociación sin ánimo de lucro Patrihum Casmi. La fortaleza fue construida hacia los siglos XIV y XV sobre un torreón medieval.
Levantada por don Diego de Zúñiga, alcanzó su esplendor hacia 1547. En el siglo XVII, el edificio sufrió un pavoroso incendio. En 1931 fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC).