Zamora 1521, el obispo Antonio de Acuña.
Año tras año el castellanismo ataca Zamora, intentando integrarla en el gran proyecto castellanista. Recreaciones históricas, representaciones teatrales, conciertos musicales para crear una conciencia castellanista, juramentos de los comuneros obligatorios a escolares… N conocen los límites. Pero obvian lo más importante: en 1521 Zamora era parte del Reino de León.
Esta provincia leonesa se mantiene en relativa calma durante el conflicto armado, el obispo zamorano Antonio de Acuña es partidario de los comuneros y se enfrenta a las tropas de Carlos I con sus clérigos en demanda del arzobispado de Toledo.
Durante la última fase del reinado de los Reyes Católicos se inicia la conquista de Navarra y en 1521 se produce la batalla de Noáin con tropas alistadas por ordenanza en Zamora y Toro. Otros contingentes se dirigieron a defender las posiciones de Carlos I contra los comuneros, las ciudades como Zamora, libres de la presencia de Nobles se amotinaron y se alzaron a favor de los comuneros. Padilla, uno de los dirigentes comuneros, se dirigió a Toro a tomar control de la situación y recabar nuevas tropas.
El proceso de la Guerra de las Comunidades se liquida definitivamente a favor de Carlos I en la batalla de Villalar, el 23 de abril de 1521. El caballero toresano Juan de Ulloa en Villalar, al ver a Padilla rendido, le hace una herida en la cara.
El bando comunero en Zamora fue liderado por el vallisoletano Obispo Acuña el cual tomó parte activa con sus tropas comuneras en la Guerra de las Comunidades de Castilla. El 23 de enero ocupó Magaz de Pisuerga con sus mesnadas, compuestas mayoritariamente por sacerdotes.
Tras tomar Magaz, el 1 de febrero se apoderó de Frómista (Palencia). Acuña desapareció en ese momento, tras atrincherar su ejército, y se sabe que el 10 de marzo se desplazó de Alcalá de Henares a Madrid, para aparecer dos días más tarde en Ocaña. El 29 de marzo se presentaba de incógnito en Toledo, pero los toledanos se enteraron y llevaron a Acuña a la catedral, pidiendo su nombramiento como arzobispo. Al día siguiente, Acuña se entrevistó con María Pacheco, esposa de Juan de Padilla, que se encontraba al frente de la comunidad toledana, como se ha apuntado más arriba.
El 9 de abril de 1521, los canónigos cedieron a la presión popular y nombraron a Antonio de Acuña arzobispo de Toledo, el más influyente de todos los Reinos de Castilla y de Toledo. El 12 de abril, se produjo la quema de Mora. Acuña había mandado movilizar a los hombres de entre quince y sesenta años. Destruyó Villaseca de la Sagra y estando en Yepes, se enteró de la quema de Mora, por lo que ordenó perseguir al ejército real, alcanzándolo en Illescas días más tarde, pero sin lograr vengarse.
Quedaban once escasos días para la batalla de Villalar, por lo que, tras la derrota y decapitación de los tres jefes comuneros, se produjo una persecución por toda Castilla de los comuneros. Acuña era uno de ellos, pero al ser un clérigo, no podía ser ejecutado.
Por ello, Carlos I condena a Acuña a estar recluido en el castillo de Simancas. De allí, el 25 de febrero de 1526 Acuña intentó escapar asesinando al alcaide del castillo Mendo de Noguerol.
El 24 de marzo, por orden expresa de Carlos I, Antonio de Acuña fue ajusticiado a garrote vil en el castillo de Simancas.
Textos: Prof. Dr. Hermenegildo López González y Martínezld . Colaboración historiográfica. Dr. José María Manuel García-Osuna y Rodríguez.