La exposición, comisariada por los historiadores y críticos de arte Rosa Gutiérrez Herranz y Jaume Vidal Oliveras, reúne más de 200 obras y 50 documentos del Fondo Rafael y María Teresa Santos Torroella, y 40 piezas de la Asociación Colección Arte Contemporáneo, así como un conjunto de documentos seleccionados del Archivo Ángel Ferrant.
La concejala de Educación y Cultura, Irene Carvajal, ha presentado hoy en el Museo Patio Herreriano la exposición ‘Anudar el tiempo. El Fondo Rafael y María Teresa Santos Torroella y sus ecos en la Asociación Colección Arte Contemporáneo’, que reúne más de 200 obras y 50 documentos del Fondo Rafael y María Teresa Santos Torroella, y 40 piezas de la Asociación Colección Arte Contemporáneo, así como un conjunto de documentos seleccionados del Archivo Ángel Ferrant.
La colección y el archivo-biblioteca del crítico, historiador y poeta Rafael Santos Torroella —cuidadosamente custodiados por su esposa, Maite Bermejo— conforman un valioso conjunto que no es solo el testimonio de su trayectoria vital e intelectual, sino que configura también un recorrido por los senderos de la vanguardia española en el siglo XX, anudada en dos tiempos, el antes y el después de la Guerra Civil. Un trayecto de idas y retornos, de pasajes y tránsitos, que hoy reconstruimos a través del diálogo entre el fondo Rafael y María Teresa Santos Torroella del Ayuntamiento de Gerona y la Asociación Colección Arte Contemporáneo, depositada en el Museo Patio Herreriano de Valladolid.
Las raíces
El punto de partida de este itinerario por la modernidad española es una serie de episodios germinales que se van a suceder en las cuatro primeras décadas del siglo XX: la irrupción de la vanguardia durante la Gran Guerra; los flujos entre tradición y arte nuevo, renovación y clasicismo en los años veinte, y, finalmente, los círculos y artistas del entorno del surrealismo en los treinta. Estos episodios constituyen los referentes estéticos de Santos Torroella, sus raíces culturales.
La reanudación
La Guerra Civil supone una fractura en esta genealogía de la modernidad principiada en el primer tercio de siglo. A pesar de esta interrupción, y todavía en el difícil contexto de la Autarquía, desde diversos puntos de la geografía española van a ir surgiendo propuestas que tienen como finalidad la reanudación de la actividad vanguardista de preguerra, como la editorial y asociación Cobalto en Barcelona (1947-1953) o la Escuela de Altamira en Santander (1949-50), entre otras. Son iniciativas que desembocan en el premiado pabellón español de la IX Trienal de Milán (1951), la primera exhibición de arte de vanguardia desde el final de la guerra que obtuvo un reconocimiento internacional. Todas ellas contarán con la participación de Santos Torroella.
La sincronización
La repercusión que obtuvieron estas iniciativas impulsará el patrocinio por parte del Estado de la creación más inquieta a través de las Bienales Hispanoamericanas de Arte (1951, 1954 y 1955), que terminarán de encumbrar las modernas corrientes abstractas. A pesar de la instrumentalización que de ellas va a hacer el Régimen como imagen de aperturismo de cara al exterior, éstas supondrán también la normalización de la vanguardia y la sincronización con las tendencias internacionales del momento. El compromiso de Santos Torroella con el arte nuevo continuará, a través de su labor de crítico y profesor, con la promoción, en los cincuenta, de los creadores informalistas y, después, en los sesenta, de las nuevas generaciones figurativas.
Rafael Santos Torroella, un intelectual ‘frontera’
La figura de Rafael Santos Torroella (Portbou, 1914-Barcelona, 2002) desborda los límites y las categorías estancas para construirse en una encrucijada de vectores espaciales y conceptuales. Nacido en Portbou (Gerona), formado en Salamanca, Valladolid y Madrid, residente en Barcelona con estancias estivales en Cadaqués, su itinerario vital e intelectual traspasa las lindes de la geografía española. Igualmente, su perfil profesional se diversifica en diferentes facetas, que hacen de su figura lo que podríamos denominar un intelectual «frontera» entre el arte, la poesía, la investigación, la promoción y el coleccionismo.
El poeta
A pesar de la variedad y extensión de sus intereses, Santos Torroella siempre se definió a sí mismo, y antes que nada, como poeta. Sus versos, escritos en catalán y castellano, recogen la impronta de las generaciones del 98 y del 27, además de la influencia luso-brasileña de autores como João Cabral de Melo o de poetas catalanes como Carles Riba.
El historiador
Al lado de la poesía, la otra gran pasión de Santos Torroella fue el arte, al cual se va a aproximar desde la historia, la crítica, la gestión cultural e, incluso, desde la práctica creativa y el coleccionismo. Como investigador sobresalen, entre muchas otras aportaciones, sus trabajos sobre el Salvador Dalí del periodo de la Residencia de Estudiantes, que fueron pioneros en la introducción del psicoanálisis en los estudios iconográficos y en el descubrimiento de la compleja relación personal y artística del pintor con el poeta Federico García Lorca.
El gestor cultural
Dentro de su faceta de promotor de actividades culturales destacan, por su transcendencia, las iniciativas impulsadas o que contaron con su participación llevadas a cabo durante la posguerra y que significaron la recuperación y difusión de la cultura de vanguardia en España: la editorial y asociación Cobalto (1947-1953), la Escuela de Altamira (1949-50), la Trienal de Milán (1951), los Congresos de Poesía (1952-1954) y las Bienales Hispanoamericanas de Arte (1951, 1954 y 1955).
El crítico y el profesor
Como crítico de arte y profesor, su actividad recorre un amplio arco cronológico que va desde las revistas editadas por Cobalto en la posguerra hasta sus colaboraciones periódicas en El Noticiero Universal, ABC o Diario 16 en los años sesenta, así como su dedicación a la enseñanza en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge de Barcelona en la misma década.
El pintor y el coleccionista
Todas estas facetas y actividades confluyen y se manifiestan en su práctica artística como dibujante y acuarelista y también en su colección, que es reflejo de todo este rico universo de intereses y pasiones.