“Que no falte nadie”, era el lema del cartel que anunciaba esta salida del Santo y desde luego no faltó nadie a esta cita que se organiza cada 7 años.
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Después de 7 años y una pandemia el Santo Cristo de Bembibre volvió a dejar su ermita para bajar al centro de la Villa del Boeza y cumplir con la centenaria tradición, escoltado por casi medio centenar de los tradicionales pendones y pendonetas leoneses de la zona del Bierzo Alto, además de diversas cruces parroquiales de todo el Valle del Boeza.
A las 12 de la mañana el tañir de las campanas de la ermita, señalaba el arranque de la comitiva que cerraba la espectacular carroza que portaba el «Ecce Hommo» escoltada por la Guardia Civil con traje de gala. Tras ella los miembros de la Corporación Local de Bembibre y el Obispo de la Diócesis de Astorga y sacerdotes de las parroquias de la zona.
Acompañaban al Cristo, numerosos niños y niñas vestidos de primera comunión, diversos grupos de danzas venidos de diversos rincones del Bierzo alto, mujeres portando ofrendas de la huerta, además de un nutrido grupo de manolas.
“Que no falte nadie”, era el lema del cartel que anunciaba este año la salida del Santo y desde luego no faltó nadie a esta cita que se organiza cada 7 años, perfectamente organizada por la Concejalía de Fiestas del Ayuntamiento de Bembibre.
Los leoneses de estas tierras bercianas tuvieron una vez más el privilegio de honrar al Santo Ecce-Homo, en torno a una tradición noble y sentida. Y lo hicieron como siempre lo hacen, con la elegancia y dignidad de quien acude con la mejor fe y el mayor deseo de presentarse y representar a su pueblo ante su Santo Patrón.
El cortejo finalizó en torno a la una de la tarde en la Plaza Mayor de Bembibre, que era un hervidero de gentes dispuestas a acompañar a su «Cristo» y en donde tuvo lugar la Santa Misa concelebrada por diversos sacerdotes con el Obispo de Astorga al frente.
El Santo Ecce–Homo
La imagen del Santo Ecce–Homo se puede considerar de una fecha tardía, sin ser una obra antigua y de gran calidad artística. Se sitúa su confección a finales del siglo XVIII o principios del siglo XIX, siendo su probable autor Sebastián Escudero, o quizás Fernández de apellido, un imaginero rural de Salientes, quien realizó otras obras en la comarca, entre ellas el retablo y la imagen de una virgen de la iglesia de Fornela.
La imagen del Santo Ecce–Homo representa a un Cristo desnudo, cubierto con un somero paño, con ambas manos atadas a una columna que está a su lado, un Cristo Flagelado y atado a la columna, algo que se correspondería con el pasaje bíblico de Cristo en la columna o la flagelación.
El Santo, patrón de toda la comarca del Boeza, celebra su fiesta anual cada catorce de septiembre, en torno a cuya fecha se celebran las fiestas del Cristo, unas fiestas que coinciden con el final de la recogida de las cosechas agrarias más importantes, con el fin del ciclo anual de la vida.
Además de este festejo anual, se celebra este que ayer se celebró de mayor relevancia, y que tiene lugar cada siete años, generalmente a finales del mes de mayo o en el mes de junio, según acuerdo del cabildo (este año ha tenido lugar al día siguiente de la festividad de San Juan).
Ayer esta imagen fue trasladada desde su santuario –Salida del Santo– en una impresionante carroza empujada por los miembros de la Cofradía hasta la iglesia parroquial de Bembibre, en donde durante esta semana se realiza un novenario en el que recibe la veneración de los fieles. A su término se produce el regreso, «La Subida del Santo» o también «La Entrada» y que este año será el 3 de julio a las 12,00 horas de la mañana.