El Parador de Turismo de Ciudad Rodrigo, ubicado en el Castillo de Enrique II de Trastámara celebró el pasado jueves su 85 aniversario siendo uno de los primeros Paradores en abrir en toda España.
El Parador se encuentra a unos cinco minutos de la plaza Mayor. Todo empezó apenas mediado el siglo XII, cuando Fernando II tuvo la feliz ocurrencia de trasplantar aquí cristianos y cristianas para que hicieran ciudad en el recinto de esta singular muralla que él mismo mandó construir. Fue luego alcázar que debemos a las necesidades y sabia decisión de otro rey, Enrique II de Trastámara, enredado en guerras con Don Pedro I.
Allá por los primeros años del siglo XVI conoció esta fortaleza su primera revisión y puesta a punto sin que asomara todavía vocación alguna de lujos. Así lo vió el ilustre autor de Amadis de Grecia: “agora es una de las buenas casas del reino… e que no es suntuosa ni hermosa, sino provechosa como se requiere para su defensa e guarda…”
Ejercería sus funciones de vigía en guerras con portugueses y franceses hasta que fuera por sus méritos liberados cuando, ya casi ayer, en 1928, el Ministerio de la Guerra hiciera donación del heróico edificio para usos más civilizados y placenteros, convirtiéndose en Museo Regional al tiempo que, en parte, titubeante hospedería.
La construcción inicial de lo que acabaría siendo este establecimiento es deuda común y reconocida a los empeños y osadías del que por entonces ostentara el título de El Buen Alcalde, Manuel Sánchez Arjona, que acabaría en saga consistorial. Caviló el edil que, sin grandes dispendios, en las dependencias del castillo podría ser instalada una hospedería que atrajera una interesante y provechosa corriente turística a Ciudad Rodrigo para los muchos viajeros que ya por entonces transitaban por la carretera que unía París con Lisboa.
No pocas idas y vuelta, instancias y antesalas en los despachos de la burocracia de otra dictadura que hubo también por aquellos años. Los fallidos esfuerzos no hicieron, sin embargo, desfallecer los ánimos ni los humos del intrépido y excelente Alcalde que, ni corto ni perezoso, se plantó ante el mismísimo Presidente del Consejo de Ministros, el General Primo de Rivera.
Él mismo lo cuenta: “Le visité en su despacho y solicité su ayuda moral y su influencia para construir aquí un hotel de turismo. Así me lo ofreció el General, pero insistí hasta que me aseguró su incondicional apoyo…” El Buen Alcalde pasaría así a la historia como esforzado pionero de un turismo con marca de calidad llamado Paradores. Lo demás fue lo de menos.
Reconstruido, en 1928, ya desprovisto de usos militares fue la sede del museo regional para pasar, por iniciativa municipal, a convertirse en Parador en 1931. La inauguración fue de bombo, platillos y muy merecidas bendiciones. Y el menú, por doce pesetas (vinos aparte), incluía Consomé frio o caliente. Tournedos Enrique II. Filetes de lenguado con salsa holandesa. Perdiz asada. Ensalada. Bananas, frutas y quesos. Y café Moka.”
- Fuente y más info: http://www.parador.es/