El diorama del Belén tradicional de la Diputación de Salamanca luce en el marco espléndido de la iglesia de Macotera

El diorama representa un pintoresco rincón salmantino, presidido por la iglesia de San Martín, el denominado Corrillo de la Yerba, que desde la Edad Media y hasta los primeros años del siglo XX acogió en sus alrededores el mercado local

Salamanca1.1.2021.- La Diputación de Salamanca ha cedido al Ayuntamiento de Macotera para su exposición en la iglesia parroquial el diorama del Belén navideño de carácter tradicional que realizó en el año 1993.

Este belén fue diseñado por Rosa Mª Lorenzo López. La maqueta fue confeccionada en 1993 por los artesanos belenistas, Pablo Cruz Fernández y Esteban Maseda Redondo y las figuras son creación del también belenista José Luis Mayo Lebrija.

El diorama representa un pintoresco rincón salmantino, presidido por la iglesia de San Martín, el denominado Corrillo de la Yerba, que desde la Edad Media y hasta los primeros años del siglo XX acogió en sus alrededores el mercado local y de ello aún conserva los característicos soportales.

La escena nos transporta a un frío día de finales de diciembre. En las primeras horas de la mañana la ciudad comienza a despertar, con el toque de la primera misa y la plazuela de San Martín conoce gran animación. Es jornada de mercado y a ella acuden vendedores ambulantes de la provincia, junto a los artesanos y comerciantes locales.

El Nacimiento de Jesús se ha querido situar en una familia salmantina. La Virgen ataviada con traje armuñés sostiene en brazos al Niño, envuelto en una bordada mantilla y San José, a su lado, se protege del frío con una anguarina.

Allí está la turronera albercana con su Traje de Vistas, junto a la mujer de Candelario que pregona sus afamados productos chacineros. De las Arribes del Duero ha llegado el quesero con sus alforjas llenas de exquisitos quesos de oveja y contemplando al Niño Dios, una niña de Peñaparda que desde la comarca de El Rebollar, ha traído cardo para la cena navideña.

Desde el centro de la provincia salmantina llega una charra que, acompañada por los sones musicales de un tamborilero charro, porta como ofrenda un dulce típico de la gastronomía salmantina, el bollo maimón.

Resuenan los pregones de los vendedores ambulantes por toda la plazuela junto con el griterío de las alegres voces infantiles, alborotadas ante la presencia del churrero, el barquillero y Romana la merenguera que ponen el toque festivo a la escena.

Y por cierto, los soportales de la Plaza cobijan el paseo de D. Miguel de Unamuno, al compás de las canciones entonadas por la tuna. En definitiva, cada uno de los personajes compone una escena callejera y popular que recrea la vida diaria en aquella Salamanca que abría sus ojos al siglo XX.