La Estación de Porto-São Bento es la estación de ferrocarril que se encuentra en la Praça de Almeida Garrett, en la ciudad de Oporto, Portugal.
A pesar de que el primer tren llegó el día 17 de noviembre de 1.896, la estación fue inaugurada oficialmente en 1916. El edificio, una de la más importante obra artística de principios del siglo XX, es del arquitecto Marques da Silva y su atrio está revestido con veinte mil azulejos con representaciones históricas del pintor Jorge Colaço.
El nombre de la estación se deriva de un monasterio benedictino fundado en este lugar en el siglo XVI. El monasterio fue víctima de un incendio en 1.783, siendo reconstruido más tarde, estando ya en un grave estado de deterioro a finales del siglo XIX. Con la expansión del sistema ferroviario en Portugal, el rey Carlos I puso la primera piedra de la estación en 1.900.
El proyecto fue confiado al arquitecto José Porto, Marques da Silva, quien diseñó un edificio bajo la influencia de la arquitectura francesa de Bellas Artes. El aspecto más importante de la estación San Bento del Ave María son los grandes paneles, de más de 20.000 azulejos numerados en el vestíbulo obra de Jorge Colaço, el pintor más importante de azulejo de la época realizados entre 1905 a 1.916.
Los paneles representan paisajes, escenas etnográficas, así como eventos históricos como la reunión de la caballería Egas Moniz, la llegada del rey Juan I y Felipa de Lancaster en Porto (1.387), la conquista de Ceuta (1.415) y un mural dónde Alfonso Henríques, primer rey de Portugal (1.139-1.185), se presenta con su mujer e hijos ante su primo el rey Alfonso VII de León en el siglo XII.
Alfonso Henríques era hijo de Enrique de Borgoña, []el primer conde de Portugal, y de la infanta Teresa de León, hija bastarda de Alfonso VI de León. Aunque no se sabe con certeza dónde nació, la creencia popular lo hace oriundo de Guimarães, ciudad donde con toda probabilidad fuera criado y viviera hasta 1128.
Unos incidentes provocaron la invasión del condado Portucalense por su primo Alfonso VII de León que, en 1127, asedió Guimarães, ciudad en la que se encontraba Alfonso Henríques. Al prometerle lealtad, Alfonso VII desistió de conquistar la ciudad. Pero unos meses más tarde, en 1128, las tropas de Teresa de León se enfrentaron en la batalla de San Mamede con las de Alfonso Henriques que venció, consagrando su autoridad en el territorio. Consciente de la importancia de las fuerzas que amenazaban su poder, se concentró en negociar con la Santa Sede con un doble objetivo: conseguir la completa autonomía de la iglesia portuguesa y el reconocimiento del reino.
En 1139, tras una gran victoria en la batalla de Ourique contra un potente contingente del Imperio Almorávide, Alfonso Henriques fue aclamado como rey de Portugal por sus tropas. Los cinco escudetes azules del escudo de Portugal aluden precisamente a los cinco reyes moros derrotados en esa lid. Según la tradición, la independencia fue confirmada más tarde, en las cortes de Lamego, al recibir del arzobispo de Braga la corona de Portugal. El reconocimiento por parte del rey Alfonso VII llegó en 1143 por el tratado de Zamora.
Desde entonces, Alfonso I procuró consolidar la independencia. Realizó importantes donaciones a la iglesia y fundó diversos conventos. Intentó también conquistar terreno en el sur, poblado entonces por musulmanes, y conquistó Santarém y Lisboa en 1147 tras el sitio de Lisboa y la batalla de Sacavém.
Los restos de Afonso yacen en el Panteón Nacional de Coimbra, en la iglesia de Santa Cruz, mientras que los de sus padres, Teresa de León y Enrique de Borgoña, reposan, como veremos un poco más adelante, en la catedral de Braga
Fuente: wikipedia.