Disfruta del confort de las instalaciones de este cuatro estrellas tras seguir las huellas de Cristóbal Colón en la provincia que le vio partir hacia las Américas
Huelva es la llamada ‘Luz de Andalucía’. Lo es ahora y lo fue el 3 de Agosto de 1492, fecha en la que tres naves, que han sido recordadas durante siglos, partieron hacia una tierra que se avecinaba incierta desde el puerto de Palos de la Frontera. El Sur de España luce este enclave de la Historia mundial, que llegó a reunir a tartessos, fenicios, romanos y árabes, y cuya tradición colombina ha quedado inmortalizada en numerosos puntos geográficos de la provincia. Puntos a los que se puede llegar fácilmente desde Puerto Antilla Grand Hotel, una de las mejores opciones de la Costa de la Luz para descansar tras una buena dosis de visitas culturales.
Las 400 habitaciones de este Hotel acogen a todo tipo de visitantes, desde familias con ánimo de pasar unos días de descanso y recreo, hasta viajeros solitarios que buscan perderse en la belleza de sus playas de arena blanca, salvajes, y escuchar el silencio de aquellas otras casi vírgenes. Pero las instalaciones de Puerto Antilla también alojan caminantes ávidos de la cultura onubense, curiosos de los acontecimientos históricos que tuvieron lugar en esta orilla del Oceáno Atlántico y que marcaron los rasgos que luce actualmente la tierra de Huelva. Y es que a tan sólo una hora en coche desde Islantilla, se encuentran los tesoros colombinos que permanecen en el punto de partida de aquella expedición que determinó nuestra Historia.
Cristóbal Colón estuvo estrechamente unido a los monjes que habitaban por aquel entonces el monasterio franciscano de La Rábida, levantado desde el siglo XIV en las afueras de Palos de la Frontera. Hombres religiosos que brindaron su apoyo al expedicionario, llevando incluso sus ideas sobre la travesía a los Reyes Católicos. El edificio es todo un ejemplo de la arquitectura mudéjar andaluza, destacando la sencillez de su claustro y la pequeña capilla consagrada a la Virgen de los Milagros, imagen a la que mostraron su devoción los marineros de Palos de la Frontera antes de partir.
En honor a ellos, a aquellos valientes, se levantó el Monumento a los Descubridores, un impresionante monolito al que se llega a través de una avenida que transcurre paralela al Monasterio, fletada por altos árboles y donde aparece representada Iberoamérica a través de los escudos de todos los países que la componen, elaborados en cuidada azulejería. El paraje de La Rábida, entorno del convento, también acoge el Muelle de las Carabelas, a orillas de la desembocadura del río Tinto, una dársena semicircular donde reposan las réplicas de las tres naves protagonistas de la hazaña: la Pinta, la Niña y la Santa María. Les acompaña una exposición permanente, donde se muestran desde cartas entre Colón y la Corona hasta instrumentos técnicos.
Ya en el casco urbano de Palos de la Frontera, destaca la Iglesia de San Jorge Mártir, de estilo gótico mudéjar, cuyas puertas fueron testigo de la petición real que reclamaba armar naves y reclutar hombres para la travesía, allá en mayo de 1492. Tras ellas, se halla una exquisita imagen de Santa Ana en alabastro, que data del siglo XIII, un retablo en cerámica elaborado en el siglo XVII y unos frescos de estilo renacentista.
Cerca del templo, los caminantes encontrarán la Fontanilla, una antigua fuente de ladrillo construida para el pueblo donde se abastecían los navíos de la villa y, según cuentan, también la flota que dirigió Cristóbal Colón. Entre la tripulación de unos 90 marineros que le acompañaban, destacaba uno en particular por ser vecino del pueblo, Martín Alonso Pinzón, en cuyo homenaje se alzó una escultura situada frente al Ayuntamiento. En las proximididades de aquella fuente, también se levanta la Casa de la Misericordia. En la era del Descubrimiento su denominación era distinta: Hospital de la Sangre, dirigido a vecinos y marineros aquejados de varios males.
Moguer, al noreste de Palos, de tradición pesquera y comercial, también ejerció un relevante papel en el Descubrimiento. Muchos de sus ciudadanos acompañaron a Colón y desde allí salió la Niña al encuentro del descubridor. De visita obligada es el Convento de Santa Clara, cuyos muros se levantaron entre los siglos XIV y XVI y que constituye uno de los mejores ejemplos de arquitectura conventual en Andalucía. Su interior alberga tesoros que harán que los pasos del viajero se detengan, como el sepulcro de los Portocarrero, el Coro -con una sillería de estilo nazarí del s. XIV-, el Retablo Mayor o el Museo Diocesano, ubicado en las instalaciones del edificio. Esta villa respira, por otro lado, la esencia de Juan Ramón Jiménez, recordado en múltiples rincones de la localidad, como su Cana Natal, la Casa Museo o la finca de Fuentepiña, lugar en el que se dice que está enterrado Platero.
Tras semejante recorrido por la historia de Huelva y sus vestigios, Islantilla constituye una de las mejores propuestas de la provincia para el reposo. Puerto Antilla Grand Hotel, un oasis en mitad de la denominada Costa de la Luz, cuenta con frecuentes promociones para que los viajeros deseosos de conocer la zona no lo duden y se acerquen a este punto de la geografía española en el que, hace ya casi 520 años, comenzó a escribirse un nuevo tomo de la Historia.
Sobre Puerto Antilla Grand Hotel.
Puerto Antilla Grand Hotel es un majestuoso establecimiento de 400 habitaciones situado en la playa de Islantilla (Huelva). Cuenta con servicios e instalaciones para todos los públicos: pista de pádel, piscina climatizada, spa de más de1.000 metroscuadrados, zonas ajardinadas y piscinas exteriores en forma de lago. Y para los niños, animación, miniclub y una piscina solo para ellos. Además, dispone de un centro de congresos y convenciones para más de 1.000 personas. Asimismo, la gastronomía ocupa un lugar destacado, con tres restaurantes: Los Porches, buffet; Beturia, a la carta, y El Mirador, un Grill & Bar-Piscina con espectaculares vistas al Atlántico.w