En el Centro de las Ciudades Medievales, hasta el 29 de octubre. La muestra permanecerá cerrada el 23 de octubre. En la lista de los “forzados” aparece un zamorano, Justo Moreno, exiliado en Francia y que acabó en Auschwitz trabajando para una industria química.
Una investigación liderada por el historiador Antonio Muñoz Sánchez ha rescatado del olvido a los llamados “Rotspanier” (Españoles Rojos”), los trabajadores forzados del III Reich, de los que hasta ahora apenas existían referencias. Una exposición itinerante comisariada por el propio Muñoz, que esta tarde, a las 19 horas, inaugura la muestra con una conferencia y una visita guiada, recala hasta el 29 de octubre en el Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales y recupera la memoria de las otras víctimas españolas del régimen nazi, unos 40.000, entre ellos, un zamorano, Justo Moreno, que con 20 años tuvo que exiliarse a Francia al final de la guerra civil y acabó en Auschwitz como trabajador forzado para una empresa química alemana.
El concejal de Turismo, Christpoh Strieder, presentó esta mañana la exposición junto al presidente del Foro por la Memoria de Zamora, Eduardo Martín González, quien avanzó que en la lista de trabajadores forzados podría haber otros dos zamoranos, de los que aún “no tenemos toda la documentación”. La exposición “trilingüe”, con paneles en alemán, francés y español, muestra “por primera vez” la “historia de este olvidado grupo de víctimas de la Alemania nazi”, en palabras de Strieder, que añadió que el Ayuntamiento ha decidido dar a conocer esta muestra para “defender la memoria de estas personas, que por su condición política tuvieron que sufrir una vida inhumana, trabajando en condiciones que, en muchas ocasiones, les llevaba a la muerte”.
El responsable de Turismo explicó que durante la Segunda Guerra Mundial, “más de 50.000 veteranos de la Guerra Civil española que se encontraban en Francia cuando fue ocupada por la Wehrmacht en 1940” se convertirían en trabajadores forzados de la Alemania nazi. Algunos de ellos eran antiguos voluntarios de las Brigadas Internacionales, pero la mayoría eran exiliados españoles. Los nazis los llamaban Rotspanier (Luchadores Rojos Españoles), considerados «chusma infectada de comunismo y antialemana» que representaban un peligro potencial para la seguridad del Reich y debían ser enviados a campos de concentración y campos de trabajo.
La mayoría de ellos ayudaron a construir el Muro Atlántico, la línea de búnkeres y bases de submarinos que debía impedir una invasión aliada. De hecho, la Alemania nazi recurrió de forma masiva al uso de mano de obra extranjera para sostener su economía. Solo en el territorio del Reich, trece millones de europeos fueron empleados en todos los sectores productivos, con especial incidencia en la industria armamentística. Y más del 80 % eran trabajadores forzados, procedentes en su gran mayoría de los países ocupados del este de Europa. Al final de la guerra, los extranjeros ocupaban uno de cada cuatro empleos en Alemania: seis millones eran trabajadores civiles, 2,2 millones prisioneros de guerra y 700.000 internos en campos de concentración.
Recalcó Strieder que los que peor “trato” recibían eran los considerados “enemigos políticos del III Reich”, los antifascistas, de los que destacaban por número y reputación los exiliados republicanos españoles. Cuando el ejército alemán lanzó su ofensiva sobre Francia en mayo de 1940 se encontraban en el país 140.000 refugiados españoles de la Guerra Civil, de los cuales, grosso modo, 100.000 eran antiguos combatientes, y 40.000 mujeres, ancianos y niños. De los que quedaron en Francia, miles de ellos fueron recluidos en los campos de internamiento y unos 70.000 tuvieron que servir en los Grupos de Trabajadores Extranjeros (GTE) tanto en Francia como en Argelia, construyendo infraestructuras o dedicándose a labores del campo.
Uno de estos trabajadores forzados era zamorano, Justo Moreno, nacido a orillas del Duero, que tuvo que exiliarse a Francia con apenas 20 años al final de la guerra civil española. Su historia también forma parte de esta exposición que, en palabras de Eduardo Martín, recupera la memoria de los otros zamoranos que fueron “víctimas de la ocupación nazi”, con investigaciones aún abiertas y que podrían ampliar la lista inicial. Recordó que cuando se inauguró hace dos años el memorial en la Plaza de Alemania en homenaje de los deportados zamoranos a campos nazis, “partíamos de una lista provisional” que, ahora, y gracias a las investigaciones de Antonio Muñoz Sánchez, han permitido identificar a más zamoranos en campos de concentración de la Alemania nazi, como es el caso de Antonio Rodríguez, natural de Requejo de Sanabria, o de Domingo Sillero, un benaventano que murió en el campo de Dachau.
Durante su intervención, el presidente del Foro de la Memoria de Zamora explicó que Justo Moreno fue seleccionado por las autoridades de Vichy para cumplir un año de Servicio de Trabajo Obligatorio en Alemania. Su destino fue Auschtiwz, donde trabajó para la IG Farben, el cartel de empresas químicas alemanas que estaban construyendo una gigantesca planta de caucho sintético. Desveló Martín González que Moreno trabajó en la misma empresa que Primo Levi, químico italiano de origen judío, cuyos testimonios sobre el Holocausto, particularmente el relato de los diez meses que estuvo prisionero en Monowitz, campo subalterno de Auschwitz, le convirtieron en uno de los grandes escritores del siglo XX.
Eduardo Martín señaló que Justo Moreno regresó a Francia y, posteriormente, fue uno de los trabajadores forzados que reclamó al Gobierno alemán como víctimas del nazismo y fueron “indemnizados” a partir de los años 60, un grupo en el que aparece otro zamorano, Ernesto Camarzana, nacido en Villabrázaro. “Por ello, nos parecía que la sociedad zamorana tenía que conocer esta realidad y que esta exposición sirviera de homenaje a estos hombres”, concluyó el presidente del Foro de la Memoria de Zamora.
La exposición ya ha podido verse en Barcelona, Amposta, Frankfurt (Instituto Cervantes), Castellón, Córdoba, Cádiz o Jaén y después de Zamora viajará hasta Santander, Périgueux, Burdeos y Mauthausen. En Zamora, la muestra permanecerá abierta hasta el 29 de octubre, excepto los lunes 16 y 23, días en los que cierra el Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales.