Mal, nos ha ido mal. Cuestiones económicas que priman ante cualquier otro parámetro de bienestar, nos colocan en el peor lugar, tampoco puede decirse que en otros aspectos estemos estupendamente. Comparando nuestros datos con el resto de la comunidad, se comprueba como alcanzamos, tanto los peores máximos, con extrema tasa de dependencia, soportamos la mayor edad media y tenemos el más alto índice de mortalidad.
Como preocupantes mínimos, con una ínfima tasa de actividad, sufrimos la más baja natalidad y el salario medio es notablemente inferior al del resto de provincias. Con una situación general desfavorable en toda la autonomía por igual, solo nos quedaría el recurso de la resignación. Pero es indignante comprobar, que mientras unas provincias mantienen o mejoran sus niveles, tanto en Zamora como en las otras dos provincias de la región leonesa, no ocurre lo mismo.
Conforme señalan las estadísticas, nuestros datos han empeorado desde que formamos parte de una comunidad compartida con parte de Castilla la Vieja, quedando así demostrada la procedencia de nuestros males, como la obviedad del remedio. Recientemente algunos, desde hace décadas muchos, venimos reclamando la autonomía para el País Leonés, como solución definitiva a los problemas que nos afectan. Nuestras justas demandas acompañadas de la suficiente presión podrían, no lo parece, dar lugar a que desde la administración responsable se pretenda proceder. Una batería de medidas diferenciales, que no discriminatorias, a aplicar para procurar corregir los grandes desequilibrios serian de justicia, en compensación de disfavores anteriores.
Puede irnos mejor. No se dará el caso, porque responde a los intereses vallisoletanos mantener zonas de declive económico que bajen la media, para compensar los buenos números de ciertos territorios agraciados. Pero aun, con el fin de apagar las voces que razonadamente se manifiestan, e intentando comprar su silencio, pudiera ser que se prestaran a invertir en nuestra tierra. Una futura bonanza económica, de agradecer sería y compensaría agravios anteriores, pero no debe originar confusión. Paliaría nuestra situación pero no la resolvería. Sería tan solo, atenuar los síntomas sin curar la enfermedad, que los produce. Es carecer de autonomía precisamente lo que da lugar a las nefastas consecuencias, por lo que remediarlo no pasa por actuar sobre los resultados, porque estos, pasados un tiempo se reproducirían, lo que se requiere es actuar sobre la causa.
Y podría irnos bien. Si el ente juntero gobernara con equidad para las dos regiones de la autonomía. Aun en ese caso seguiríamos, yo al menos, reclamando lo que legítimamente nos corresponde como señala el artículo dos de la constitución, nuestro derecho a que la región leonesa se constituya en comunidad autónoma, por razones de identidad, que nos permitiría ser nosotros mismos y administrar lo nuestro
Texto: Manuel Herrero Alonso.