Un día de estos me echarán de la sala de ordenadores de la biblioteca, lo estoy viendo. Claro, técnicamente el acceso es público para socios, pero técnicamente tienes que venir aquí a trabajar; que es una biblioteca universitaria, no pública. Y conste que vengo a trabajar muy a menudo: la mitad de los trabajos del curso me los he ventilado aquí; sin embargo, a veces una no puede resistir la tentación de ponerse a curiosear páginas que poco o nada tienen que ver con los estudios. Mi último vicio, por ejemplo, ha sido ponerme a indagar el sitio web de algún que otro sexshop.
No sé, últimamente siento curiosidad por ese tipo de tiendas. ¿Que por qué? Supongo que acabo de salir de una relación de tres años y medio y quiero, es decir, necesito con urgencia disfrutar de mi soltería. Todos sabemos que cuando acabamos una relación seria la desesperación y la depresión nos llevan a necesitar hacer locuras; unos intentan ligar en masa, otros emprenden viajes en solitario y algunas extrañas, como yo, se dedican a buscar información sobre juguetes eróticos. Visto desde mi perspectiva, emplear las horas de biblioteca en un sexshop no es tan extraño.
Les congratulará saber (o no, me da igual) que ya tengo una ingente lista de los sexshop que puedo visitar por la zona. Todavía me quedan dos horas muertas antes de reanudar las clases y no hay nadie conocido cerca con quien pueda ir a tomarme un café, de modo que son horas excelentes para ir de tienda en tienda. No voy a comprar nada… aún; mi intención es simplemente ver cómo son (nunca he visitado ninguno, ni siquiera con amigas y para reírme, ¿de acuerdo?) y si me interesa realmente algún artículo. Si así es, compraré; lo bueno de no vivir con mis padres es que no tengo que molestarme luego en ocultar nada.
Redacción hispapress.