Quizá unos de los restos arqueológicos más antiguos de Béjar y pese conservar tramos menores de lo que fue la misma junto con las puertas de San Pedro y del Pico sigue constituyendo un elevado valor de carácter histórico además de permitir contemplar el incomparable entorno natural de montes que la rodean.
La muralla urbana de Béjar fue construida por los árabes, y ampliada en el siglo XIII por el Rey Alfonso VIII desde la Plaza Mayor hasta la Puerta de la Villa (reformada en el siglo XVI), dotando a este tramo de las Puertas del Matadero, Puerta Nueva y Campo Pardo, Barrio Neila, Solana y San Nicolás, que dieron lugar a las callejas que aún hoy existen.
Circundaban la ciudad desde la actual Plaza Mayor, tanto en dirección al poniente, en dos líneas paralelas que cerraban el muro donde se abría la Puerta del Pico como en dirección a oriente hasta la Puerta de la Corredera. Coetáneas de la primera eran las puertas de San Pedro y la desaparecida de la Traición ( puerta clave en el proceso de reconquista de la ciudad ) y posterior a ellas es la de San Lázaro, aunque se conoce la existencia de otros postigos y puertas como las de Santiago o Peña Oliva, Santa María, Cerradillo y la de la Cruz.
Reconquistadas definitivamente estas tierras en tiempos de Alfonso VII Rey de León el entorno bejarano fue asignado al reino de Castilla, de aquí que la mayor parte de esta comarca fuera repoblada con gentes castellanas.
En el siglo XIII la muralla fue ampliada por el Rey Alfonso VIII desde la Plaza Mayor hasta la puerta de la Villa ( reformada en el siglo XVI y actualmente desaparecida ) dando lugar a nuevas puestas con acceso a callejas que aún existen.
Si bien la muralla de Béjar no tiene declaración expresa de Bien de Interés Cultural, si se encuentra incluida en el Inventario de Protección del Patrimonio Cultural Europeo, IPCE, de Monumentos de Arquitectura Militar, realizado por la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Educación y Ciencia, publicado en 1968. La aplicación protectora de este inventario, tal y como se recoge en la justificación publicada en el mismo, se apoya en la Ley del Patrimonio Artístico de 1933, y en el Decreto de protección de los castillos españoles de 22 de abril de 1949, donde se ponen dichos bienes genéricamente bajo la protección del Estado.
La actual preocupación consistorial por la restauración, conservación y mantenimiento de la muralla le ha llevado a acometer, bajo las directrices de Patrimonio y la supervisión de la Junta de Castilla y León, un esmerado trabajo de iluminación y limpieza, así como a inaugurar en el año 2015 un nuevo paseo a lo largo de la misma, incorporando varios carteles para guiar al visitante, trabajos con previsión de continuación en beneficio de tan importante patrimonio histórico. El pasado mes de mayo inauguraba una nueva iluminación nocturna.