Versión clásica

Cuando León rugió sobre los franceses, 24 de abril de 1808

El 24 de abril de 1808 los leoneses se levantan contra los franceses. Siendo éste el primer levantamiento contra Napoleón ocurrido en España, una semana antes de la proclama de Móstoles y del alzamiento del pueblo de Madrid contra la ocupación francesa. La noticia del levantamiento llegó a ser publicada en La Gaceta de Madrid. Murat, cuñado de Napoleón, hace quemar toda la tirada y obliga a imprimir otro número sin el parte de León. El texto se conserva, sin embargo, en el acta municipal del día 24 de abril de 1808.

 PUENTE DE LOS LEONES LEON DE VICTOR DE LOS RIOS_800x533“A las 10 de la mañana de ese día (24 de abril), ora en que recibe la ciudad el correo xeneral, empezó a trascender la noticia de que en esa vuestra Villa y Corte intentaron algunos malvados el día 20 del presente mes publicar edictos revolucionarios contra el sagrado gobierno que autoriza a Vuestra Digna Persona … Los repetidos conductos por donde se comunicó dicha noticia a diferentes sujetos en esta Ciudad, ocasionaron a un tiempo mismo, no sólo el que no se dudase de su aserto, sino el que se llegase a vulgarizar entre todos los ciudadanos … En tal supuesto, agitados, señor, todos los ánimos de estos fieles ciudadanos que no ceden en su amor y lealtad acendrada hacia vuestra Real Persona, … juntándose en numerosos corrillos a cotejar sus pálidos semblantes, a la primera insinuación de un compatriota fiel repitieron millones de ecos: ¡Viva Nuestro amado Rey Fernando VII, mueran los conspiradores! … de tal manera, Señor, se desplegaron las Quadrillas de vecinos de todas clases por las calles y por las plazas repitiendo entre incesantes alaridos y demostraciones emprendedoras ¡Viva el Rey, mueran los malvados!…”.

De lo manifestado en el acta, se desprende que los orígenes de la revuelta popular en la ciudad leonesa se encuentran en la noticia recibida aquella misma mañana, en la que se cuenta que el día 20 dos agentes franceses intentaron imprimir una proclama en Madrid a favor del abdicado Carlos IV (18 de marzo de 1.808) y en contra de su hijo y nuevo rey Fernando VII, originando una revuelta en la capital del Reino.

De lo manifestado en el acta, se desprende que los orígenes de la revuelta popular en la ciudad leonesa se encuentran en la noticia recibida aquella misma mañana, en la que se cuenta que el día 20 dos agentes franceses intentaron imprimir una proclama en Madrid a favor del abdicado Carlos IV (18 de marzo de 1.808) y en contra de su hijo y nuevo rey Fernando VII, originando

 

Pendón del Reino de León“Leoneses, la patria está en peligro. Fuera los traidores”

En la soleada mañana de un 24 de abril de 1808, León iba a escribir, tras este grito, una página más de su historia gloriosa y dilatada. Un suceso verdaderamente memorable, que, “a pesar de su resonancia y grandeza, como escribiera Miguel Bravo Guarida, ya en 1903, casi se ha perdido en la memoria de las gentes e incluso ha sido negado por algunos autores de nuestros días”.

Recordemos, sin embargo, el comienzo del famoso manifiesto del coronel D. Luis de Sosa: “¿Cuál de todas las provincias de España podrá disputar a la de León la gloria de haber sido la primera en alzar el grito del patriotismo y de la libertad?”

La primera ocupación francesa

La primera ocupación francesa de León, fue consecuencia de la derrota de los generales Cuesta y Blake por el mariscal Bessiéres en Medina de Rioseco el 4 de julio de 1808. Blake retrocedió hasta Benavente a juntarse con contingente destacado allí para seguir a Galicia por le Manzanal y Foncebadón. La ciudad quedó desamparada y a merced del invasor

Las dos autoridades que permanecieron, el Justicia o Alcalde Mayor, José Guadalu, y el Obispo, D. Pedro Luis Blanco, interpretando el sentir de los vecinos, convinieron en no ofrecer resistencia, recibiendo a los franceses en términos amistosos, como había hecho Palencia el 7 de junio, bajo la dirección de su obispo.

En el Libro de Acuerdos del Archivo Municipal de León, aparece un auto del citado alcalde mayor por el que nombra, el 25 de julio, interinamente, nuevos regidores que juran inmediatamente el cargo; medida adoptada previo acuerdo con el obispo y «otras personas que por la urgencia de las circunstancias se habían reunido espontáneamente».

Al día siguiente de Santiago entran en León las tropas francesas donde estarán seis días, pues  la capitulación de Dupont en Bailén el 19 de julio obligará al rey José, y a sus partidarios, a abandonar Madrid y retirarse a Vitoria, cubriendo Bessiéres la retirada.

Las actas de las sesiones municipales, que son diarias, pues la corporación ha acordado reunirse puntualmente dos veces al día, nos informan detalladamente de los acontecimientos: dar una comida a la plana mayor de las fuerzas de ocupación, para la que Dña. Isidora Quiñones ofreció doce cubiertos de plata y seis cuchillos, ofrecimiento que se negó a cumplir, obligando al Ayuntamiento a amenazarla con multa de 50 ducados y arresto domiciliario, bajo la vigilancia de dos alguaciles que devengarían, por cuenta de ella, ocho reales; suministro de alimentos, camas y otros efectos, entre los que figuran existencias de algodón en el hospicio…

 El 5 de agosto entra en León la 4ª división del ejército de Galicia al mando del marqués de Portago que hace quitar la bandera que aún ondea en una de las torres de la catedral, confirma al Ayuntamiento en sus puestos, ordena que se preste juramento  a Femando VII y dapor nulos todos los actos de acatamiento a favor del «Intruso Joseph Napoleon».

CORRAL DE SAN GUISAN_800x533

EL CORRAL DE SAN GUISÁN,TUMBA DE LOS SOLDADOS LEONESES DESCONOCIDOS

“Leoneses, la patria está en peligro: Fuera los traidores”

Hoy, como ayer, las palabras del Coronel Luis de Sosa, pronunciadas en una soleada mañana, del día 24 de abril de 1808, nos sirven de acicate para no dejar en el olvido la historia de este Reino que en este año 2010 cumple 1.100 años de existencia y de todos aquellos leoneses que lucharon y dieron su vida por engrandecerlo y liberarlo de la opresión. Henos aquí, convocados por el deseo y el deber de honrar a nuestros conciudadanos, que entregaron su vida luchando heroicamente contra el invasor francés en la luctuosa jornada del 7 de junio de 1810, hace 200 años, en el emplazamiento de este pequeño Corral que hoy nos alberga y a los que como único homenaje, se les ofreció una humilde lápida conmemorativa en el muro de la antigua casona de los Ruy Gómez, hoy ya derribada. Sirvan estas breves palabras para enaltecer su acción y para demandar de las autoridades competentes un monumento de más relieve y más acorde con la gesta que realizaron.

Para valorar los acontecimientos hay que conocer la coyuntura en la que se produjeron: En el año 1810 la ciudad de León contaba aproximadamente con unos 8.000 habitantes y se encontraba sujeta al dominio del ejército francés de ocupación, del que había de soportar, además de sus desmanes, unos exhaustivos impuestos. El 6 de abril del año en curso, el general Andoquée Junot, Duque de Abrantes, que comandaba el 8º Cuerpo del ejército francés, con sede en Valladolid, impuso a la provincia de León la contribución de dos millones y medio de reales y el día 10 del mismo mes ordenó variar la disposición administrativa de la provincia: Astorga se convertía en capital al encontrarse allí la Capitanía General y la Prefectura, pasando la ciudad de León a simple Subprefectura.

Con el fin de instalar a las tropas imperiales se había procedido a la confiscación de diversos edificios para su utilización como cuarteles. Los ejemplos más sangrantes de esta ocupación por parte de la soldadesca fueron el Hospital de San Antonio Abad, el Convento de los Descalzos y, sobre todo, la Colegiata de San Isidoro.

AYUNTAMIENTO VIEJO DE LEÓN_800x533Según nos indica Honorato García Luengo, Cronista Oficial de la ciudad, en su monografía histórica sobre «León y su provincia en la Guerra de la Independencia Española», en el Libro de Actas del Ayuntamiento de León, del mes de mayo del fatídico año, se exponen las quejas de los leoneses por la situación de miseria en que se debatía la población, por tanta exacción fiscal, máxime si consideramos que muchos habitantes habían huido de la ciudad y que, por tanto, los que habían permanecido en ella además de con los impuestos tenían que contribuir al mantenimiento de las tropas napoleónicas alojando hasta diez soldados por familia. Es otro Cronista Oficial de la ciudad, Máximo Cayón Waldaliso, quien en su obra «Tradiciones Leonesas», nos describe pormenorizadamente la composición de la guarnición francesa: «estaba formada por un millar de hombres del batallón 24 del Regimiento del Imperio y del Regimiento de Infantería número 76, con el refuerzo de un escuadrón de Caballería del 8º de Dragones, tropas veteranas bajo el mando del Comandante General Bonnet, del General Gobernador Militar de la Provincia, Labordière, del jefe de tropas General Vinín y del General Clausel.» Aprovechando una transitoria debilidad de las tropas francesas, el 8º Cuerpo del Ejército de Junot se dirigía hacia Portugal, el Capitán General de Galicia, Nicolás Mahy, ordenó efectuar sendas incursiones en Astorga y León, los días 6 y 7 de junio, respectivamente. En León, el ataque lo dirigió el Coronel Félix Carrera con su regimiento del Rivero y el del 2º de Tiradores de Castilla al mando de Francisco Hevia.

El 7 de junio de 1810, en torno a las cuatro de la madrugada, las fuerzas de Carrera y Hevia intentaron penetrar en la ciudad sigilosamente, ayudados por varios vecinos, a través de diversas puertas de la zona Oeste, próximas al Hospital de San Antonio Abad, entre ellas, la llamada Puerta del Malvar (Arco de Ánimas), para una vez en su interior, permitir el acceso al grueso del destacamento.

Mariano Domínguez Berrueta, Cronista Oficial de la Provincia de León, en su «Guía del Caminante», nos describe la situación: «Entraron en la ciudad, se reunieron a ellos los paisanos más animosos y un aire patriótico oreó las oscuras calles despertando la ciudad a la aurora de una esperanza. Pero, les engañaba el corazón.»

El pueblo de León se sobresaltó al oír las descargas de fusilería, porque los franceses, que estaban sobre aviso, se aprestaron a repeler la agresión. Las tropas que guarnecían la ciudad, pertenecientes a la división del General Clausel, ascendían a más de mil soldados, frente a los doscientos patriotas a los que se sumaron ciudadanos de toda clase y condición, hartos de la situación de opresión y abusos en que se debatía la capital del Viejo Reino y que provistos de las más variadas armas y utensilios intentaron expulsar primero y detener después a los Dragones franceses. Hubo combates en el Hospital de San Antonio y en San Martín, cruentos enfrentamientos en la Plaza Mayor, escaramuzas en Palat del Rey, calles de Platerías y Serranos, hasta llegar por distintos caminos al Corral de San Guisán, a fin de hacer de su recinto el último baluarte de su numantina resistencia, como postrer sacrificio de su aventura patriótica, en la que no se mencionó, en ningún momento, la palabra rendición. Cercados ya los insurgentes en el Corral por las tropas francesas, la Infantería recibió orden de acordonar todo el barrio de Santa Marina, para que nadie pudiera escapar. Una vez finalizada la maniobra, la Caballería se lanzó al asalto para pasar a cuchillo a los defensores del Corral. Combate terrible el que se libró con sables, con navajas, con fusiles disparados a quemarropa, en encarnizada lucha cuerpo a cuerpo. Las sucesivas cargas de los dragones, vencedores en los campos de batalla de toda Europa, fueron debilitando la resistencia de los sublevados. Dos horas de agonía duró el cruento sacrificio de los patriotas. La escena que se ofreció a los ojos de los invasores, con los cadáveres de los contendientes y los caballos agonizantes, sumergidos en un mar de sangre, parecía extraída de un infierno dantesco.

Relata Cayón Waldaliso que «los vecinos de Santa Marina, aterrorizados, no se atrevieron a enterrar a los muertos españoles, horriblemente destrozados a sablazos o pisoteados por los caballos. Fueron setenta valientes los que sucumbieron en aquella brava pelea sin escapatoria posible. Setenta contra setecientos.

Acabada tamaña carnicería, las tropas napoleónicas llenaron un pozo del lugar con los cadáveres de uno y otro bando. Y como todavía era poco, tuvieron que abrir una zanja, a todo lo largo de la plazoleta, convirtiendo así el típico rincón en un gran cementerio. Allí quedaron todos hundidos entre el barro y la sangre. Y cuando llegó la noche de aquel día, 7 de junio de 1810, solamente una paz: la paz de los muertos. Porque la guerra entre los vivos seguía. Desde entonces el Corral de San Guisán es un cementerio de patriotas; la verdadera tumba de los soldados leoneses desconocidos.»

A mediados del pasado siglo, por causa de diversas obras de alcantarillado, se procedió a la remoción del subsuelo del Corral y los operarios se encontraron con un macabro hallazgo: todo el terreno era un gran osario en donde aparecerían sin orden ni concierto numerosas osamentas humanas. El párroco de Santa Marina, D. Pedro Ordás, rezó un responso y se cubrieron respetuosamente los restos, del ya convertido en camposanto por toda la eternidad. Aquí y ahora, emplazamos a los presentes para efectuar una invocación a los ausentes, a aquellos cuyos cuerpos estamos hollando con nuestros pies. Sus espíritus nos acompañan. ¿No oís el fragor de la batalla?, ¿no escucháis los gritos de los heridos?, ¿el entrechocar de los sables y las navajas?, ¿las detonaciones de las armas de fuego?…y después…el silencio… la oscuridad… la muerte…ninguno sobrevivió…

Como homenaje a ellos que dieron su vida por la independencia y por la libertad, recordemos que la libertad no se concede, se conquista, y que nuestro futuro dependerá de lo que construyamos en nuestro presente y según nuestros aciertos o errores, así seremos juzgados ante el tribunal de la Historia.

Voy a concluir esta “laudatio” declamando unas décimas del poeta decimonónico, Bernardo López García, claro exponente del patriotismo romántico

Fuente y mas info: http://www.fonsado.com, http://comunidadleonesaes.blogspot.com.es, http://faceira.org, 5retirada por Waldo Merino y Wikipedia. Fotografías: martinezld.

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