Dice la coplilla que “hay en León tabernas tantas que su número me espanta”. Y es que si hay un lugar donde tapear es un arte ese es la capital leonesa. La ciudad es un collage de todos esos elementos que completan el significado de encanto: arquitectura de ensueño, paisaje único, gente hospitalaria y una despensa de lujo. La capital leonesa atesora, nada más y nada menos, tres denominaciones de origen, ocho indicaciones geográficas protegidas y cinco marcas de garantía.
Después de recorrer León y descubrir sus principales museos y monumentos, llega el momento de hacer un alto en el camino para degustar la gastronomía tradicional de la ciudad. Calles llenas de tascas, bares y cervecerías en las que algunos de sus muros son murallas romanas o medievales; palacios que abren sus puertas para comer o cenar… Escuchar las notas de una música espontánea bajo los soportales de la Plaza Mayor. Historia, arte, cultura y también gastronomía. Así es León.
Cocido Maragato, Olla Berciana, Lechazo Asado, Ancas de rana a la baezana, picadillo y varias preparaciones con trucha, como la sopa y la trucha frita o Bacalao ajoarriero; junto con una gran tradición de embutidos, cecina, morcilla (sin arroz ni piñones, solo con sangre y mucha cebolla), chorizo, jamón o lomo, así como Botillo del Bierzo son algunas de las delicias de las que se pueden disfrutar en medio de siglos de historia.
Hay otros productos naturales muy valorados, como es el caso de las alubias de La Bañeza, los pimientos de El Bierzo o los puerros de Sahagún.
No se debe olvidar, además, la cultura vitivinícola, ya que la región está amparada por dos Denominaciones de Origen, D.O. León y D.O. Bierzo, lo que ofrece una cuidada selección de vinos para todos los gustos.
Y si hay algo típico en León que conjugue toda esta variedad y que sea la máxima expresión del mestizaje perfecto entre gastronomía y cultura, es el buen hacer de ‘salir de tapas’.
Esta tradición, que tiene una larga historia de costumbres y recetas, alcanza su máxima expresión en el Barrio Húmedo y Barrio Romántico, muy cerca de la Plaza Mayor. Cada local tiene su preparación típica, por lo que se pueden recorrer varios y descubrir una gran variedad de estas delicias en miniatura.
Subiendo por la Calle Ancha desde la Casa Botines hacia la Catedral, el Barrio Húmedo se deja saborear a mano derecha y el Barrio Romántico se antoja a la izquierda.
En este último se encuentran algunos de los monumentos más representativos de la ciudad, como el Palacio de los Guzmanes, la Basílica de San Isidora o la mismísima Catedral.
El Barrio Húmedo, a cuyas puertas está uno de los únicos tres ejemplos de la arquitectura de Gaudí fuera de Cataluña, el Palacio de Botines, alberga palacios como el del Conde Luna, el de Don Gutierre o calles con el viejo comercio tradicional. En esta zona se encuentran los establecimientos de tapeo más populares de León.
Es, por ejemplo, en la Plaza de San Martín donde se va a degustar la tapa de morcilla del lugar, cecina, embutido, mollejas…
León es sinónimo de historia bien conservada, un atractivo insuperable al que se une la mejor gastronomía. Escaparse a la capital leonesa es saborear una ciudad envolviéndose en la historia.