Esparcida a lo largo de una extensa zona de montañas y wadis, la capital del reino nabateo esconde una historia fascinante.
La antigua ciudad de Petra fue una magnífica capital. De ello se encargaron los nabateos, una tribu itinerante de la península arábiga que transformó su base eventual en una de las urbes más prósperas de Oriente Medio. Gracias a los numerosos estudios realizados sobre el reino nabateo hoy sabemos un poco más sobre la denominada ciudad rosa.
Alrededor del 80% de Petra sigue oculta
A día de hoy, sólo conocemos el 20% de lo que Petra llegó a ser. Las tormentas de arena, los terremotos y las numerosas inundaciones la fueron enterrando poco a poco y, sin saberlo, la convirtieron en una de las ciudades-mito más importantes de la historia. Durante prácticamente 12 siglos Petra fue un lugar olvidado, una ‘ciudad perdida’ que los beduinos locales escondieron con el único afán de protegerla. En 1812 un explorador suizo consiguió dar con ella y, apenas un siglo más tarde, el yacimiento se llenó de arqueólogos, viajeros, poetas, artistas y excavadores que, aún a día de hoy, continúan desenterrando la legendaria capital del reino nabateo.
Epicentro del comercio entre Arabia y el Mediterráneo
¿Sabías que en la ciudad de Petra confluyeron hasta siete rutas de comercio? Aunque no se sabe a ciencia cierta cuándo llegaron a la ciudad rosa, sí hay evidencias de que en el año 312 d.C el pueblo nabateo, originalmente una tribu itinerante de la península arábiga, ya poseía amplias riquezas gracias al comercio. Los nabateos sólo producían cobre y betún, pero supieron beneficiarse de su posición geográfica y sacar partido del flujo de caravanas de la región, primero saqueándolas y después, imponiendo peajes y altísimas tasas a los productos que circulaban por su reino (hasta un 25 y 50% de imposición tributaria). Además del monopolio de las especias que llegaban en barco hasta Arabia desde Somalia, India o Etiopía, los nabateos controlaron el transporte en camello de incienso y mirra a través de la ruta del Incienso, una de las más lucrativas de la región. En Petra, la capital del imperio, se ofrecía a los comerciantes alojamiento, animales de refresco y servicios bancarios; un alto en el camino antes de embarcar rumbo a Europa desde los puertos de Gaza y Alejandría.
Los principales monumentos están orientados hacia el solsticio
Cuando construyeron la ciudad de Petra los nabateos tuvieron muy en cuenta sus registros astronómicos. Tanto es así, que orientaron los principales monumentos de la ciudad hacia el solsticio y el Canopo, la estrella que guiaba a las caravanas en su recorrido por la península Arábiga. Para Juan Antonio Belmonte, arqueoastrónomo del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC), la astronomía y la topografía ‘sagrada’ fueron muy importantes a la hora de situar las tumbas y los templos. Por ejemplo, el Monasterio está orientado hacia la puesta de sol en el solsticio de invierno, un momento clave del ciclo anual.
Petra, la ciudad necrópolis
En la capital del reino nabateo hay más sepulcros que cualquier otra cosa (los investigadores creen que sus habitantes vivían en jaimas parecidas a las de los actuales nabateos, hecho que explicaría por qué en Petra apenas hay viviendas). Las tumbas más antiguas datan del siglo III a.C. y su tamaño y diseño dependían de la posición social y recursos económicos del fallecido. Así, podemos encontrar desde sencillísimas tumbas-cueva hasta maravillosas fachadas ornamentadas, como las de las denominadas Tumbas Reales, unos de los sepulcros más impresionantes de Petra. Por lo general, las tumbas más grandes se excavaban en la roca, de arriba abajo, y después se enyesaban y pintaban sus fachadas gracias al uso de andamios. El trabajo de los nabateos no contaba con una herencia arquitectónica propia, lo que proporcionó a la ciudad de Petra un carácter único y cosmopolita, con influencias egipcias, mesopotámicas, helenísticas, asirias o romanas.
Los dioses del pueblo nabateo son los de la antigua Arabia
Aunque muchos olvidan visitarlo –quizás por desconocimiento-, en la antigua ciudad de Petra se encuentra el principal lugar de culto de los nabateos: el altar de los Sacrificios. Dominando la ciudad rosa desde lo alto de una montaña, el yacimiento incluye dos extraordinarios obeliscos de más de seis metros de altura, un altar circular y un triclinio en donde los participantes en el sacrificio compartían la cena. Los principales dioses del pueblo nabateo son los de la antigua Arabia, con Dushara, como su dios principal; aunque también se asimilaron dioses a los de Egipto, Siria, Grecia y Roma.