El Museo Nacional del Prado, con la colaboración del grupo de infraestructuras OHLA, ha acondicionado arquitectónicamente el espacio del Patio norte del edificio Villanueva para realizar una nueva intervención museográfica con obra escultórica no expuesta hasta ahora. El estudio de estos veinte relieves, catalogados inicialmente en el siglo XVII, ha permitido relacionarlos con la decoración de un desaparecido monumento del Capitolio de Roma y cambiar su datación a la época del emperador Federico II (1194-1250).
Museo Nacional del Prado, 11 de marzo de 2024. El Museo Nacional del Prado, con la colaboración del grupo de infraestructuras OHLA, ha acondicionado arquitectónicamente los paramentos y el pavimento del Patio norte del edificio Villanueva para realizar una nueva intervención museográfica con obra escultórica no expuesta hasta ahora.
Se presentan veinte relieves de tamaños diferentes, dentro de un formato ovalado irregular. Se trata de cabezas de perfil que llenan prácticamente toda la superficie escultórica, como sucede en los camafeos, con los que estos relieves presentan una estrecha relación.
Entre ellos se pueden señalar los clípeos de personajes barbados, los que portan corona de laurel, al modo tradicional de los emperadores romanos, y otros en los que se pueden observar tocados distintos, todos ellos de raigambre clásica. La identificación de las figuras no es posible al carecer de atributos o inscripciones, y todas ellas comparten la sencilla ejecución de su labra.
Las extraordinarias coincidencias con una serie de piezas localizadas en diversas partes de Italia han permitido proponer para todos ellos un origen común dentro del estilo llamado “federiciano” y catalogados hacia 1250. Muy destacado en la glíptica, este estilo fue el desarrollado en tiempos de Federico II (1194-1250), rey de Sicilia y emperador del Sacro Imperio Romano. Nieto de Federico Barbarroja, fue conocido como el stupor mundo (asombro del mundo), y tuvo inquietudes intelectuales entodo tipo de disciplinas. En sus monedas se retrataba como un nuevo Augusto y volvió la mirada hacia la Antigüedad, dando lugar a un protorrenacimiento en las artes.
Algunos de estos relieves se han puesto en relación con la decoración de un desaparecido monumento del Capitolio de Roma, erigido para albergar los restos del carroccio, una simbólica carroza militar arrebatada por Federico a la Liga Lombarda en la batalla de Cortenuova, y que el soberano regaló a la ciudad en 1237.
Este proyecto ha sido desarrollado por el Área de Conservación de Escultura y Artes Decorativas, junto con el Área de Restauración de Escultura, los equipos de la Coordinación General de Conservación y de la de Infraestructuras y Equipamientos, en colaboración con el Grupo OHLA. El diseño ha corrido a cargo de Jorge Ruiz Ampuero.