Kilómetros de playas, mucho sol y buena gastronomía son las señas de identidad del litoral catalán más meridional. Sin embargo, si no sabes que Miró descubrió allí su amor por la pintura o que un joven Gaudí diseñó un jardín botánico en la zona, es que no conoces la Costa Dorada.
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Si buscamos destinos de playa, la Costa Dorada (Tarragona) es siempre una buena opción. Para los más marchosos, la bulliciosa Salou ofrece numerosos planes de ocio nocturno y diversión sin límites, además su proximidad con el parque temático Port Aventura, lo convierte también en un destino ideal si viajamos con niños.
Si en cambio, tenemos previsto dedicarnos unos días tranquilos, localidades como Cambrils o Calafell, nos permitirán relajarnos, gozar de sus magnificas playas y disfrutar, al mismo tiempo, de una excelente gastronomía marinera. En Cambrils, además, podemos descubrir atractivos como el Parque Samá, un impresionante jardín botánico, obra de Josep Fontseré (autor del parque de la Ciutadella de Barcelona) quien contó con la colaboración de un joven Antoni Gaudí como ayudante en el proyecto, encargado por un vecino de la población que hizo fortuna en Cuba.
También localidades como Miami Playa (en el municipio de Mont Roig del Camp) ofrecen sorpresas a veces inesperadas. La población, ideal para desconectar y relajarse en sus playas, calas y acantilados, fue el destino escogido por el pintor Joan Miró (su familia tenía allí una Masía) para recuperarse de una enfermedad y para pasar largas temporadas y reencontrarse con la pintura después de un periodo de falta de inspiración. Hoy en día, puede realizarse una ruta por los escenarios de Mont Roig que aparecen en las obras del afamado pintor y se está impulsando la musealización de la casa familiar a la que Miró volvió una y otra vez durante 65 años.
El Delta del Ebro es también un buen plan si buscamos algo más que sol y arena. El parque natural, declarado Reserva de la Biosfera el año pasado, es el enclave ideal para disfrutar de la naturaleza, la fauna y los deportes náuticos o, simplemente, para perderse en sus kilómetros de arrozales y disfrutar de la paz de una zona prácticamente virgen mientras degustamos una típica paella. Si queremos combinar el Delta con unos días de playa, localidades como l’Ametlla de Mar o l’Ampolla pueden ser una excelente base de operaciones para nuestras rutas.
Si en cambio, tenemos en mente unos días con visitas culturales y un plan más urbano, Tarragona, puede ser justo lo que andábamos buscando. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la ciudad conserva impresionantes vestigios de su pasado romano (la antigua Tarraco), como el Acueducto, el Anfiteatro, el Circo o la Torre de los Escipiones. Mención aparte merecen su Catedral y el Balcón del Mediterráneo, un mirador situado en un acantilado sobre el mar al final de la Rambla. También destacable es su barrio pescador, llamado El Serrallo, donde podremos degustar una buena muestra de la cocina marinera de la localidad. Además, si lo que nos gusta es la gastronomía, estamos de enhorabuena, ya que la ciudad ofrece hasta el 11 de mayo su ruta Tarraco Tapas, un itinerario gastronómico por toda la población.