Sin embargo, algo que ya circula en los “papeles” y que a muchos nos causó verdadero espanto fue la afirmación del ya abad emérito don Francisco (que incluso no venía a cuento para nada) de que el cáliz de doña Urraca no es el Santo Grial.
No podemos permanecer callados ante lo sucedido en la fiesta de las Cabezadas, ayer día 30 de abril. Nuestro compromiso con lo leonés no nos lo permite.
Se medían, dialécticamente, el actual regidor del Ayuntamiento de León, don José Antonio Diez, y el abad saliente de la Colegiata del Santo Isidoro, don Francisco Llamazares. El guion está tan pautado desde hace ya tantos años (y seguimos echando en falta las gracietas de antaño) que la mayor parte de los presentes conocían de antemano el resultado final: el vino de la barrica no se muestra y los hachones de cera y el cirio se quedan en la Basílica como ocurre cada año. Todo sigue empate y hasta el año próximo.
Dos sorpresas, sin embargo: el señor Corregidor mayor regaló a los capitulares, en la persona del interviniente, una bandera de León (ciudad), que tenía muy buena pinta, para ser ondeada cada final de abril, al lado del Pendón de San Isidoro. Y ello, en recuerdo de las Cortes de León de 1188 celebradas en el mismo claustro que servía de marco a la eterna discusión sobre si aquellos presentes se llevaban de forma libre y voluntaria o era una obligación contraída por el pueblo de León a raíz del milagro de la lluvia acaecido en 1158, con el auxilio del santo Isidoro y la Reina doña Sancha.
No nos sorprendió en demasía; sí quizá la convicción del alcalde leonés de estar cerca de conseguir la ansiada libertad y vernos libres de la situación que nos aprisiona en una comunidad autónoma ni pedida ni aceptada (la intervención fue refrendada con aplausos por la mayoría de los presentes… menos algunos políticos). Sin embargo, algo que ya circula en los “papeles” y que a muchos nos causó verdadero espanto fue la afirmación del ya abad emérito don Francisco (que incluso no venía a cuento para nada) de que el cáliz de doña Urraca no es el Santo Grial. Una vez más dándonos un tiro en el pie…
Claro que no es el Santo Grial… No lo es porque eso no existe; es simplemente un mito surgido de la literatura artúrica, de la “materia de Bretaña, cuya primera manifestación se encuentra en el libro denominado “El caballero de la carreta”, del autor francés Chrétien de Troyes, para algunos, el padre de la novela occidental.
Pero es que, por esa misma razón, tampoco lo es el tan publicitado de Valencia ni ninguno de los otros que se atribuyen la autenticidad. Más ¿por qué no conceder veracidad a la investigación sobre la copa llegada a León desde Egipto a través del Reino de Denia, en la época de Sancha y Fernando I? Si ni siquiera lo sostiene el anterior abad de la Colegiata, ¿qué podremos decir los demás? ¿Pero tanto estorba, al menos, sembrar la duda y seguir atrayendo visitantes que vendrán, sin duda, a contribuir al sostenimiento de la propia Basílica-colegiata? ¿Pero no se muestra en el museo como el Santo Cáliz? Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho…