Versión clásica

Nafea faa ipoipo, el conocido óleo de Gauguin recientemente vendido, ya se puede ver en el Museo Reina Sofía.

La pintura es la más bella de las artes. En ella se resumen todas las sensaciones; frente a ella cada uno puede, según su propia imaginación, crear una novela (…) Igual que la literatura, el arte de la pintura cuenta lo que quiere, con la ventaja de que el “lector” conoce inmediatamente el preludio, el desarrollo y la conclusión.

Paul Gauguin (1890)

 

Procedente de la Fondation Beyeler, donde ha estado expuesta formando parte de una antológica dedicada al artista hasta el pasado 28 de junio, llega a las salas del Museo Reina Sofía, para incorporarse a la exposición Coleccionismo y Modernidad. Dos casos estudio: Colecciones Im Obersteg y Rudolf Staechelin, la obra de Paul Gauguin (1848 – 1903), Nafea faa ipoipo (¿Cuándo te casarás?), que con posterioridad viajará a Estados Unidos, donde se expondrá hasta el 10 de enero del próximo año en The Phillips Collection de Washington, antes de pasar de forma definitiva a manos del nuevo propietario.

Fotografía: MUSEO REINA SOFÍA

Fotografía: MUSEO REINA SOFÍA

Según recogieron hace unos meses prestigiosos medios de comunicación de dentro y fuera de España, la obra fue vendida por la Rudolf Staechelin Family Trust, por una cantidad que la convertiría en la más cara de la historia. Como anécdota hay que mencionar que Nafea faa ipoipo, fue expuesto en 1893, junto a una treintena de obras del artista, en la Galería de Paul Durand-Ruel quien, junto al autor, lo valoró en 1.500 francos franceses (el más caro de los exhibidos); ninguno de los cuarenta trabajos que formaban parte de la muestra fueron adquiridos. Dos años más tarde, el cuadro salió a subasta por 500 francos pero tampoco encontró comprador.

Gauguin, una de las figuras más influyentes del arte de finales del siglo XIX, pinta el famoso cuadro en 1892 y ya entonces lo define como una de las obras fundamentales de la producción que realiza en la Polinesia. En él se representan dos figuras femeninas sensuales situadas en un paisaje idílico. No se sabe con exactitud la relación entre el título del lienzo y la significación global de este trabajo, pero la misteriosa pregunta –¿Cuándo te casarás?)- forma parte del simbolismo general de la escena. La obra también refleja hasta qué punto Gauguin proyectó su imaginario europeo en un paraíso polinesio que bajo el imperio colonial de Francia había perdido su inocencia hacía mucho tiempo. Algunos expertos han considerado que la mujer del primer plano busca marido al llevar una flor tras su oreja mientras que la otra sería la encargada de buscar al futuro esposo, por eso en el fondo se vislumbran dos figuras paseando. Las tahitianas fueron el motivo fundamental para la inspiración del artista, protagonizando la mayor parte de los lienzos ejecutados en la Polinesia.

Al parecer, el cuadro –descrito por el biógrafo Wilhelm Barth como uno de los más eróticos de Gauguin- no fue pintado del natural sino a partir de bocetos. Compuesta por colores luminosos y formas elementales, en la obra aparecen dos mujeres tahitianas sentadas en el suelo, en un idealizado paraje natural, -que algunos apuntan podría tratarse de un claro al pie del monte Orohena- con la mirada en oblicuo y en actitud inquieta. Barth habla de la “utilización de este paisaje idílico como un decorado de teatro, en el que las caras de las figuras femeninas se asemejan a máscaras”.

Existe un dibujo preliminar de las dos mujeres que hoy pertenece a una colección particular. Además, hay un boceto de la muchacha que aparece en primer término –Tehamana, que fue compañera del pintor durante su estancia en Tahití- realizado a carboncillo y pastel, y que después reprodujo como figura secundaria en varios de sus cuadros.

El óleo que ahora se podrá ver en el Museo Reina Sofía, presenta evidentes afinidades, no sólo por la similitud de los títulos, con otra pintura del mismo año Aha oe feii (¿Estás celosa?). En este lienzo también aparecen dos muchachas,

una recostada y otra sentada. La composición de la obra tiene influencia de las estampas japonesas, que tanto gustaban en aquella época y las dos figuras están bien asentadas en el espacio, como estatuas aisladas. A diferencia del retrato europeo donde prima la individualidad, Gauguin utiliza a menudo en Tahití la fórmula de las composiciones duales que, además, suelen ser el motivo central del cuadro.

Fotografía: MUSEO REINA SOFÍA

Fotografía: MUSEO REINA SOFÍA

En Nafea faa ipoipo destaca la espectacular combinación de colores en la que predominan las tonalidades rojas, anaranjadas y amarillas de las telas que cubren a ambas figuras. Gauguin se sentía especialmente atraído por las yuxtaposiciones de los colores de los tradicionales pareos y, en esta ocasión, utiliza el vestido de la mujer que aparece en primer plano como base del resto de los tonos cálidos que contrastan con los más fríos del paisaje. La importancia que el artista concede a los colores, a su utilización conjunta, a la armonía, se percibe tanto en su obra como en sus palabras: Las combinaciones son ilimitadas; la mezcla de colores da un tono sucio; un color solo es crudo y no se da en la naturaleza. Existe sólo en un arco iris, pero la naturaleza, en su riqueza, ha querido mostrárnoslos unos junto a otros, en un orden intencionado e inmutable, como si cada color naciera del otro.

El historiador y filósofo del arte, R. Huyghe reflexiona sobre el valor de Gauguin y afirma que fue el primero en darse cuenta de la necesidad de una ruptura para hacer posible el nacimiento del mundo moderno; el primero en huir de la tradición latina, árida, fosilizada, moribunda para hallar de nuevo entre las leyendas bárbaras y las divinidades primitivas el impulso originario. Para Huyghe, el artista contribuyó a abrir el camino de las indagaciones que, una vez sistematizadas, desembocarían en el arte abstracto y a aquellas otras que, hechas exclusivas, constituirían la novedad del expresionismo e incluso del surrealismo.

Apuntes biográficos

Paul Gauguin nace el 7 de julio de 1848, en París. Por diferentes motivos la familia se ve obligada a emigrar y el artista vive gran parte de su infancia en Perú. La búsqueda de lo exótico y lo primitivo que le acompañó toda su vida puede tener el origen en la estancia en este país.

En 1855 regresa a Orleans y seis años más tarde se prepara para ingresar en la Escuela de Náutica, pero no lo consigue y se enrola en la marina con 17 años, hasta 1871. Cuando regresa a París, en 1872, se convierte en agente de bolsa, trabajo en el que se desenvuelve muy bien, obteniendo ingresos que le permiten coleccionar pinturas, empezar a pintar y contraer matrimonio con la joven danesa Mette Gad, con la que tendrá cinco hijos. Su primer maestro artístico será Camille Pissarro, de cuya mano entra en el grupo impresionista, participando en varias exposiciones. A partir del 1873, el artista comienza a pintar óleos sobre lienzos y cuatro años más tarde a modelar y a esculpir con entusiasmo.

Las dificultades económicas, problema con el que convivirá siempre, motivan el traslado en 1883 a Rouen. Tres años más tarde Gauguin decide instalarse en París junto a su hijo mayor, dejando al resto de la familia en Dinamarca. Ese mismo año se traslada a Pont- Aven, en la Bretaña francesa, donde su pintura cambiará radicalmente, abandonando el Impresionismo e iniciando un camino más personal con un colorido más intenso y un mayor simbolismo.

Gauguin es el eterno viajero, por lo que se traslada a Panamá, donde trabaja en el canal que se está construyendo y a Martinica, lugar en el que se relaciona por primera vez con el exotismo que caracterizará su pintura. Cuando regresa a Francia, y tras un breve paso por París, se instala de nuevo en Bretaña, concretamente en Le Pouldu. Aquí experimenta otro cambio en su forma de pintar gracias a la influencia del arte oriental, que le llevará a un mayor sintetismo. La estancia bretona se vio interrumpida por una breve temporada que pasa con Vincent van Gogh en Arles; de esta relación ambos salieron mal parados, aunque conservaron la amistad.

En 1891 cumple su nuevo sueño marchándose a Tahití. En concreto se instala en la localidad de Papeete donde intenta ganarse la vida haciendo retratos; al final decide retirarse de la civilización y vivir con una joven mestiza. El primitivismo y el simbolismo marcan su pintura en estos años. Los críticos han calificado esas primeras obras tahitianas de asombrosas, hechas con gran maestría. En la localidad de Faaone, en la costa oriental de la isla, conoce a una muchacha de trece años, Tehamana, con la que se casa y al parecer alcanza la felicidad, que se ve sólo perturbada por el problema que le acompaña durante toda su vida, la falta de medios económicos. En abril de 1892 había concluido alrededor de 30 lienzos, entre ellos Nafea faa ipoipo donde aparece Tehamana.

En septiembre de 1893 regresa a París donde espera el reconocimiento de su talento y el éxito económico, pero ocurre lo contrario, por lo que en junio de 1895 se traslada de nuevo a Oceanía, desesperado, enfermo, alcohólico y solo. Las Marquesas será su nuevo destino donde realiza obras en las que pone de manifiesto su intención de romper absolutamente con la tradición realista. Gauguin empieza una importante campaña a favor de los indígenas y, al tener dificultades con las autoridades de Tahití, abandona la isla y se traslada a Atuana. Muere de un ataque cardíaco, el 8 de mayo de 1903, con el deseo incumplido de volver a Europa.

Sobre la Colección Rudolf Staechelin

La Colección Rudolf Staechelin, de la que hasta hace pocos meses formaba parte la obra de Gauguin Nafea faa Aipoipo, se inició en Ginebra en 1914, cuando su impulsor, Rudolf Staechelin (Basilea, 1881) adquirió un conjunto de obras de artistas suizos contemporáneos, emulando el gesto de otros empresarios de su generación. Nacido en el seno de una familia de constructores y financieros muy influyentes la educación de Staechelin estuvo orientada a la participación en los negocios paternos, por lo que se desconoce el origen de su interés por el arte, más allá de su pertenencia a un sector nuevo de la burguesía, que buscaba granjearse una reputación filantrópica por medio de la adquisición de obras de arte.

El despertar de Basilea al arte moderno, a través de destacadas exposiciones de artistas contemporáneos franceses, fue un aliciente a la hora de formar ese “nuevo gusto” y de propiciar la inversión por parte de este grupo de jóvenes coleccionistas.

Fotografía: MUSEO REINA SOFÍA

Fotografía: MUSEO REINA SOFÍA

La línea de referencia de las adquisiciones de la Colección está así directamente relacionada con las exposiciones celebradas en esos años: la dedicada al impresionismo francés en la Kunsthalle de Basilea (1912), la muestra de los maestros franceses desde Courbet a Signac (1913), las exposiciones que recogían los dibujos de Pablo Picasso (1914) y la obra de Ferdinand Hodler (1911 y 1917), o la dedicada a pintores franceses y suizos (1915). Se conserva la documentación generada con motivo de las transacciones de Staechelin, un corpus documental que permite estudiar con precisión los movimientos del coleccionista. Según estos documentos, las adquisiciones más importantes de arte francés se realizaron entre 1917 y 1918 con la ayuda de influyentes galerías y marchantes de toda Europa, especialmente de Francia, Alemania y Suiza. Por citar un ejemplo, fue en la galería ginebrina Maison Moos donde adquirió el primer grupo destacado de obras francesas, entre ellas Nafea faa ipoipo de Paul Gauguin, Paysage avec deux figures de Pierre-Auguste Renoir y Nature morte: Les harengs saurs de Vincent van Gogh.

Las galerías conocían las condiciones de Staechelin, quien tenía como norma hacerse exclusivamente con pinturas creadas en los periodos “maduros” o “clásicos” de sus autores. Su gusto fue alabado, por claro y directo, ya que solo aceptaba obras de equilibrada composición y claramente representativas dentro de la carrera de éstos. De hecho, aunque contaba con diversos trabajos de sus artistas predilectos, como Camille Pissarro, Paul Cézanne o Pablo Picasso, nunca intentó completar una representación de los diferentes periodos de cada uno de ellos.

De ese modo, la colección mantiene un aire homogéneo y contenido, ya que excluye expresamente determinadas manifestaciones del arte moderno como, por ejemplo, el cubismo o la abstracción. Al aplicar tal criterio, Staechelin pretendía que las obras de su colección estuvieran a la altura de las adquiridas por un museo, ya que una de sus pretensiones era la proyección pública de la misma.

En 1920, Staechelin expuso su colección en la Kunsthalle de Basilea a petición de Wilhelm Barth, máximo responsable institucional de la difusión del arte impresionista y posimpresionista en la ciudad. La muestra estaba distribuida en cuatro secciones: maestros franceses del siglo XIX, pintores franceses modernos, pintores suizos y pintores contemporáneos alemanes.

Diversos gestos muestran, desde entonces, la vocación de servicio público de Staechelin, su voluntad de convertir su colección privada en una fundación de mayor alcance. A la exposición pública de su colección de arte asiático siguió la adquisición de una mansión como espacio de muestra permanente del resto de la colección, en lo que será el germen de la Fundación Staechelin, creada para asegurar y proteger el patrimonio acumulado. En 1945, el coleccionista asistió por última vez a una reunión del patronato de su fundación, ocasión en la que se puso de manifiesto la imposibilidad de realizar nuevas adquisiciones. Tras su muerte, la Fundación comenzó a concebir una exposición de su colección junto con el Kunstmuseum Basel, la institución con la que Staechelin había colaborado a lo largo de toda su vida y donde desde 1956 se mantiene para disfrute del público.

Fuente y más info: http://www.museoreinasofia.es/

 

 

 

 

 

 

 

 

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