León celebró un año más la tradicional Fiesta de las «Cabezadas»

Como marca la tradición, a pesar de los esfuerzos de la síndico Vera López por convencer al representante del Cabildo Luis García, la ceremonia terminó un año más en tablas y cada uno de los intervinientes mandó a su «escribano» tomar nota de que se ha cumplido con la tradición

De nuevo las tradicionales Cabezadas han vuelto a desarrollarse en el domingo más próximo a la festividad de San Isidoro, que se celebra el día 26 de abril.

El origen de esta fiesta según relata Lucas de Tuy, canónigo de San Isidoro durante primera mitad del siglo XIII, es un milagro acontecido en 1158 con el reinado de Fernando II de León.

Habiendo una gran sequía, la gente del pueblo solicita ayuda a San Isidoro por medio de una rogativa. Llevaron sus restos en procesión.

Al llegar a la localidad del Trobajo del Camino, a dos leguas de la ciudad, la urna que contenía los restos de San Isidoro empezó a pesar, y los mozos que pujaban no podían con ella.

La dejaron en el suelo y empezó a llover copiosamente, pero los restos del Santo no se dejaban levantar del suelo.

La Infanta Doña Sancha, hermana del Rey Alfonso VII el Emperador, al enterarse de lo ocurrido, fue a buscar los restos.

Ante la imposibilidad de su traslado, se mantuvo orando y guardó ayuno durante tres días junto al arca que contenía los restos del Santo.

Los restos del Santo habían sido trasladados a León bajo el auspicio de Doña Sancha. La Infanta prometió que nunca más los restos de San Isidoro volverían a salir del templo donde se custodiaban y donde aún hoy permanecen.

Después de efectuada esta promesa, aparecieron tres mancebos que pudieron levantar, con milagrosa facilidad, el arca que contenía los restos de San Isidoro para regresarlos de nuevo a la Basílica.

Por este motivo y desde aquella fecha, el concejo de la ciudad de León, decidió pagar u ofrecer todos los años un tributo a San Isidoro libre y voluntario por mediación de sus representantes.

Así lo relata en sus crónicas que se conservan en el Archivo, Lucas de Tuy. Sin embargo el Cabildo sigue insistiendo que se trata de una obligación debido a la intercesión del Santo.

Con puntualidad británica llegaba Corporación Local con el Pendón Real de León al frente, bajo mazas y en forma de Ciudad, como marcan las políticas ceremonias de la Ciudad de León, al atrio de la Basílica de San Isidoro en donde les esperaban los «capitulares» escoltados por la Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro de León con su Abad Hermenegildo López al frente. Todos ellos este año arropados por Pendones llegados de diversas localidades leonesas, y que le daban vistosidad al acto.

A las 12,00 del mediodía la concejala de Bienestar Social y Juventud, Vera López, y el capitular isidoriano Luis García han debatido ya en el Claustro Isidoriano sobre si es foro u oferta la entrega de un cirio de arroba bien cumplida y de dos hachas de cera. 

La Síndico Vera López aludió y echó mano como argumento, resaltado que, en la mano de una mujer, la Infanta Sancha, estuvo la solución del problema.

Este argumento fue rebatido por Luis García, miembro del Cabildo Isidoriano, alegando que la infanta Sancha nunca imaginó que el pueblo de León iba a jurar en falso e incumplir la promesa.

Igualmente para zanjar la centenaria discusión propuso la edil dos votaciones ente los presentes, la una para volver a sacar en rogativa a Doña Sancha hasta Trobajo del Camino, lugar en donde se celebró el milagro y la otra hacer un donativo a favor de los refugiados ucranianos. Ambas propuestas tuvieron un escaso respaldo.

Tras los tres turnos de intervenciones, y de nuevo sin llegar a ningún acuerdo, los representantes municipales hicieron entrega voluntaria de la ofrenda, mientras que el Cabildo Isidoriano tomó nota de que un año más la Ciudad de León cumplió con su obligación para con el Santo. Las Cabezadas  una vez más acabaron en tablas.

A continuación tanto la Corporación Municipal, como los miembros de la Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro de León como el público participante pasaron a la Basílica en donde se celebró la Misa y tras ella tuvo lugar al ceremonia que da nombre a la fiesta.

Al abandonar la Basílica la Corporación Municipal y como despedida, los miembros de la Corporación protagonizaron, a las puertas de San Isidoro, las tres “notables y tradicionales reverencias» que conllevan tres profundas inclinaciones del cuerpo y de la cabeza”.

 

Las Cabezadas

Para los profanos en la materia y visitantes señalar que las reverencias se hacen en la plaza de San Isidoro en la que hay pintadas tres rayas blancas, que señalan los tres puntos en los que la Corporación Municipal se para y se gira hacia la entrada de la Basílica de San Isidoro, en cuyo atrio se encuentra el Cabildo despidiéndola.

Situados los munícipes encima de cada una de las rayas, el Alcalde da un golpe fuerte de vara en el suelo y dando, toda la corporación, la vuelta al unísono, saludan con una inclinación exagerada al Cabildo.

Este último responde, a su vez, a la corporación con una inclinación idéntica.

Este ritual se repite por tres veces. De ahí que esta fiesta se conozca popularmente con el nombre de «Las Cabezadas».