Versión clásica

Priorato de San Salvador de Villaverde de Vidriales (Zamora)

La primera mención a  este priorato procede de un diploma de los fondos del monasterio de Sahagún del año 1100.

Fotografía: Lista Roja del Patrimonio

Para entonces el cenobio está ya bajo el control de Alfonso VI, pero el documento nos informa que había pertenecido con anterioridad al conde Munio Fernández, tal vez su fundador, al que fue confiscado por el rey, con lo que su historia conocida se remontaría al menos a la segunda mitad del siglo XI. Posteriormente, el rey entregó el monasterio a su esposa, la reina Berta, que se ocupó de su administración.

Pero fallecida la reina y enterrada en el monasterio de Sahagún, el monarca lo entregó al gran cenobio benedictino, con quien le unía una estrecha vinculación. Fallecido el monarca, la condesa doña Aldonza, viuda del conde Munio, reclamó sus derechos sobre el pequeño monasterio a la reina doña Urraca, quien se lo devolvió. El 1 de mayo de 1112, el monasterio Sancti Salvatoris Vallis Viridae fue donado a la Orden de Cluny por doña Aldonza

Fotografía: Lista Roja del Patrimonio

Se desconoce hasta cuando San Salvador de Villaverde perteneció a Cluny, no obstante, hasta el siglo XVI se viene denominando San Salvador de Villaverde de Cluny. El canónigo Muñoz Miñambres vincula el monasterio con los Templarios, en base a que la Orden de San Juan y la Orden del Temple ocuparon parte de heredades en tierras de Vidriales, del Tera y de la Carballeda, aunque parece poco probable.

Desde principios del siglo XV el monasterio de San Salvador de Vidriales entra en la órbita de los poderosos Pimentel, condes de Benavente. Las denuncias de abusos y usurpaciones motivaron a partir de 1478 el inicio de un largo pleito sobre la posesión legítima del monasterio, a instancias del monasterio de Sahagún En 1510 el papa Julio II nombra prior a Juan Pimentel, que además disfrutaba de la encomienda. Su apellido delata su parentesco con la familia condal, pues al parecer era sobrino del V Conde.

Fotografía: Lista Roja del Patrimonio

El monasterio de Sahagún continuó el pleito hasta que, en  1525, el papa Clemente VII anexionó el priorato de Villaverde al Hospital de la Piedad de Benavente, recientemente fundado por el V Conde, Alfonso Pimentel y su mujer Ana de Hererra y de Velasco. Finalmente, en 1544, la curia romana pronuncia sentencia en la que se condena al monasterio de Sahagún a perpetuo silencio. La trayectoria de San Salvador de Villaverde corre desde entonces paralela a la del Hospital de la Piedad. La vida fue languideciendo en el pequeño cenobio.

A mediados del siglo XIX, Madoz indica escuetamente que en él ejercían sus funciones únicamente dos sacerdotes nombrados por el conde de Benavente. Esta actividad, casi vegetativa, se vino manteniendo hasta bien entrado el siglo XX. La actividad debió extinguirse definitivamente cuando el Hospital de la Piedad de Benavente pasó a ser Asilo de Ancianos, si bien la fundación que administra sus bienes sigue conservando los derechos de propiedad de la finca en la que encuentra el priorato.

Fotografía: Lista Roja del Patrimonio

San Salvador fue centro peculiar, a medio camino entre la vida cenobítica y secular. A diferencia de otros cenobios desaparecidos en épocas remotas, su localización no ofrece duda alguna, al haberse mantenido su actividad prácticamente hasta el siglo XX y conservarse aún las ruinas de su pequeña iglesia, así como una parte significativa de sus dependencias.

Actualmente las ruinas del conocido como Conventico sólo dejan ver a tres edificaciones, la residencia de monjes, las caballerizas y la iglesia, todas de finales del XIX. Ha sufrido el expolio de grandes losas pétreas, lápidas y del enrejado de las ventanas que, al parecer, lucen en un domicilio particular de Benavente.


 Descripción:

Dos de los edificios que hoy podemos contemplar datan de finales del siglo XIX. La residencia de los sacerdotes, en la que se incluye un amplio patio o corral para el servicio de caballerías y animales domésticos, es una construcción de dos plantas, de grandes proporciones, con su fachada principal presidida por un gran arco de medio punto. Se empleó aquí una alternancia de muros de sillarejo y ladrillo rojo, utilizando básicamente este último como elemento decorativo, especialmente en el enmarcamiento de los amplios vanos de los dos cuerpos del edificio.

Separada escasos metros, manteniendo el mismo eje, se ubica la capilla donde se celebraron los cultos. Es un pequeño recinto religioso creado al mismo tiempo que el anterior. Su fachada presenta un muro de piedra, coronado con dos pináculos laterales y una espadaña de un solitario ventanal. Tanto los pináculos como el campanario se realizaron de ladrillo. Para la puerta se trazó un simple arco, también de ladrillo.

Por ella es por donde penetra el mayor aporte luminoso, pues los demás huecos son angostos ventanillos. Tanto este templo como su sacristía poseyeron un confortable piso de tablas, ahora podrido y destrozado. Frente a esa relativa modernidad, observando con detalle la obra actual veremos reaprovechados, formando parte de los muros actuales, dos arcos antiguos. Uno de ellos se halla incrustado en el lateral del evangelio y se apoya sobre pilares rehundidos, presentando, en lo poco que se aprecia, el aspecto de una obra barroca. Otro menor da a la sacristía. Debieron pertenecer a un templo anterior bien orientado, que sin duda hubo de ser el de San Salvador, ya que el oratorio existente dirige el presbiterio hacia el norte.

Registrando con cierto detenimiento los suelos de la finca, se aprecian numerosos fragmentos de ladrillo y cerámica, e incluso restos de sepulturas. De ellas es bien reconocible un sarcófago monolítico en forma de pila, arrinconado junto a una de la tapias circundantes.

Se conserva en mal estado, con los rebordes rotos, pero es un evidente testimonio del pasado medieval del enclave. A pesar de la carencia de detalles monumentales que pudieran incitar a su revalorización, apena el desamparo total del conjunto y la falta de futuro para él, pues su destino inmediato parece ser irremediablemente el de un lento, pero total, aniquilamiento. (Descripción de E. Saínz)


 Grado de protección:

Sin protección específica.


 Estado:

Completamente abandonado, con muros caídos o en ruina, y cubierto de maleza.


 Carácter de riesgo:

Degradación progresiva. Expolio, si queda algo por expoliar.

 

 

Sección realizada con la colaboración de la Asociación Hispana Nostra

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