Con esta nueva versión de «Te vuelvo a ver», una de las canciones que más ha gustado a sus fans, el zaragozano Lucas Bernal (aka Lionware) celebra la gran acogida que ha tenido su cuarto álbum.
Madrid, 24 de diciembre de 2020. El artista aragonés Lucas Bernal (Lionware) celebra el segundo mes desde el lanzamiento de su cuarto álbum «El chico más solitario del mundo» con una versión del tema que han elegido sus seguidores en redes sociales como su favorito del nuevo álbum. Se trata de «Te vuelvo a ver«, una pieza de corte confesional que sirve también como retrato de toda una generación, con líneas como “Siempre he esperado a que todo viniera / el perro más perro de toa’ la perrera / me tumbo en la arena / Te cuento mis penas”. Para esta ocasión se estrena también un videoclip en el que se puede ver a Lionware interpretando este tema en una versión acústica.
“El chico más solitario del mundo” es el nuevo álbum de Lionware y el que lo sitúa definitivamente como uno de los nombres más interesantes surgidos en la nueva ola de la música urbana. Ya con tres discos previos publicados: “No todo me duele” (2016), “No quiero matar a nadie” (2017) y “Mis planes sin verte” (2019), este cuarto álbum supone el salto de calidad que muchos esperaban de él. Su propuesta se ha ido profesionalizando al mismo tiempo que crecían sus fans, letras apasionadas a la vez que delicadas, y un mimo exquisito para unas bases de las que él mismo se encarga en la mayoría de sus temas, y en las que es evidente su gusto por la electrónica más refinada. Lionware ya tiene un estilo único: vanguardia trufada de elementos del pop, del hip hop o el r&b alternativo, todo manejado con mucha naturalidad. Esto se concreta en un disco repleto de matices y atmósferas crepusculares, un relato confesional que a veces también lo es social. “El chico más solitario del mundo” es un magnífico ejercicio de intimidad que pudiera aparentar fragilidad, tristeza y angustia, pero que deja también espacio para la luz y el baile, para la vida.
Lionware contaba sobre este disco: “He creído en ilusiones pisoteadas, creé pensamientos que jamás nadie que no fuera yo podría romper si no los decía. No sabía muy bien cómo contarlo en conversaciones. Te quiero en mi calma. Con mi dedo corazón rodeado y mucha rabia quitándote estas 9 lágrimas que he escrito por ti en un disco. Para intentar explicarme. Tengo una casa en mi imaginación que me encantaría poner a tu nombre, y un yo en mi silencio destructivo, que viene a verme cuando estoy Sin Ti. Me moría de ganas de no estar solo. Y ahora que he estado tanto contigo a veces lo echo de menos entre gritos. Sé de sobras lo que es arrepentirse y sé que lo haría. Aun teniendo claro que siempre fui El Chico Más Solitario Del Mundo.”
Para desentrañar estas declaraciones hay que acudir a un disco que se abre con “Niños coro”, y frases como “Estoy rezando a un algoritmo pa’ que me haga mainstream”, un coro de niños y unas atmósferas que remiten a grupos como The XX, el comienzo del desastre y la tentación “siempre la manita en la botella”. Le sigue la fantasía pop que es “Sin ti”, sube el tempo para una de las cimas del álbum. Continúa “Regresar a mí«, una pieza tan sencilla como adictiva, toda una explosión de emociones. Después llegan “Muévetelo”, electrónica microscópica y emociones de nuevo a flor de piel y “Hacértelo mejor”, otro de los singles más intensos del disco, rompiendo con los tópicos del urbano, ritmo pegadizo pero poco convencional en el género para relatar una historia de superación, “Dime que ha pasa’o / Dime quién te ha d’ao”. Un acercamiento al pop que se hace más evidente todavía en el siguiente tema: “Tocarte”, que arranca casi folk y en la que el juego de voces y capas es sublime: “Y ahora nena voy a tocarte / voy a tratarte bien”. Continúa en el mismo estilo “Te vuelvo a ver”, tema que ahora cuenta con esta nueva versión que se presenta hoy. Enfila el disco su final con “Como el sol”, una preciosa pieza de belleza crepuscular, un laberinto de chasquidos y ecos envolviendo la voz que relata la belleza de lo cotidiano resplandeciendo en los detalles, hipnótica y emocionante. Y se cierra con “Te quiero a mi lao”, blues para el siglo 21, una despedida en calma para un álbum único en su escena.
Lionware posee la habilidad de llenar de valor sentimental lo cotidiano, una mezcla única en la escena de talento, creatividad y timidez. Lo suyo no es trap, no es rap, ni reggae, ni rock, ni pop, solo es música, de esa que se hace para bailar con los ojos cerrados. “El chico más solitario del mundo” se convierte así en la banda sonora perfecta para una generación que también mira hacia adentro.