Hace pocas fechas “el afortunado destino” me ha brindado la oportunidad de recorrer y conocer una de las urbes más bellas de Europa, coincidiendo con el 56 Congreso Mundial de Periodistas de Turismo. ¡Qué lujo de ciudad!
Pero para interpretarla, lo primero era trasladarme y visitar su nacimiento. La antigua ciudad romana de Aquincum, en honor a los numerosos manantiales termales que dan tanta fama a Budapest. La pisé, la sentí y retoqué sus piedras que me hablaron y su alma entro en mí, disfruté viendo en sus ruinas un gran pueblo que originalmente fue Celta y posteriormente sirvió como destacamento romano, entre los años 41 y 54 d. C. En el año 896 d.C., los romanos fueron derrotados por las siete tribus magiares y pasarían a llamarla Óbuda, construyendo dos ciudades nuevas, Buda y Pest separadas por el poético Danubio.
En el año 1000 se corona a Esteban I, primer rey de Hungría. Visite la catedral de San Esteban, podrá ver la reliquia más importante de la cristiandad húngara: Santa Diestra, la mano momificada del rey y santo.
Posteriormente fueron invadidos por mongoles y turcos. Y en 1686 los turcos fueron derrotados por los Habsburgo. Budapest pasó a formar parte de los dominios austriacos, lo que significó la época más floreciente que observaremos en la actualidad en sus construcciones; la ciudad es un gran museo. En 1873 se unieron Obuda, Buda y Pest bajo el nombre de Budapest, llegando a ser la segunda ciudad del Imperio Austrohúngaro. Tras la I Guerra Mundial se separó de Austria, constituyéndose el Estado Húngaro y en 1920, perdió Eslovaquia, Rutenia, Transilvania, el Banato de Temesvar, Croacia y Eslovaquia, más de dos tercios de su territorio. Al acabar la contienda, Hungría cayó en la órbita soviética y con la posterior caída de la Unión Soviética en 1989, abandonó el comunismo y nació la República Húngara que desde 2014 es miembro de la Unión Europea.
En Pest, debe pasear de una punta a otra y recreándose la Avenida Adrassy, Patrimonio de la Humanidad dedicada a la figura del famoso estadista y amante de la Emperatriz Sissi. Es un bellísimo bulevar donde se tropezará con: la Opera, La casa Drechsler, el Broadway de Pest, la Plaza Franz Liszt, la casa del Terror, la casa Memorial de Zoltán Kodály, el Teatro de marionetas… y la espectacular y señorial Plaza de los Héroes. En la lista, en Pest no se olvide de visitar el parlamento a la orilla del Danubio que es el tercero más grande del mundo y la sinagoga que es la más grande de Europa.
El Danubio divide la ciudad y es habitual cruzarlo varias veces cada día, sus puentes son parte de la belleza y entre los ocho o nueve que más llaman la atención está el Puente de las Cadenas, el Puente de la Libertad o el Puente Isabel dedicado a la emperatriz, símbolo por excelencia de la independencia y libertad del país.
Buda alberga una colina con un noble castillo que se divisa desde toda la ciudad y un gran conjunto histórico artístico con varios museos, iglesias, calles y plazas muy recoletas cargadas de historia. El antiguo Palacio Real es uno de los símbolos de Hungría y ha sido escenario de batallas y guerras desde el siglo XIII. El Palacio Sándor es la residencia oficial del Presidente de Hungría. Desde este enclave podrá disfrutar de la espectacularidad y belleza de Budapest.
Pero el anochecer es un espectáculo, la ciudad se viste de otros colores y tonalidades que se funden con el encendido. En ese momento no deje de pasear ya que cada sitio que se grabe en su retina jamás lo olvidará. Es obligado cenar al atardecer, en barco, navegando por el Danubio y entre los platos a degustar mi sopa preferida “el guslash”.
Otro de los placeres que me pierde, son los balnearios de aguas termales y todo Budapest lo es, los baños son una parte destacada de su cultura, por ello media mañana sea invierno o verano disfrute de alguno de los más importantes: el Gellert o el Széchenyi que es el mayor de Europa con aguas medicinales, será una gran experiencia que jamás olvidará.
¡Ah! para alojarse le recomiendo el Hotel New York Palace allí se encontrará en un sueño permanente durante su estancia en Budapest.
Miguel Angel González Suárez
Executive Committee World Federation of Travel Journalists and Writers