Capital del municipio desde 1865, se encuentra en el centro geográfico del mismo, cuenta con 132 habitantes. Garrafe es voz vasco-ibérica, con el significado de “bajo monte” o “al lado del monte”.
Esta es la puerta natural que, tiene la ciudad cuando sale a la montaña, Ribera del Torío. Paso astur antes que prado romano.
Restos de castros en los cerros del valle recuerdan que Roma despobló las alturas y condenó a los vecinos al arado y al callado, junto al camino y el río, a la vista; aún más en esta tierra tan a mano de la Legio VII acuartelada en lo que hoy es León, apenas a tres leguas.
La historia debió transcurrir con amabilidad los siglos posteriores porque no hay noticias ni turbulencias señalables en los siglos bárbaros, pero permanecería en silencio durante cien años, desolada, fronteriza, tras la invasión musulmana.
Fotografía: Ayto. Garrafe
La presencia mozárabe en el Torío debió ser tan intensa como larga es la lista de nombres que les recuerdan. Villa Habíbí, Villa Zulema, Villalfeíde, Almuzara, Genicera, Gete… Es entonces cuando se levantan los monasterios de San Julián de Ruiforco y el de Santa María de Manzaneda. La arquitectura mozárabe no fue aquí tan señalada como en Escalada o Peñalba; sin embargo, sólo en el Torío se puede escuchar una Salve Mozárabe que es el último y único vestigio vivo de esta cultura, toda vez que la música puesta en códice aún no ha podido ser descifrada.
Garrafe, que fue señorío eclesiástico, se convertiría desde 1865 en cabecera municipal de la misma comunidad de pueblos que en la actualidad, a excepción de Matueca. Desde sus altos poblados de roble se contempla una gran vega y se comprueba, ciertamente, que la ajetreada historia ha sido amable a su paso por aquí.
Los pueblos del viejo Infantado son “guapos” por guardar sus viejas señas. Dentro de la arquitectura popular leonesa ofrecen ciertas singularidades propias de una zona de transición del barro-tapial-adobe hacia el canto
Fotografía: Ayto. Garrafe de Torío
rodado y la piedra labrada, conjugando en muchos casos estos tres materiales a los que se añade intercalada- mente el ladrillo. Sobre todo ello, una montera de teja roja señala entre la fronda del valle la presencia de cada localidad.
Se conservan magníficos ejemplos de construcción de tapial en la totalidad de los pueblos, aunque destacan por su densidad los dos Villaverdes, Riosequino, Valderilla, Fontanos, Palacio, Abadengo…La piedra de río, canto rodado, gran morrillo, deja ver sus alardes en Pedrún, Matueca, Garrafe, Manzaneda, Palazuelo, mientras que la piedra labrada tiene su presencia únicamente en San Feliz o Ruiforco.
Fuente y más info: http://www.aytogarrafedetorio.es/los-pueblos/
