Cada martes santo un preso es liberado en este lugar por la Cofradía del Santo Cristo del Perdón
En la entrada principal de la Catedral de León se encuentra una columna, proveniente de la antigua iglesia románica y conocido como Locus Apellationis, donde se situaba el imponente tribunal que juzgaba y sentenciaba los delitos cometidos en el León medieval, tanto por parte de los propios del lugar como de aquellos forasteros que, llevados por su ímpetu jacobeo, discurrían por la calle Mayor de Europa.
Lugar de las apelaciones de las decisiones de los jueces al Liber Iudiciorum, la ley promulgada por Recaredo, luego (Fuero Juzgo). Alfonso X en su calidad de primer juez por su condición real, instituye la justicia, al igual que en Chartres o Estrasburgo, en el pórtico existente en el hastial oeste de la catedral, para ello, queda señalizado, trasladando (ca. 1284) un valioso fuste marmóreo existente en San Isidoro.
Desde varios siglos antes del XIII y siempre en el atrio de la catedral se frecuentaban asambleas con intervención del pueblo para celebrar “juicios de apelación o de alzada”, la sentencia era promulgada por cuatro jueces, cada uno de ellos representaba al Rey, la Nobleza, la iglesia y al Pueblo, con arreglo al Fuero Juzgo y al aludido Fuero de León. También en este lugar se reunían los Concejos y se legalizaban contratos..
Según el P. Risco, en el Concilio que se celebró en León en al año de 1.020, en presencia del rey Don Alfonso V y de la Reina Doña Elvira, se determinó que así en León como en todas las demás ciudades y alfoces, hubiese Jueces elegidos por el Rey, cuyo oficio fuese juzgar todas las causas del pueblo.