El trabajo va dirigido, principalmente, a propietarios y gestores de bienes patrimoniales del sudoeste europeo, con el objetivo de ofrecerles sencillos consejos y pautas que faciliten la conservación de estos inmuebles.
Se han editado 1.050 ejemplares trilingües (español, francés, portugués) y 200 en inglés para su distribución entre propietarios y gestores. Además, la publicación está disponible online, en la web del proyecto heritagecare.eu.
“El mantenimiento de cualquier edificio histórico resulta más efectivo cuando el propietario cuenta con un plan, es decir, cuando tiene un calendario de tareas rutinarias y efectivas, que puede realizar con facilidad”, explican los redactores de la guía. Siguiendo esta premisa, han editado el libro dentro del proyecto HeritageCare, planteando “un calendario de acciones que se pueden llevar a cabo con facilidad para mejorar la conservación del edificio”, añaden.
Plan sencillo y efectivo
La primera recomendación para el adecuado mantenimiento es trazar un plan “sencillo”, dado que “si es complicado y costoso, no se cumple”. El primer paso es delimitar un gráfico del ciclo de mantenimiento que organice claramente las tareas adecuadas para cada época del año. Así, por ejemplo, en invierno se recomienda planificar; en primavera, abordar las tareas de mantenimiento y reparación; en verano, efectuar una evaluación y en otoño, realizar el mantenimiento y la inspección.
A través de sencillos listados, la guía recoge las tareas que el propietario ha de abordar de forma ocasional o periódicamente. Entre las ocasionales, por ejemplo, asegurarse de que el sistema de recogida de aguas pluviales está limpio y despejado; inspeccionar la cubierta o la envolvente del edificio; revisar el equipo de protección contra incendios y probar las alarmas o pintar y remozar los elementos de madera.
Entre las periódicas: asegurarse de que no queden velas encendidas dentro de los templos; comprobar que las luces y alarmas de seguridad están activadas al abandonar el inmueble; propiciar el correcto mantenimiento de las zonas verdes; revisar que el edificio esté limpio de contaminación biológica o inspeccionar la cubierta, las salidas de emergencia y los canales de recogida de aguas pluviales.
Mantenimiento de bienes muebles
Junto a las tareas de mantenimiento del inmueble, se incluyen otros consejos orientados a garantizar la correcta conservación de los bienes muebles que, en numerosas ocasiones, albergan los edificios históricos. Lo primero que se deja claro en la guía es que el mantenimiento de este tipo de bienes “debería estar dirigido por personal especializado, esto es, por conservadores”.
Dicho esto, se aclara que la mayoría de los procesos de deterioro de bienes muebles son debidos a cuatro factores: manipulación, tratamientos de conservación, labores de limpieza inadecuadas y condiciones ambientales adversas. De ahí, la importancia de contar con “un buen programa de conservación preventiva diseñado por un profesional”.
Se facilitan, no obstante, algunos sencillos consejos. Entre ellos, asegurarse de llevar el equipo de protección adecuado como guantes, mascarillas o monos para manipular los bienes; dejar los tratamientos de conservación en manos de profesionales; evitar que las piezas estén expuestas a cambios bruscos de temperatura, humedad y luminosidad o limpiar de forma periódica las habitaciones en las que se encuentran, empleando productos sin aditivos y aspirando, mejor que barriendo, para evitar la dispersión del polvo.
Gráficos, fotografías y ejemplos prácticos
La guía se completa con un glosario de términos, gráficos e ilustraciones, e incluye ejemplos de cómo organizar una lista de comprobación de tareas para que no se olvide ninguna, un calendario con la programación anual de mantenimiento y ejemplos de planes de mantenimiento para tejados, muros externos, interior, incluso una lista de comprobación de elementos de seguridad y salud. “El objetivo no es otro que facilitar al gestor o propietario del bien las herramientas necesarias para que pueda realizar las labores de mantenimiento de forma sencilla”.
Y lo más importante, “ante cualquier duda debe consultar y contratar a un profesional”. “La conservación es algo complejo y exige la implicación de profesionales cualificados. Cualquier proyecto que requiera acción directa sobre el patrimonio cultural debe ser efectuado por un conservador-restaurador”, aclaran los responsables de la guía.
HeritageCARE
Cabe recordar, finalmente, que la guía es uno de los resultados del proyecto internacional HeritageCARE, coordinado desde la Universidade do Minho, en el que han participado la Fundación Santa María la Real, el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico y la Universidad de Salamanca. Desde su inicio en 2016, el proyecto ha trabajado para mejorar la conservación preventiva de edificios históricos, así como para crear una entidad que se ocupe de garantizar la sostenibilidad de los resultados.
Para lograrlo se ha diseñado una metodología, basada en buenas prácticas, que involucra a los propietarios de los edificios y les facilita una herramienta capaz de mejorar el diagnóstico.
El proyecto incluía 60 casos de estudio e intervención, entre ellos la Biblioteca de la Universidad de Salamanca o la iglesia de San Pedro en la localidad palentina de Becerril del Carpio. Enmarcado en el programa Interreg SUDOE, HeritageCare cuenta con un presupuesto global de 1.686.282,82 €, de los cuales 1.264.712,11 € se financian a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).