Ayer viernes día 4 de noviembre, se presentó el libro “Nuestro desamor a España” en la Casa de León en Madrid.
Llama la atención en la trayectoria literaria de Juan Pedro Aparicio que, habiendo cultivado la novela, el relato corto y el ensayo, ha obtenido los premios acaso más prestigiosos que se dan en España para cada una de estas facetas: el Nadal de novela, el Setenil de relatos, al mejor libro publicado en el año, y ahora, el Internacional de Ensayo Jovellanos por su libro Nuestro desamor a España. Cuchillos cachicuernos contra puñales dorados.
Para hablar de este último, Juan Pedro Aparicio estuvo acompañado del coordinador de cultura de la Casa José María Hidalgo que hizo la presentación del acto y de los escritores Rogelio Blanco y Santiago Trancón.
La charla, amenísima, se detuvo en ciertas partes del libro, cuya estructura fue muy elogiada, pues, no obstante tratarse de un ensayo, participa de la gracia de la novela capaz de capturar la atención del lector desde el primer capítulo.
Comentaron los intervinientes que el legado más extendido que nos va a dejar Vargas Llosa es esa frase que, a pesar de su coloquialismo, simboliza el peculiar desgarro colectivo que provoca en los ciudadanos el fracaso de un país. ¿Cuándo se jodió el Perú, se preguntaba Zavalita, el protagonista de Conversación en la Catedral.
Un cuándo que es también un cómo y un por qué. Y eso mismo, pero con respecto a España, se preguntaron ayer los tres escritores, siguiendo las pautas del libro de Aparicio, indagando en las causas, ocultas muchas de ellas por una historiografía confusa cuando no manipulada, de esa peculiar incomodidad de sentirse españoles que afecta a bastantes de nuestros compatriotas.
Rogelio Blanco hizo un breve recorrido por la historiografía española y del sometimiento de ésta a los poderes; así como el predominio de las crónicas sobre la Historia y los consiguientes efectos para la visión dominante: el centralismo-castellano sobre las periferias que resulta en la ocultación de la historia de España.
El libro de Juan Pedro Aparicio, en opinión de Blanco, contribuye desde la literatura, al igual que lo hiciera en su día don Benito Pérez Galdós, a conocer lo que de verdad ocurrió. Santiago Trancón destacó, por su parte, la valentía y lucidez del autor al atreverse a poner en cuestión los tópicos e interpretaciones reduccionistas de nuestra historia oficial, disolviendo el mito castellanista.
Este pensamiento, “extramuros de la oficialidad”, es imprescindible para reinterpretar nuestro pasado y comprender mejor los problemas del presente. El afianzamiento de un sentimiento natural de pertenencia a España, sin complejos, debe basarse en el conocimiento real de lo que fuimos.
Al finalizar el acto disfrutamos de un coloquio interesantísimo entre los escritores y el numeroso público asistente, que se prologó, para terminar brindando con un vino leonés.