Todos los Jueves Santos, año tras año, haga frío o calor, llueva o no, la Cofradía de Nuestro Padre Genarín saca su procesión por las calles de León.
Genarín es la más atípica procesión de la Semana Santa Leonesa. Festividad poética en honor a un viejo pellejero, borrachín y putero, que llenó de anécdotas y chascarrillos a la ciudad de León en los años 20, haciéndose merecedor de un recuerdo eterno a través de la mas surrealista y onírica de las procesiones de la Semana Santa Leonesa.
En León, todos los Jueves Santos, sobre las doce de la noche, sale de la Plaza del Grano, la Procesión de la Cofradía de Nuestro Padre Genarín, conocida también como el Entierro de Genarín. Procesión de borrachos que festejan al orujo y los versos irónicos y lascivos que escribieron y escriben los seguidores del Santo Pellejero.
Sus textos, su iconografía, elaborados por sus fieles seguidores, artistas y bohemios de esta ciudad, agrupados en la Cofradía de Nuestro Padre Genarín, sobrepasan con creces las expectativas de imaginación y cachondeo que se pueda esperar en la Semana Santa Leonesa.
Todos los Jueves Santos, año tras año, haga frío o calor, llueva o no, la Cofradía de Nuestro Padre Genarín saca su procesión por las calles de León. Por la noche, a la una de la madrugada (más o menos), en ese momento en el que las luces de las farolas iluminan ese conocimiento antiguo que llena de magia todo lo que nos rodea, la Cofradía, después de haber cenado en un restaurante secreto del casco antiguo de la ciudad y haber bautizado con la mas castizas de las aguas benditas, el orujo, a los nuevos hermanos, se dirige a la plaza del Grano. Llevan con ellos la corona de laurel, previamente bendecida también con orujo, y los alimentos fundamentales de Nuestro Fundador: el orujo, el queso, el pan y una naranja.
La Plaza de San Martín ya está abarrotada de fieles seguidores de esta religión de juega y chanza. Ya se oyen los salmos propios de esta noche de Jueves Santo: “Genaro, Genaro, es cojonudo”, “Cocacola asesina, el orujo al poder”. Y todos, entre limonada y limosnada, esperan el paso de la Santa Procesión y la lectura de la Encíclica del año.