El sector hotelero milanés cuenta con una nueva joya situada en la Via Mecenate 89, donde ha abierto recientemente Collini Rooms: un art-hotel único con una fórmula mágica.
Desde el momento en que entras te transportas a una maravillosa dimensión imaginativa, un caleidoscopio artístico lleno de colores y poblado de superhéroes y personajes de fantasía que conectan de inmediato con el niño que todos tenemos en nuestro interior.
Collini Rooms no es un hotel, sino un mundo propio, donde los huéspedes se convierten en participantes de un viaje surrealista. El atrevido diseño no pretende tanto asombrar como invitar al espectador a entrar en esta dimensión inusual y experimentarla desde dentro.
Un hotel con una enorme personalidad y que, sin embargo, se sustenta sobre los sólidos cimientos de los componentes esenciales de un establecimiento de 4 estrellas: comodidad y confort, un entorno agradable y un servicio impecable.
El personal, bien preparado y con experiencia, conserva el sentido de la hospitalidad del viejo mundo en el que el huésped es sagrado y se le mima con un servicio excepcional y extremadamente personalizado.
Entre sus muchos atractivos, cabe destacar que se aceptan animales sin cargo adicional y que, a su llegada, a los huéspedes caninos les espera su propia cama y golosinas en su habitación.
«Se trata de un hotel dirigido como una familia, para que el huésped se sienta realmente como en casa», destaca Carmine Rotondaro, propietario y creador del concepto. «Nuestro tamaño, 50 habitaciones y 5 suites, nos permite desarrollar una relación auténticamente personal con nuestros clientes, a los que metafóricamente me gusta considerar como bebés recién nacidos que nos han sido confiados, y a los que dedicamos un servicio que me gusta definir como inflexible, para satisfacer sus necesidades y exigencias con una calidad absoluta e inmediata, casi amorosa».
La ubicación es inmejorable: a solo 4 kilómetros del aeropuerto Linate de Milán, lejos de la agitada muchedumbre metropolitana, pero a pocos minutos del Duomo, en una dinámica zona postindustrial que ha visto recientemente la llegada de sedes de grandes marcas de moda, fotógrafos, artistas y estudios de grabación de cine y televisión.
El edificio se distribuye en 5 plantas, cada una de las cuales está impregnada de una tonalidad diferente y custodiada por estatuas de personajes icónicos como Batman, Superman y Jack Sparrow. Las habitaciones, contemporáneas y coloridas, son acogedoras, cómodas y alegres, y cuentan con un exclusivo papel pintado con temática de la naturaleza en las habitaciones de cada planta, dedicado a selvas tropicales, tucanes o incluso flamencos.
En la planta del ático hay un restaurante panorámico con ventanales del suelo al techo y una terraza donde los huéspedes pueden saborear los platos gourmet del chef Leonardo Dimonte bajo las estrellas mientras disfrutan de una vista espectacular de la ciudad. El espectáculo continúa en el interior con una decoración ecléctica que combina un elegante diseño moderno con mobiliario antiguo de madera ornamentada y dorada, todo ello dominado por los intensos maxi murales que hay en todo el local, visibles incluso desde la calle, creados por el artista urbano Federico Unia, también conocido como Omer.
La cocina es de inspiración mediterránea, y oscila en territorios de fusión que nacen de la inagotable creatividad del chef Dimonte, uno de los pocos que utiliza una técnica de ultrasonidos de vanguardia sobre los ingredientes naturales de calidad superior utilizados en su cocina, lo que ayuda a mantener intactos los sabores originales, el valor proteico y las propiedades nutricionales. Los mariscos y, sobre todo, los crustáceos son sus puntos fuertes, al igual que la repostería, que se prepara exclusivamente en la casa.
El talentoso barman/mezclador del lounge bar de la planta baja sirve cócteles y aperitivos de autor en un entorno de ensueño, donde también se sirve la mejor cocina italiana para el almuerzo y la cena. Los huéspedes y visitantes del hotel pueden optar por disfrutar de sus comidas y bebidas en el patio-jardín, donde la arquitectura moderna de la ciudad contrasta con las estatuas antiguas y los dinosaurios de fantasía.
«La singularidad de nuestra propuesta en cuanto a la decoración, la comida y la bebida es para nosotros un valor fundamental», añade Rotondaro, «el restaurante y el lounge bar no están reservados solo para los huéspedes del hotel, sino que están abiertos a todos los que busquen un espacio único y memorable para sus momentos de relajación, así como para actividades y eventos de negocios, donde pueden contar con una comida y una bebida excepcionales. Y donde en varias noches de la semana pueden encontrar animado entretenimiento y música sin igual».
Hablando de entretenimiento, otra joya: el hotel cuenta con una flota de coches de época, entre los que se encuentra una limusina Rolls Royce Princess de 1967 que, bajo petición especial, puede ponerse a disposición de los huéspedes para eventos u ocasiones especiales».
La combinación de su estética atrevida e inusual con la calidez de la clásica hospitalidad italiana convierten a Collini Rooms en una experiencia difícil de olvidar.