La Universidad de Salamanca y la Biblioteca Nacional de España (BNE) presentan en Madrid la exposición “Unamuno y la política”, en la que se aborda el pensamiento político del intelectual vasco y permite dejar constancia de su “coherencia y vigencia” a lo largo de cinco décadas, según explicaron durante la inauguración el rector Juan Manuel Corchado; el director de la Biblioteca Nacional, Óscar Arroyo; y los comisarios Colette Rabaté y Jean-Claude Rabaté. Al acto asistieron también la vicerrectora de Cultura, Patrimonio, Sostenibilidad y Desarrollo de Campus de la Usal, Matilde Olarte; y los directores de los servicios de Actividades Culturales, Javier Panera, y de Ediciones, Jacobo Sanz Hermida.
La colección, supone un compendio de la que se celebró en la Hospedería Fonseca de la Universidad de Salamanca entre octubre de 2021 y marzo de 2022. Para ello, se han seleccionado una serie de importantes documentos iconográficos y textuales, a menudo olvidados e, incluso, inéditos. Todo ello con la idea de revisar el pensamiento político de Unamuno, “intelectual comprometido que analiza y denuncia a menudo la censura, la alianza del Trono y del Altar, los nacionalismos vascos y catalán, el fascismo y el comunismo, la violencia de la vida pública; también, enjuicia el papel del Parlamento”, de los partidos, de la prensa e incluso las relaciones entre España y Europa, según explicaron los hispanistas franceses.
“La elección deliberada de un enfoque cronológico pone de realce la coherencia del pensamiento político de un intelectual reacio a cualquier clase de dogma pero a menudo presentado como contradictorio y «paradojista»”, subrayaron los comisarios y autores de los ensayos “Miguel de Unamuno (1864-1936)”, “Convencer hasta la muerte” y “Unamuno contra Miguel Primo de Rivera”, entre otros.
“Unamuno y la política. De la pluma a la palabra”, que podrá visitarse hasta el 8 de diciembre, reúne un total de 165 obras, originales y gráficas, entre las que el visitante podrá encontrar manuscritos, artículos de prensa, fotografías familiares, imágenes de la vida universitaria y de su vida política y objetos como la Banda con insignia de la Orden de la República y el título de Ciudadano de Honor. De las obras originales seleccionadas, 38 proceden del Archivo de la Universidad de Salamanca de la Casa-Museo de Unamuno y del Centro Documental de la Memoria Histórica; y una veintena de los fondos de la BNE. Destaca un audio de la voz de Unamuno, el único conocido (aportado por el CSIC), recitando alguno de sus poemas.
Para el rector de la Universidad de Salamanca esta colección se presenta como “una gran oportunidad para defender la democracia y estrechar los lazos existentes entre las dos instituciones con el objetivo de visibilizar el patrimonio que atesoramos”.
“Ambas instituciones contamos con un rico fondo documental que debemos preservar, pero también mostrar y difundir para acercar nuestra historia y nuestra cultura a la ciudadanía. La colaboración fructífera entre instituciones es fundamental para avanzar el desarrollo de nuevos proyectos y, por supuesto, para proyectar la cultura más allá de nuestras ciudades, para contribuir a la universalidad que, sin duda, representa Miguel de Unamuno», subrayó Corchado.
Recorrido cronológico
El planteamiento cronológico de la exposición permite revisar cinco décadas del ideario político del Rector Perpetuo. Para Colette Rabaté, Unamuno “nunca fue un político en el sentido literal de la palabra” y siempre manifestó su voluntad de no dejarse encasillar en ningún partido. Con todo, desde muy temprano se erige en agitador de los espíritus, determinado a remediar los males de la patria, incluso en actor o guía durante las horas trágicas que vivió España. En su ingente obra periodística, expresa su constante deseo de «hacer opinión pública». Con motivo de la guerra de Cuba y de los procesos de Montjuic, se impone en el paisaje político del país por sus posturas pacifistas y anticolonialistas.
A lo largo de su extenso rectorado (1900-1914), Unamuno actúa como «predicador ambulante»: denuncia el poder de la Iglesia, y sus campañas agrarias contra los terratenientes de la provincia de Salamanca provocan, en gran parte, su destitución. También, empieza a oponerse a la monarquía en la persona de Alfonso XIII, y al papel del Ejército durante la guerra de Marruecos.
Durante la Gran Guerra, la neutralidad de España atiza su antimonarquismo, siendo cada vez más víctima de una censura implacable. Su postura de intelectual europeo se refuerza cuando alza su voz en contra de la barbarie del Ejército alemán a través de la prensa española, francesa e italiana; también, se consolida su figura de tribuno, según precisa Jean-Claude Rabaté.
En septiembre de 1923, el manifiesto del general Miguel Primo de Rivera, que inaugura la dictadura, constituye un nuevo giro en su vida. Entre 1924 y principios de 1930, se alza como primer y feroz oponente a un régimen militar que aborrece. Desde Fuerteventura, París y, luego, Hendaya, incentiva la resistencia al dictador colaborando en revistas clandestinas, valiéndose de la poesía como arma de combate. Asimismo, no vacila en denunciar el fascismo de la Italia mussoliniana.
En 1931, es elegido diputado de la joven república, pero abandona pronto su escaño en las Cortes, defraudado por los diferentes gobiernos y la “brutalización de la vida política”. Cuando se produce el golpe militar, en julio de 1936, hundido en un torbellino de violencia y de confusión, se adhiere durante unas semanas a los insurgentes. Pero después de su momentáneo apoyo, amplificado por la propaganda mediática de los sublevados, se alza firme y públicamente en contra de ellos durante la sonada celebración del 12 de octubre de 1936. Lo ratifica cuando apunta en su último borrador que «los hotros» —los rebeldes— son peores que «los hunos» —los marxistas—. También presagia que se avecina «una dictadura militar» y escribe, poco antes de morir, que «hay que renunciar a la venganza».