Más de 1500 yacimientos prehistóricos congregados en apenas 700 kilómetros cuadrados que datan desde la Edad de Bronce hasta la conquista romana en el 123 a.C. Herencia candidata a Patrimonio Mundial. Empieza la cuenta atrás. Tras años de espera, Menorca va a conocer este 2023 si por fin la ‘Menorca Talayótica’ es considerada Patrimonio Mundial por la UNESCO. Una deuda con una isla que durante siglos ha conservado, protegido y difundido un legado de valor incalculable. Forma parte de la seña identidad del pueblo menorquín y sobrecoge sin ninguna excepción a cuantos visitan y se dejan llevar por estos monumentos excepcionales, algunos de ellos únicos en el mundo.
Quien conoce su pasado, su legado y su historia, conoce su presente y entiende su esencia y formas de ser. Menorca está muy orgullosa de su patrimonio arqueológico.
Una herencia de miles de años que está tan mimetizada con el ecosistema que mover una piedra de sitio desvirtúa toda la postal con la que se encuentran los visitantes.
Cuesta creer que una pequeña isla del Mediterráneo, tan conocida por sus playas, sendas verdes y gastronomía de proximidad y con sello propio, además, cuente con un conjunto arqueológico tan vasto.
De no haberse producido la invasión de Rusia a Ucrania, la decisión de la UNESCO se hubiera conocido en 2022.
No será hasta septiembre de este año cuando se sepa si por fin este tesoro que los menorquines quieren compartir con el mundo, será definitivamente Patrimonio Mundial.
Son los vestigios de los más de 1500 años de cultura talayótica, testimonios asombrosos de esta peculiar civilización que evolucionó aquí atrapada entre el cielo y el mar.
Necrópolis como la de Cala Morell, la más espectacular de la isla, con sus 14 cuevas de enterramiento cavadas en la roca que dejaban entrever incluso la influencia de las culturas cartaginesa y etrusca con columnas en relieve talladas en las paredes de roca.
Poblados talayóticos como Trepucó, con casi 50000 metros cuadrados en el que aún se conserva el recinto de taula y dos talayotes. O construcciones excepcionales como la naveta des Tudons, una de las más representativas de la Menorca Talayótica.
Tanto es así que no existen monumentos de este tipo en ningún otro punto fuera de la isla. Un monumento funerario construido con la técnica ciclópea, es decir con piedras de dimensiones medianas encajadas en seco, sin la ayuda de mortero
No muchos rincones de nuestro país tienen la suerte de disponer de un auténtico museo al aire libre. Menorca lo tiene y lo luce con genuino orgullo como parte de su herencia y como un legado para el resto de la humanidad.
Vivir la experiencia de visitar cualquiera de estos yacimientos como parte de una visita a Menorca es teletransportarse a una época en la que el ser humano aún no era consciente de la huella que dejaría con el paso de los siglos. Menorca es mil cosas.
Es naturaleza, descanso, luz, color, arte, tradición, historia, gastronomía, artesanía, pero sobre todo… Menorca es Talayótica.