Maravillas del Patrimonio Mundial, el Mont Saint-Michel, su abadía y su bahía recobran su verdadera naturaleza después de 10 años de trabajo.
El Mont Saint-Michel de Normandía se encuentra ahora completamente libre de coches, pistas renovadas, a pie o en autobús, y un puente-pasarela cuya fusión de la perfección con el entorno da la impresión de estar caminando sobre el agua.
El Monte Saint-Michel y su bahía están incluidos en el Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1979.
Este lugar grandioso, situado a 3h30 de París, atrae a los turistas del mundo entero. Figura entre los lugares más visitados de Francia.
Al parecer, fue Aubert, el obispo de Avranches, quien fundó un santuario en el Monte Tombe en 708, tras tres apariciones sucesivas del arcángel san Miguel. La proeza arquitectónica y la excepcional armonía de la bahía, buscada por sus fundadores, son intemporales.
Mont Saint-Michel renovado que da la bienvenida a una nueva experiencia uniendo el cielo, el mar y la tierra, la naturaleza y los hombres. Maravillas del patrimonio mundial, el Monte Saint-Michel y su bahía recuperan su verdadera naturaleza tras 10 años de obras. Ahora, el Monte Saint-Michel vuelve a ser una isla durante unas horas, coincidiendo con las grandes mareas.
Con el transcurso de los siglos y las intervenciones humanas, la sedimentación se había acentuado alrededor del Monte. Poco a poco, el mar se alejaba, mientras que la tierra y los prados salados progresaban. Un aparcamiento al pie de las murallas estropeaba el paisaje. Y es precisamente este entorno marítimo el que decidió a los monjes medievales instalarse allí y construir uno de los más extraordinarios edificios de la arquitectura religiosa.
Los expertos internacionales eran tajantes: si no se hacía nada, en 2040 el Monte Saint-Michel hubiese quedado rodeado de prados salados.
Para que este tesoro de la humanidad siga siendo un monumento preservado para las generaciones futuras y para los turistas de todo el mundo, Europa, Francia, Normandía y Bretaña decidieron actuar conjuntamente.
Proteger un destacado lugar del patrimonio y del turismo
Tras iniciar unos estudios en 1995, las obras comenzaron en 2005: recuperar el carácter marítimo del Monte constituye una de las operaciones culturales más originales de Europa.
El proyecto tiene un objetivo ambicioso: restablecer el paisaje que rodea a uno de los lugares destacados de la humanidad y renovar el acceso al lugar, dentro del espíritu de las travesías de la bahía y de forma muy respetuosa.
La presa del Couesnon, piedra angular de la operación
La nueva presa sobre el río Couesnon da suficiente fuerza a las aguas para expulsar los sedimentos mar adentro, lejos del Monte. Más allá de su función hidráulica, la presa se funde en el nuevo recorrido de aproximación al Monte Saint-Michel como obra de arte y de acogida del público.
Recuperar el espíritu de una travesía
El proyecto destaca la travesía entre el continente y el Monte Saint-Michel, con un recorrido de descubrimiento totalmente renovado. Nuevo centro de recepción, nuevo acceso, nuevos medios de transporte: todo ha sido pensado para que el Monte siga siendo accesible para todos los públicos.
Un puente-pasarela para caminar sobre el agua
Las diferentes obras realizadas para restablecer el carácter marítimo del Monte Saint-Michel están íntimamente relacionadas gracias a una búsqueda de coherencia entre la belleza del lugar y la funcionalidad. Este enfoque arquitectónico sensible traduce en actos una operación de desarrollo sostenible claramente orientada hacia la bahía y la abadía, como afirma Dietmar Feichtinger, el arquitecto del puente-pasarela: “El acercamiento hasta el Monte es tanto un trayecto como una escala, un tiempo necesario para alcanzar ese lugar perdido en la lejanía del horizonte marítimo […] Desde el continente hasta el Monte, la geometría general del proyecto forma un movimiento continuo y fluido”.
Un nuevo aparcamiento, apartado del Monte
El nuevo aparcamiento está situado a 2,5 km en el continente. Desde el aparcamiento y el Centro de Informaciones Turísticas, unos autobuses gratuitos y unos caminos peatonales conducen a los visitantes hasta el Monte. Los visitantes recorren a pie el nuevo puente-pasarela. Por su parte, el autobús deja a los pasajeros a 400 metros del Monte Saint-Michel para reservar a los peatones unas vistas despejadas del Monte y de la bahía.
Una isla que surge como por arte de magia
Cuando el coeficiente de la marea es superior a 110, el Monte vuelve a ser una isla. Las murallas bañan en el agua y la roca queda cortada de sus accesos. El fenómeno, que sólo dura unas horas, no se había producido desde hacía más de 130 años.
La roca ofrece sin duda uno de los mejores miradores para observar el espectáculo de las grandes mareas.
Más información sobre los accesos a El Mont-Saint-Michel.
Fuente y más info: http://es.rendezvousenfrance.com/es/el-mont-saint-michel