Los diferentes estilos arquitectónicos utilizados a lo largo de los siglos han dado como fruto un impresionante catálogo de iglesias, catedrales, monasterios o ermitas que salpican la geografía española. Pero quizá uno de los acontecimientos de mayor trascendencia en la historia del arte fue la aparición del estilo mudéjar.
Para encontrar el origen histórico-social del mudéjar hay que remontarse a la época del avance de la reconquista leonesa, castellana y aragonesa,lo que supuso la incorporación de territorios ocupados por población musulmana y que aportaron su infinito conocimiento en diversas artes.
El foco geográfico del mudéjar en la Península Ibérica lo encontramos en la localidad leonesa de Sahagún. Viajamos al siglo XII, momento en que esta poderosa localidad, situada en el Camino de Santiago, se convirtió en un referente centro religioso y económico como indica el Códice Calixtino, provocando que posiblemente fueran contratadas algunas cuadrillas de alarifes de Toledo para llevar a cabo lo diferentes ejercicio arquitectónicos que en ese momento allí se proyectaban.
Un siglo después el mudéjar se consolida y comienza su expansión por el sur y el sureste llegando a tierras llanas y con escasas canterías de piedra como son Zamora, Salamanca, Valladolid, Ávila, Guadalajara, Madrid y el oeste de Segovia.
Dentro de la homogeneidad que exhibe este arte, conocido como “mudéjar castellano”, “mudéjar leones”, “románico mudéjar” o “románico de ladrillo”, salen a la luz diferentes focos que adquieren características propias en función del material utilizado o de la decoración elegida. Así nos encontramos el foco toresano que se caracteriza por el uso de decoración mural basada en arcos de gran longitudo el de Tierra de Pinares que lo hace con la superposición de varios cuerpos con arquerías de altura menor.
La llegada del soplo mudéjar a Toro nos permite disfrutar en la actualidad de un número importante de templos religiosos, convirtiendo a esta histórica ciudad zamorana en uno de los núcleos más importantes, no solo de la comunidad de Castilla y León sino de todo España, de este interesante y sorprendente estilo arquitectónico.
Un exquisito muestrario formado por las iglesias de San Lorenzo el Real, San Salvador de los Caballeros, del Santo Sepulcro, de San Pedro del Olmo y la ermita de Nuestra señora de la Vega.
Iglesia de San Lorenzo el Real
Declarada Monumento Nacional en 1929, la iglesia de San Lorenzo el Real esta considerado como el templo de ladrillo más antiguo de Toro, habiendo sido construido probablemente en el siglo XII.
Consta de una sola nave, ábside circular en el interior y poligonal en el exterior y profundo presbiterio de dos tramos. La decoración tanto en la cabecera como en la nave se caracteriza por la utilización de arcos ciegos sencillos o doblados y cuenta con tres puertas de acceso, la del sur, la más monumental de todas y las del oeste y norte, más sencillas y pequeñas, encontrándose cegada esta última.
En el interior se aprecian algunas reformas,pero aún así, sigue siendo una gran obra de excepcionalbelleza, pudiéndose admirar entre sus muros el sepulcro gótico-flamenco de los Castilla-Fonseca y el retablo de Fernando Gallego, ambos del siglo XV.
Iglesia de San Salvador de los Caballeros
El anteriormente mencionado foco toresano del mudéjar en la ciudad se inicia con la construcción de este templo en el siglo XIII. Perteneciente en el pasado a la Orden del Temple, en de la iglesia de San Salvador de los Caballeros podríamos destacar una apreciable puerta de arcos apuntados con frisos alternantes de esquinillas y ladrillo a sardinel y las arquerías interiores, aunque la nave meridional fue rehecha, así como restos de pinturas murales de distintas épocas.
En la actualidad acoge el Museo de Arte Sacro en el que es posible admirar una magnífica colección de tallas románicas y góticas como la estatua pétrea románica de la Virgen con el Niño del siglo XII; el Cristo románico policromado procedente de la iglesia de Nuestra Señora del Canto; dos Cristos góticos; dos imágenes de María y San Juan pertenecientes a un Calvario; una talla de la Virgen del siglo XIII procedentes de la Ermita de la Vega; una estatua pétrea del Arcángel San Gabriel del siglo XIV; sin olvidarnos de varios capiteles procedentes de la Colegiata de Santa María la Mayor, la mesa románica del altar de la iglesia de la Trinidad o una magnífica puerta con herrajes originales del Monasterio de Santa Clara.
Iglesia del Santo Sepulcro
Construida en el siglo XII por la Orden de los Caballeros del Santo Sepulcro, es posible que fuese la casa matriz de la esta orden en Castilla hasta 1489 en que se anexionó a la Orden de San Juan de Jerusalén Caballeros de Malta.
De su primitiva fábrica solo queda un arco apuntalado y de triple arquivolta, los arcos de acceso a las capillas y los cilindros absidales, así como la torre que se encuentra desmochada, las fachadas occidental y septentrional, la cabecera con tres ábsides y bóvedas y uno de los arcos formeros. Todo lo demás fue renovado en los siglos XVI y XVII.
En el interior podemos admirar una figura del Cristo barroco de la Expiración, varios de los principales pasos de la Semana Santa, la mesa del altar del siglo XIII, así como pinturas murales en la bóveda del ábside central descubiertas en el 2001 con un Pantocrátor y figuras simbólicas de los evangelistas que, si bien tienen apariencia románica, son de estilo gótico lineal.
Ermita de Nuestra Señora de la Vega
También conocida como ermita del Cristo de las Batallas, patrón de la ciudad, este templo mudéjar se asienta en las orillas del Duero y fue construido en el siglo XIII habiendo pertenecido también a la Orden de San Juan de Jerusalén.
Edificio de una sola nave que finaliza en la habitual cabecera de tramos rectos con un ábside semicircular de siete arquerías ciegas en el exterior y gran presbiterio con tres arcos en la parte de la epístola y dos en la contraria. Como otros templos de la ciudad en su interior podemos admirar pinturas murales del siglo XIII que algunos expertos relacionan con pasajes de la vida de Jesús y Salomón.
Finalizamos hablando de la iglesia de San Pedro del Olmo de la que solamente se conserva la cabecera, el ábside y una parte de la torre. Construida en el siglo XIII lo que se puede apreciar guarda relación con otras iglesias como de la San Salvador de los Caballeros, San Sebastián de los Caballeros y San Lorenzo el Real.
Textos y fotografías: Cardinalia Comunicación