Asiste a la Semana Santa de la antiquísima ciudad de Braga, en la región de Porto e Norte.
La ciudad se engalana con motivos alusivos a la ocasión y los «Pasos», altares de calle, se llenan de flores y luces, complementando la suntuosidad de las iglesias.
La construcción de «Bracara Augusta», sede jurídica romana, fue iniciada en el año 27 a. C. durante el Imperio de Augusto. Integraba las vías del Imperio que atravesaban la Península Ibérica, comunicándola con Roma, lo que demuestra la importancia de la ciudad en el territorio. En el año 216, el Emperador Caracalla la elevó a capital de la provincia de Galecia y, en el mismo siglo, la Diócesis de Braga fue creada, bajo la jurisdicción del Obispo Paterno.
Al dominio romano le sucedió la ocupación de la ciudad por los Suevos, que la erigieron capital política e intelectual, por los Visigodos y por los Musulmanes, hasta que, a mediados del s. XI, fue reconquistada por los cristianos y el arzobispado fue restaurado por el Obispo D. Pedro. Durante el período musulmán, los obispos trasladaron su residencia a Lugo (España). En el 1112, con el arzobispo D. Mauricio Burbino, la historia eclesiástica de Braga ganó importancia. Después de la disputa con la Catedral de Compostela, el Papa Inocencio III autorizó en el año 1199 la jurisdicción de Braga sobre Oporto, Coimbra y Viseu, así como sobre cinco diócesis en España.
La Catedral de Braga, la más antigua del país, fue la mayor referencia religiosa en Portugal a lo largo de los siglos y el dicho popular «más viejo que la Catedral de Braga», para referirnos a algo muy antiguo, es elucidativo de su valor. Siempre marcada por la actividad eclesiástica que, naturalmente, se reflejó en el enriquecimiento de la ciudad, podemos decir que el s. XVI y el s. XVIII fueron las épocas de oro de su historia y de su desarrollo. Primero con la acción del arzobispo D. Diogo de Sousa, el reedificador de Braga, que a partir de 1505 asumió el gobierno temporal y espiritual transformando «la aldea en una ciudad» (en sus propias palabras) y después con las iniciativas de los arzobispos D. Rodrigo de Moura Teles y D. José de Bragança imponiendo el exuberante estilo barroco.
La industrialización y la creación de la Universidad contribuyeron enormemente para el desarrollo actual de la ciudad que se mantuvo fiel a la tradición religiosa secular, revivida intensamente todos los años durante las Solemnidades de la Semana Santa y en la Fiesta de San João Baptista, en Junio. Son buenas oportunidades para conocer Braga, paseando por el Centro Histórico o recordando uno de los Caminos de Santiago que por aquí pasaba.
En los alrededores, también sugerimos el Recorrido de los Santuarios Marianos y una visita al singular Museo de los Cordofones.
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