No debes dejar de ver la Plaza, y de detenerte en ella, en tu visita a la Alberca. Con sus fachadas recorridas por dos series de balcones, con la luz de la cal, con sus soportales e hileras de columnas graníticas y con el crucero presidiéndola. Es, sin duda, el eje central de La Alberca.
La plaza ocupa el centro de la localidad con la fuente y crucero del siglo XVIII, en cuyo fuste están labrados los símbolos de la Pasión o “arma Christi” (látigo, tenazas, escalera, esponja, etc.) con efigie del Crucificado por un lado y de la Virgen en el opuesto, trasladado aquí desde el Tablado, en 1940.
La plaza es de planta rectangular irregular rodeada de edificaciones de dos, tres o cuatro plantas sobre pies derechos de madera o columnas de piedra, formando un recinto asoportalado de gran carácter pese a la reconstrucción de algunos edificios, que salvo excepciones han conservado la disposición original.
Hay que tener en cuenta la debilidad de los elementos de construcción que obligan a su reposición parcial, cuando no total de las viviendas. Remodelado el antiguo Hospital de Peregrinos frente al crucero y la fuente, son sin duda la “Casa Ducal” y el Ayuntamiento los dos edificios de más relieve, sin olvidar las antiguas escuelas.