Esllabón lleonesista hace público un comunicado titulado «León en la España expulsada».
Este es el texto íntegro. «Acaba el verano, y agosto nos deja un nuevo mes de varapalos, algunos extremadamente peligrosos, para la provincia de León.
Empezando por las últimas noticias que han saltado a la prensa, los plazos que de nuevo se alargan para saber que comunicaciones van a conectar la provincia con el resto de España y Europa. Año y medio dicen para definir una nueva estrategia logística, otra más, en la que se tiene que seguir esperando, mientras otras provincias de la actual comunidad autónoma ya van asentando sus posiciones. A la vez se sigue esperando al gobierno central para que en los presupuestos aparezca alguna referencia a los polígonos leoneses, incluido lo prometido para el de Torneros. Plazos y más plazos, mientras la provincia se desangra poblacionalmente al ritmo de una media de 5000 leoneses expulsados al año.
Expulsados, porque en esa España vaciada, algunas zonas ya pasan ese límite y se convierte en una España expulsada por la desidia o, en algunos casos como el leonés, la planificación política que desde hace décadas continúa castigando sin piedad.
Ya se ha visto como uno de los débiles pilares que aún mantienen un poco viva la economía leonesa, que es el turismo cultural, tampoco es respetada. Truncando el camino de la Plata en su ruta Jacobea, de tal forma que no llegue hasta la emblemática Asturica Augusta (Astorga), ni siquiera rozando la provincia de León, desviando todo por ese embudo mágico que han encontrado entre la provincia de León y Portugal para llegar a Galicia.
Un embudo que también se aprovecha para desviar las redes ferroviarias de mercancías y alta velocidad, evitando León y Ponferrada, demostrando claramente que ese abandono ya está planificado. Todo sea para mantener el centralismo que, por mucho que se empeñen en negarlo, se ha asentado con las políticas de la Junta autonómica, ayudada de Fundaciones privadas, aunque financiadas con dinero público, u otras organizaciones de todo tipo, en nombre de la autonomía, pero con la visión solo de un eje concreto. Además de otras políticas interesadas desde el gobierno central, donde las estrategias de pactos y acuerdos obligan a dar más preferencias a unos que a otros, y como el peso leonés es cada vez más insignificante, las distintas velocidades de la actual España distancian más los intereses hacía unos, mientras otros están condenados a convertirse en la cola de la mencionada España expulsada,
Y continuando con el plano cultural, además del protagonismo que la provincia de León tiene en el aspecto de biodiversidad. Tampoco se respeta la única facultad veterinaria de la comunidad autónoma, incumpliendo de nuevo promesas, y condenando a la muerte a muchos animales de la fauna leonesa y de esas reservas de biodiversidad, que acaban desplazados a centros de recuperación lejanos, despreciando la experiencia de la facultad leonesa.
Sumando también a ese privilegio de ser la provincia con más espacios naturales protegidos, y al castigo continuo, se vuelve a tensar la cuerda con nuevos proyectos que pretender invadir dichos espacios de cemento, asfalto y de torres, sin respetar esa protección obligatoria.
Y para colmo, ni la pandemia ablanda corazones, y así se cumple cuando del montante para hospitales y gerencias, no lleva a León ni una centésima parte de ese reparto. La equidad que se supone debería cumplirse en los momentos más delicados vuelve a discriminar a la España expulsada.
Ni una oportunidad, no hay salida posible cuando las promesas no son más que mentiras, los plazos no son más que excusas, y el plan de expulsión se va consolidando.
Sean plazos, desprecios o ninguneos, todo acaba con excusas y promesas, en las que nadie define nada concreto, solo esperas. Unas esperas que, como ya se ha comentado, solo llevan a más expulsados y a más ruina. Unas esperas que ya cumplen demasiadas décadas, lo que ya no son esperas, sino engaños, mentiras y un plan evidente para acabar con cualquier posibilidad de recuperación, estando cada vez más cerca, sino ya en ese punto, de no retorno.
Mientras tanto, los responsables políticos ¿Dónde están?
De los que tiene que defender a la provincia fuera de la misma, para que alguien se entere de lo que está sucediendo, ninguno, de ningún partido está dando la talla.
Algunos porque siguen mirando hacia otro lado como el cansino mensaje de “ahora no toca” cuando se refieren al problema leonés, prefiriendo echar balones fuera y dando más importancia a los problemas de otros territorios, sin ninguna duda con carácter electoralista, dado que el peso leonés es tan ínfimo que se atreven a ignorar.
Otros, pretendiendo no quedar mal, pero sin destacar demasiado, no vaya a ser que alguien se enfade demasiado y pierdan su puestín o molesten a sus socios. Antes preguntan, por si acaso, y luego con una nimiedad inusitada, presentan su reclamación, reciben su respuesta y lo dan por bueno. Lo de insistir, lo de levantar la voz, lo de dar el puñetazo en la mesa ante una situación insostenible parece ser que no se lleva en la política de alto nivel si no es para la propaganda mediática. Y como León no tiene interés mediático ¿para qué levantar la voz?
La voz la levantaron miles de leoneses el ya demasiado lejano 16-F, que se podría pensar que su resultado fue truncado por la pandemia, pero lo cierto es que la famosa Mesa por León ha acabado fracasando por la intromisión política. Sin ninguna duda un plan muy alejado de las pretensiones iniciales de sus organizadores, pero de nuevo una realidad que de nuevo muestra que todo está bajo control, y los plazos y promesas vuelven a ser el castigo continuo.
La voz la vuelven a levantar quienes votan a favor de tener más libertad a la hora de decidir, con una representación que ya cubre casi la mitad de la población de la provincia. Aunque de nuevo encontrándonos con todo tipo de excusas, tanto para el SI, como para el NO.
Sea como sea, la España expulsada no tiene ninguna voz que la escuche, y si se trata de la provincia de León, ni siquiera una voz que represente con autoridad la situación emergencia extrema ante la planificación de aniquilación que cada vez está más cercana».