Sobre una colina horadada por el río Tormes se asienta la antigua Bletisa romana, con interesantes vestigios, como el recatado Puente Mocho. De épocas anteriores quedan el verraco, en los jardines de la Fortaleza, y un imponente menhir.
Ledesma es un municipio de la provincia de Salamanca que se sitúa en el extremo norte, dentro de la comarca de la Tierra de Ledesma, lindando con la zamorana comarca de Sayago, con la que comparte paisaje, historia, cultura y tradiciones. En su término predomina el paisaje natural adehesado, compuesto por extensas llanuras salpicadas de pequeñas elevaciones y el inicio de los desniveles que origina a su paso el río Tormes que, más adelante, dan origen al espacio natural protegido del parque natural de Arribes del Duero.
El municipio ha ido agregando, con los años, una multitud de localidades limítrofes y dehesas, entre las que se encuentran Aldeagutiérrez, Cuadrilleros, Cuadrilleros de los Dieces, El Casar, El Cerezo, Estacas, Estaquillas, Frades de Santa María, La Riverita, La Sagrada, La Samarita, La Samasa, La Vadima, Muchachos, Nóguez, Pelilla, Santa Marina, Santo Domingo, Zafroncino y Zorita, algunos de ellos con la consideración actual de despoblados.
El casco urbano se asienta sobre una muela granítica de ingente tamaño, situada a una altitud de 780 msnm. Dista 35 km de la ciudad de Salamanca, la capital provincial, 55 km de Zamora y 84 km de Ciudad Rodrigo, las principales ciudades de su entorno. Su estratégica situación, su fácil defensa y los evidentes restos arqueológicos existentes, indican que su primer asentamiento pudo haber sido un castro prehistórico.
Más evidente es su pasado romano, época en la que estuvo situado en la frontera norte de las Hispania Ulterior Lusitania, bajo la denominación romana de Bletis, de la que deriva su actual nombre de Ledesma. Su repoblación definitiva se produjo en el 1161 cuando Fernando II de León otorgó el fuero de la villa, lo que la convirtió en un notable centro político, económico y de comunicación de las tierras del reino de León. La villa cuenta con un rico patrimonio arquitectónico y etnográfico, consecuencia directa de su largo devenir histórico. Por este motivo, la villa fue declarada conjunto histórico-artístico en 1975, además de contar con otros bienes de interés cultural como el Puente Mocho, la iglesia de Santa Elena, la iglesia de Santa María la Mayor y la fortaleza. Además existen notables muestras culturales, propias o adaptadas, cuyo principal exponente sea quizás el Corpus, pero también otras como las Calendas, las Águedas, el Carnaval, los Quintos, la Semana Santa, el Lunes de Aguas, el Carmen o los Festivales de Veranón.
En el 711 se inicia la conquista musulmana de la Península Ibérica. Ledesma se convierte en un importante núcleo del norte de Al-Andalus, aunque la primera noticia de la instalación de los árabes en la Villa está envuelta en leyenda: Alí, el hijo del walí musulmán Galofre, primo del rey Alcama de Toledo, es enviado a estudiar latín con los cristianos ledesminos que vivían extramuros de la Villa, junto a la iglesia de San Juan (existente hasta hace poco más de 150 años).
El joven atraído por las enseñanzas, la fe y el carácter fraternal de los cristianos decide convertirse al cristianismo; su nuevo nombre es Nicolás y los clérigos que lo bautizaron fueron Leonardo y Nicolás. Enterado su padre de esto, lo manda degollar, y a los dos clérigos despojarles de su piel, lapidarlos y a continuación quemar a los tres.
Los cristianos recogieron sus restos que han sido venerados hasta hoy día. Es curioso que se conserva una leyenda en la que se dice que el mismo día y fecha son martirizadas también en Ledesma, en el Convento de San Salvador -según la leyenda, fundación goda- dos religiosas, Julia y Vigasta, convertidas según la tradición en santas mártires, pero de las que se conservan escasas referencias tras el abandono de la comunidad benedictina del Convento de San Salvador de Ledesma.
Por lo demás, los restos del dominio musulmán no dejaron más huellas palpables, hasta que en 939, Ramiro II de León arrebata la población a los musulmanes. Se inicia con esto un periodo de reconquista de Ledesma que no culminará hasta 1161. Hasta esa época, Ledesma será repoblada por Ramiro II, atacada y saqueada en dos ocasiones por Almanzor y repoblada de nuevo por Alfonso VI de León.
Es en el año 1161 en el que Fernando II de León dota de fuero propio a la Villa, y la convierte en un señorío real de Villa y Tierra del que dependían 161 lugares, pueblos y aldeas, configurando un alfoz comprendido entre los de Salamanca por el este, Zamora por el Norte, Ciudad Rodrigo por el Sur y el incipiente reino de Portugal por el Oeste.
Para establecer este señorío, dota a Ledesma de un conjunto de estructuras feudales que sirven de base al actual Casco Histórico: se le concede una garantía jurídica con el fuero (hasta que es abolido por «Las siete Partidas» de Alfonso X e igualada jurídicamente al resto de León) y se repuebla esta zona tan castigada con gente procedente de Galicia, León, Zamora y Toro, se amuralla perfectamente Ledesma y se construye en su parte menos protegida y mirando hacia el reino de Portugal una fortaleza.
Se le otorga a la villa un importantísimo papel religioso, construyendo siete iglesias principales (Santa María, San Martín, Santiago, San Pedro, San Miguel, Santa Elena y San Polo) y posiblemente trayendo a la Villa a las monjas benedictinas (época expansiva del Císter por el Reino de León) que ocupaban el que hoy es monasterio de las MM. Carmelitas, y a los Caballeros Templarios que regentaban el monasterio que se había construido en el solar donde fueron quemados los mártires (Nicolás, Nicolasito y Leonardo), y que tras su disolución fueron sustituidos respectivamente por los Caballeros de San Juan de Malta y la Orden de los Franciscanos.
Ledesma desde entonces se comienza a forjar como un núcleo en expansión favorecido por su estatus de capitalidad de su alfoz, su situación fronteriza dentro de León con Portugal y Castilla, por ser un núcleo importante en la articulación y relación de un reino en expansión, por encuadrarse en medio de una red de caminos, fundamentalmente por el ramal de la Vía de la Plata que va desde Ledesma a Zamora, aunque también otros menores como la Colada de Salamanca, la Colada de Fermoselle, el Cordel de Almeida, el Cordel de Ciudad Rodrigo, la Vereda del Asmesnal, la Vereda de Peñalvo y la Colada de Doñinos de Ledesma.
Esta nueva realidad de zona de frontera, alejada de los grandes núcleos de poder, en la que se premiaban las luchas de los caballeros en las conquistas a musulmanes, castellanos y portugueses, junto con su incipiente economía (ganadera, agrícola y peletera fundamentalmente, pero cada vez más diversificada para atender toda la demanda de una urbe como era ya la ciudad, llegando a haber pintores, entalladores y plateros) convierten a la Villa en un importante foco de atracción para la población del norte: desde campesinos hasta nobles hidalgos y clérigos vienen a estas tierras a aprovechar la situación de un núcleo en expansión.
Su condición de realengo, alterada en algunas ocasiones por la cesión de la Villa a señores, generalmente a miembros de la familia real, le sirve para obtener una cierta libertad de actuación que terminará por fortalecer al Concejo, que ya en 1484 comienza la construcción de su sede, la Casa Consistorial o Casa del Corregidor Trasmiere
Son los siglos XV y XVI los de mayor prosperidad económica y demográfica de la Villa, hasta alcanzar los 489 vecinos (1956 habitantes) en 1516 y más de 600 a finales del siglo (en torno a 2500 habitantes). Se sobrepasan los límites amurallados y nacen los barrios extramuros: Los Mesones, San Jorge, Las Ventas, Santa Elena, San Pablo, el Mercado y las Huertas, habitados por artesanos de diversos tipos y viviendas de los nuevos comerciantes, labrantines y jornaleros.
Es en esta época en la que el recinto amurallado se llena de palacetes góticos y renacentistas de las grandes familias nobiliarias que han asentado su poder, quedando configuradas como una élite que dirige el Consistorio, la Iglesia, la Audiencia.
Las desamortizaciones eclesiásticas nos dejan la pérdida de multitud de patrimonio, de las siete iglesias originales se ceden al ayuntamiento las de San Martín, Santiago y San Pedro (reconstruida en los Mesones), que las derruye; la de San Polo se reconvierte en propiedad privada y es hoy la ermita de la Concepción, el ya maltrecho Convento de San Nicolás es vendido y derruido, el de las MM. Benedictinas es reconvertido en Monasterio de MM. Carmelitas, pero perdiendo gran parte de su patrimonio. Se pierden multitud de obras de arte, otras se recolocan entre las tres iglesias históricas conservadas: Santa María la Mayor, Santa Elena y San Miguel, convirtiéndose así en grandes poseedoras de patrimonio.
Todas las ermitas se vienen abajo y son cedidas o vendidas, conservándose sólo hoy la de la Ermita del Carmen de mediados del siglo XVI y la de la Concepción rehecha en 1841. De los tres hospitales originarios sólo se mantiene el de Gonzalo Rodríguez de Ledesma o de San José.
Que ver
Fuente, fotografías y más info: http://es.wikipedia.org/wiki/Ledesma_(Salamanca)
http://www.salamancaemocion.es/descubre/25/ledesma/
http://www.ayuntamientodeledesma.com/