Cuando hablamos sobre nuestra Autonomía, no se trata de que nadie nos robe o nos deje de robar. Este argumento, planteado de forma recurrente por determinados periodistas y políticos, es totalmente demagógico y busca una analogía simplona y semejante a la que exponen los citados a la hora de abordar otras demandas territoriales que, guareciéndose a su amparo, persigue desacreditar el legítimo y legal reclamo autogubernamental leonés triprovincial.
La cuestión autonómica para la Región Leonesa presenta, al menos, dos vertientes fundamentales:
1. La búsqueda de la mejora socioeconómica de zamoranos, leoneses y salmantinos (LEONESES)
2. El reclamo del derecho constitucional que la Región Leonesa posee (y Castilla ídem) a ser una autonomía privativa como región preexistente en el momento de la aprobación y promulgación de la Constitución de 1978.
Con respecto al primer punto, se debe señalar el hecho de que poseer una autonomía propia implicaría, según los estudios efectuados por varios analistas, como por ejemplo el Doctor en Ciencia Política por la USAL, D. Carlos Javier Salgado Fuentes («La cuestión económica de la Región Leonesa», y su tesis doctoral, «La evolución de la identidad leonesa (…)»), que las tres provincias leonesas recibirían más del doble del presupuesto provincializado que perciben actualmente por parte del Gobierno de España.
Además de ello, ante las administraciones continentales de la Unión Europea, y a tenor de los niveles de renta per cápita que presentan nuestras tres provincias (4.000 euros anuales menos que las 6 provincias castellanas de la presente autonomía, y alrededor de un 20% inferior a la media europea según el INE/EUROSTAT), pasarían a tener la consideración de NUTS2, lo cual no sucede actualmente por obtenerse la media junto con la parte castellana de la autonomía. Ello haría a la Región Leonesa directamente beneficiaria de miles de millones de euros según los criterios de cohesión y convergencia que han determinado las administraciones continentales europeas.
Asimismo, si examinamos el balance demográfico que presenta la Región Leonesa en las últimas 4 décadas (coincidentes con el período birregional autonómico), éste nos muestra que dicha región es la que más se ha despoblado en términos absolutos y porcentuales de toda Europa, habiendo perdido ya en torno al 15% de la población que presentaba en el año 1983 y, si del caso zamorano hablamos, tal pérdida se situaría alrededor del 25% de merma. Los números absolutos de caída poblacional son: León casi 70.000 habitantes menos, Zamora casi 60.000 habitantes menos, y Salamanca 35.000 habitantes de pérdida, lo que supone en conjunto unos 160.000 habitantes menos entre enero de 1983 y el segundo trimestre del año 2019. Castilla, por su parte, ha perdido en el período autonómico compartido en torno a unos 37.000 habitantes, a pesar de que dicho territorio tiene el doble de provincias que el leonés, encontrándonos con datos como el vallisoletano que cifra su crecimiento poblacional en unas 30.000 personas, el segoviano en unos 5.000 habitantes más, o el burgalés que prácticamente mantiene las mismas cifras que las que presentaba en 1983. En resumen, la Región Leonesa acumula más del 80% de la pérdida poblacional total de la presente autonomía. Esta debacle queda reflejada también en la pérdida de representación leonesa en las Cortes de Castilla y León, habiendo perdido la Región Leonesa 4 procuradores en Cortes (por provincias: León dos, Zamora uno y Salamanca otro) mientras que las provincias castellanas no han perdido ninguno, habiendo ganado incluso la provincia de Valladolid un procurador, durante este periodo autonómico compartido, teniendo esta cuestión relación directa con la pérdida poblacional citada de la Región Leonesa.
Cuestiones como la desaparición de la Ruta ferroviaria de la Plata, la continuada merma en la dotación sanitaria y educativa, el desmantelamiento minero, el abandono a su suerte de ganaderos y agricultores, la inexistencia de un tejido industrial y empresarial fuerte, o el hecho de que la junta birregional incentive y priorice el polo económico, vial y empresarial de Burgos-Palencia-Valladolid, han provocado el vaciado poblacional leonés, así como una merma del poder adquisitivo de zamoranos, leoneses y salmantinos. Por tanto, parece obvio que un territorio como el de la actual Comunidad Autónoma, que es más grande en extensión que Portugal y que otros 19 estados europeos, ni ha tenido, ni tiene visos a futuro para avalar una adecuada gestión y medidas que respondan a las necesarias mejoras en la calidad de vida de sus ciudadanos en pro de su futuro y prosperidad.
Por otro lado, y ya sobre el segundo punto esgrimido, es un hecho que el territorio triprovincial leonés tiene reconocidos y garantizados sus derechos a conformarse como autonomía propia y privativa, según el artículo 2 de la Constitución Española de 1978. Sobre esta cuestión cabe hablar un poco acerca de historia y legislación:
En el año 1833, el estado español acometió la delimitación provincial y regional definitiva, y vigente actualmente, sobre la cual se fundamenta la presente Constitución del 78. Este hecho supuso la desaparición de los diferentes reinos, señoríos, condados y marquesados del estado español, pasando a ser considerados regiones. Según el Decreto Ley, la Región Leonesa/León/Reino de León (meramente nominativo este último epíteto) está conformada por las provincias de Zamora, León y Salamanca. Tras esta ley, España ha atravesado períodos monárquicos, el la Segunda República, y dos dictaduras (la de Primo de Rivera y la franquista). En todos esos períodos el mapa provincial y regional de España fue el determinado por dicho Real Decreto de 1833, y en las escuelas así se enseñó. Es bien sabido, que esas regiones no dispusieron de estatutos de autogobierno (salvo las que hoy son consideradas nacionalidades históricas: Catalunya, Euskadi…) pero cabe destacar que de haber continuado la Segunda República, las 15 regiones que forman el mosaico de pueblos y culturas que es España hubieran adquirido un autogobierno propio y privativo, pues ya se habían dado pasos en este sentido, cuando por ejemplo el Tribunal de Garantías Constitucionales nombró representantes para todas estas regiones, poseyendo entonces la Triprovincial Región Leonesa el suyo propio en la figura de un berciano (de manera similar también para las dos Castillas, Andalucía, Murcia….). La Guerra Civil truncó la futura evolución de tal proceso, pero a pesar de ello, en época franquista el mapa regional y provincial de España siguió en vigor, eso sí, sin carga administrativa o institucional alguna, pero vigente.
Y tras todo esto llegamos a la Transición, donde intereses claramente partidistas y socioeconómicos privados (fundamentalmente del empresariado y grupos de poder vallisoletanos con intereses en la Cuenca del Duero) provocaron el desbarajuste actual, donde se juntó por DECRETO y de manera inconstitucional (pues la Constitución, la actual y la de la Segunda República, prohíben expresamente la federación de regiones) a la Región Leonesa con 6 provincias de Castilla. Por contra adquirieron rango autonómico provincias que JAMÁS habían sido ni reinos, ni regiones, ni nacionalidades, (Madrid, Santander y Logroño, independientemente de que con posterioridad pudieran haber presentado en cualquiera de los casos una reclamación particular por sentimiento identitario propio) contraviniendo a la propia Constitución, pues para configurarse como autonomía era/es necesario poseer el rango regional o de nacionalidad histórica, a la par que debe darse una unión administrativa entre varias provincias limitrofes, y no una sola (salvo las excepciones de aquellos territorios que ya eran regiones históricas). Incluso el que fuera Presidente del Tribunal Constitucional, D. Francisco Tomás y Valiente, habló de una anomalía grave por no haberse dotado a los leoneses de las 3 provincias de una autonomía propia y diferenciada.
Los leoneses, salmantinos y zamoranos poseen derechos reconocidos y garantizados a tener una autonomía, y además (que no sólo) como la situación socioeconómica no invita a ser excesivamente optimista, sino más bien todo lo contrario, no sería ni racional, ni ético, no ejercer los mismos, ya que los ciudadanos de las tres provincias leonesas no tienen porqué seguir inmolando su derecho a tener unas administraciones propias más próximas que faciliten el progreso y el futuro de su tierra, máxime cuando nadie preguntó a los demás territorios autonómicos si querían o no serlo, sino que se les concedió su autogobierno sin más, incluso con aberraciones alegales y amorales como las anteriormente mencionadas.
Las 3 provincias leonesas son ricas en recursos de todo tipo: naturales, hidrológicos, energéticos, turísticos, cinegéticos, patrimoniales, etnográficos,… La Región Leonesa y lo que nos ofreció su tierra durante siglos para vivir en ella siguen aquí presentes junto con toda su potencialidad, pero a los leoneses se nos ha privado intencionadamente desde el Estado de la oportunidad de crecer, desarrollarnos y tener futuro aquí en base a dicha riqueza. Y no solamente hemos perdido el derecho a vivir de lo que nuestra tierra nos ofrece sino que con ello hemos perdido la mayor riqueza de una región: la humana y, por consiguiente, padecemos una incuantificable pérdida patrimonial y cultural. El hecho de que gran parte de nuestra población, aproximadamente medio millón de leoneses (aproximadamente un tercio del total hace 4 décadas) hayan tenido que emigrar fuera ha provocado la rotura de la cadena de transmisión cultural generacional así como la pérdida del enraizamiento en nuestra región y cultura de sus descendientes, estando gran parte de nuestras tradiciones y acerbo cultural.
Los zamoranos, leoneses y salmantinos, deseamos y demandamos poder ser dueños de nuestro destino obteniendo el gobierno y administración de la Región Leonesa que se nos negó, así como recuperando a quienes han emigrado, muchos de ellos jóvenes, para que tengan futuro en su tierra, siendo ésta la aspiración de la inmensa mayoría, que no se han ido por voluntad propia sino por la inacción interesada de los políticos que fraguaron este engendro autonómico, proyectando parejamente a él un vaciado programado de la Región Leonesa y provocando no sólo la expulsión de miles de leoneses de su tierra sino también la rotura de los vínculos familiares intergeneracionales, culturales, identitarios… dando lugar a un verdadero etnocidio cultural, sin parangón en la Europa de nuestros días.
No caben más prórrogas, parches, ni dilaciones temporales. Compete ya al Gobierno de España y a sus Cortes Generales legislar para establecer el mecanismo que permita a la Región Leonesa alcanzar su estatus autonómico de rango privativo, y solventar de este modo todas las anomalías y perversiones que se cometieron y cometen contra la Constitución al juntar a León, Zamora y Salamanca con seis provincias de Castilla. Esta tierra y sus gentes no merecen, en caso alguno, ser tratados como unos parias y en términos de inferioridad de derechos con respecto al resto de pueblos de España.