Valonia, destino bikefriendly, ofrece un itinerario que transcurre por toda la región y se compone de once etapas diferentes, seis de las cuales cuentan con al menos un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad.
Madrid, 3 de febrero de 2021– Hoy en día, son múltiples las formas de conocer un nuevo lugar: como en un road trip en coche o motocicleta; de una forma más contemporánea usando unos patines o un segway; o bien a la vieja usanza: a pie o en bicicleta. Valonia, el secreto de Bélgica, es una de esas zonas donde el cicloturismo es un clamor.
De hecho, en la región valona hay una ruta desde la frontera con el país galo y hasta el país germano configurada por once etapas a través de la cual no solo se puede disfrutar del deporte y de los muchos pulmones verdes que tiene; las seis primeras etapas del itinerario, tienen, al menos, un rincón declarado Patrimonio Mundial por la Unesco:
De Tournai a Mons
Para cruzar el camino que separa estas dos ciudades, hay que pedalear durante 68 largos (pero ‘fáciles’) kilómetros, con muy poco desnivel. Antes de salir de Tournai, ya se encuentran dos paradas con el sello Unesco: su catedral y su campanario, que es uno de los más espectaculares de Bélgica por ser de los pocos que admite visitantes, incluso, durante los toques.
Al llegar a la siempre cultural Mons, esperan el antiguo complejo industrial del Grand Hornu y su campanario, el único de estilo barroco que hay en el país. El itinerario también transcurre por Borinage, una región que se enorgullece de decir que el pintor Vincent Van Gogh vivió allí dos años en busca de inspiración.
De Mons a Binche
Un trayecto totalmente llano, a través del campo y zonas agrícolas. A mitad den camino hay dos sitios Patrimonio de la Humanidad: el complejo minero Bois-du-Luc y las minas neolíticas de Spiennes, uno de los centros de extracción de sílex de Europa.
Una vez ya en Binche, se puede hacer una parada para visitar su campanario (con sello Unesco), que fue reconstruido con un estilo renacentista tras ser destruido en 1554. Pero, si algo hay conocido en Binche es el carnaval de los Gilles – que es Patrimonio inmaterial de la Humanidad-, aunque esta edición ha sido cancelada debido a la pandemia.
De Binche a Thuin
Poco más de dos horas y 30 kilómetros separan estas villas valonas en bici, en una de las etapas que inspiran más calma de este particular recorrido, entre bosque y campo sin pendientes y con un desnivel asequible.
No es hasta llegar a Thuin donde se encuentran el campanario (único enclave de este tramo en particular ‘bendecido’ por la Unesco) y la Marcha Folclórica San Roch, Patrimonio Cultural Inmaterial. Es una procesión con más de 2.500 ‘caminantes’ en honor a este patrón de peregrinos, cofradías y corporaciones. Se celebra el tercer fin de semana de mayo.
De Thuin a Charleroi
Un itinerario con un paisaje de ensueño que transcurre a las orillas del río Sambre. Hay que llegar hasta Charleroi para encontrar los dos sitios declarados Patrimonio Mundial: Bois du Cazier, un antiguo sitio minero que hoy relata la dureza de esta profesión; y el campanario de la ciudad, que es el más nuevo de toda Valonia (1936) tiene una arquitectura muy particular, que combina varios materiales y líneas geométricas.
De Charleroi a Dinant
Entre los municipios de Tamines y Mettet hay un ascenso considerable que complica el trayecto. Además, son 63 kilómetros, con lo que se recomienda tener cierta experiencia sobre los pedales, ya que transcurre por un valle. La parada final de esta etapa es el imponente río Mosa y Dinant, la ciudad valona que se alza a sus orillas. Dinant tiene una preciosa ciudadela, construida sobre un antiguo castillo.
Además de tener unas bellas vistas al valle de Mosa, la ciudadela está marcada por las múltiples batallas que han trascendido allí por durante el paso de los siglos. La ruta también pasa por el diminuto pueblo de Sosoye, considerado uno de los más bonitos de Valonia; un lugar de postal.
De Ciney a Durbuy
Ruta de nivel medio, ya que hay dos pendientes bastante pronunciadas que tienen cierto grado de dificultad. Tiene una única ‘parada Unesco’, pero es, probablemente, de las más espectaculares: el geoparque Famenne-Ardenne. Toda una proeza de la naturaleza con grutas, abundante biodiversidad o peñascos únicos que dan lugar a unos paisajes que quitan el aliento.