Es el hombre que parece que nunca duerme, sus horarios de respuesta de correo electrónicos lo demuestran, pero cuando intentas abrir una nueva estación en un país todavía socialista donde el servicio aéreo estadounidense programado no ha existido en más de cinco décadas, el sueño no es un lujo que uno pueda permitirse.
Conozca a Pepe Zapata, el gerente general del Delta encargado de dirigir a un equipo en la tarea de gran visibilidad y, en la mayoría de los casos, desalentadora de asegurar que el reinicio de las operaciones de la aerolínea hacia Cuba se lleve a cabo sin inconvenientes.
Desde que Delta anunció que volvería a volar a La Habana después de la normalización de las relaciones con la nación isleña en 2014, Zapata y su equipo han estado asegurándose de que todo vaya bien cuando los tres jets decorados con el logo de Delta toquen tierra en el Aeropuerto Internacional José Martí el 1 de diciembre.
En un reciente viaje a La Habana, los múltiples teléfonos celulares de Zapata nunca estuvieron demasiado lejos para no perder la oportunidad de disparar una gran cantidad de correos electrónicos, a pesar de estar sentado en la parte trasera de una caliente automóvil Lada ruso de la década de 1970, sin aire acondicionado y con un taxista bastante enojado que vociferaba acerca de los atascamientos y la posición de un autobús que iba por delante en el centro de la ciudad.
Zapata ha estado haciendo el viaje a Cuba casi todas las semanas durante el último año, primero volando desde su casa en Dallas hacia la ciudad de México para conectar desde allí a la capital de la isla, y más recientemente en los vuelos chárter regulares desde Miami. Recientemente, trabajó para abrir la primera oficina de venta de boletos de la aerolínea en el centro de La Habana, la primera aerolínea estadounidense en hacerlo. Casi todo el equipo, incluyendo ordenadores portátiles cargados con software para reservaciones, impresoras de boletos e incluso globos de la marca Delta tenían que ser volados en el equipaje facturado y de mano de Zapata, ya que poco se puede obtener localmente y el envío a la isla sigue siendo un desafío.
«Cuba ha sido un desafío único», dijo Zapata. «Hay una cultura diferente y una manera de hacer negocios que hemos tenido que navegar cuidadosamente. Pero a través de todo esto, el pueblo cubano nos ha acogido y ha apreciado el servicio que estamos trayendo a la isla después de tantos años de no poder servir a Cuba».
Zapata no ha ido solo a Cuba. Con él, un equipo de expertos de Delta en la región se ha esforzado por hacer que el reinicio de las operaciones de la aerolínea sea lo más sencillo posible. Ingrid Hogan, abogada de Delta, se ha hecho un nombre entre los funcionarios cubanos en el área diplomática y gubernamental y ha sido una figura instrumental en la incursión de la aerolínea en Cuba.
«Esta ha sido una gran experiencia de aprendizaje y un gran ejemplo de lo que se puede lograr cuando equipos de toda la aerolínea se unen», dijo Hogan. «Más de 200 personas en Delta trabajaron para que nuestro reinicio en Cuba sea una realidad y estoy emocionada de ser parte de ello».
Además de abrir la primera oficina de boletos, Zapata, Hogan y otros fueron claves para conseguir que Delta ocupara un lugar en la Terminal 3 que es más moderna, más grande y más amigable para el cliente y es donde operan los socios Air France, KLM y Virgin Atlantic de Delta. La terminal mucho más grande cuenta con elementos familiares como puentes para el embarque y desembarque de los aviones en lugar de escaleras, así como una experiencia mejorada de check-in, aduanas con carriles designados y carruseles de equipaje en el nivel inferior de llegadas.
Abrir una nueva estación y operar tres vuelos inaugurales en un día es probablemente una tarea importante para una aerolínea, si se añade la complejidad de la coordinación dentro de estrictas regulaciones gubernamentales y la navegación en un país que no ha visto ninguna intervención de los EE. UU. desde la década de 1960, esto hace que se convierta en un entorno desafiante.
Zapata y Hogan recuerdan reuniones de varias horas con funcionarios del gobierno para negociar y obtener el permiso de operación para hacer negocios y volar a Cuba.
«Estamos muy agradecidos por el apoyo de las autoridades cubanas a lo largo de este proceso», dijo Hogan. «En cada paso del camino, estaban dispuestos a trabajar con nosotros en la medida en que pudieron y han sido grandes socios».
Mientras que Hogan y Zapata esperan que sus vidas vuelvan a algún nivel de normalidad después del 1 de diciembre, todavía hay mucho trabajo por hacer en La Habana. El principal entre ellos es trabajar con las agencias de viajes y los equipos locales para dar a conocer que Delta está abierta para los negocios, nuevamente.