La obra, realizada específicamente para este centro expositivo, es un óleo sobre lienzo y representa una de las piezas más características de este museo, el camión de bomberos Naval Somua, del año 1930. El autor es un artista experto en temas relacionados con el mundo de la automoción y ya realizó en 2016 una exposición de su obra en el Museo de Historia de la Automoción.
El Museo de Historia de la Automoción de Salamanca cuenta desde hoy con una nueva pieza. Se trata de un óleo sobre lienzo del artista José Luis Lugo realizado específicamente para el museo y en el que está representada una de las piezas más características de este museo, el camión de bomberos Naval Somua, del año 1930. Este singular vehículo, que recorrió hace años las calles de nuestra ciudad, aparece representado en una recreación figurativa, participando en una extinción de un incendio.
José Luis Lugo es un artista madrileño experto en temas relacionados con el mundo de la automoción que ya realizó en el Museo de Historia de la Automoción de Salamanca, en el año 2016, la exposición “Pintura sobre ruedas”.
Ha sido durante casi cuatro décadas comisario deportivo en carreras de automóviles, una faceta que le ha llevado del Jarama a Le Mans, pasando por Indianápolis, el París-Dakar y circuitos de toda España, muchos de ellos ya desaparecidos, como los de Alcañiz y Toledo. Entre carrera y carrera, hasta cerca de 2.000 a lo largo de su trayectoria, Lugo también cultivó su faceta artística. Hijo de un profesor de Bellas Artes, inició su trayectoria profesional con la restauración de piezas, especialmente de carácter religioso. Hasta que hace algo más de ocho años decidió trabajar en su gran pasión: las carreras de coches. “He pasado de pintar santos a demonios”, resume divertido el autor.
Esos demonios de los que habla, se concretan en su amplia obra sobre algunos de los binomios hombre/máquina más famosos de la historia. Fangio y su Maserati 250; Fittipaldi y el Copersucar, el coche brasileño que él mismo fabricó; el Bugatti T35 de Louis Chiron; Stirling Moss en su Mercedes SLR; o el Jaguar de F-1 que llevó Pedro Martínez de la Rosa. A todos ellos los ha visto de forma directa a lo largo de sus años de convivencia en los circuitos, siendo su archivo personal de fotografías la base para la realización de los óleos con los que los ha ido inmortalizando en los últimos años.
El primer contacto de José Lugo con el mundo de la competición fue casi una revelación. Ocurrió en el ya desaparecido circuito de la Casa de Campo de Madrid, donde se celebraban carreras mucho antes de que se construyera el primer circuito permanente en España, el del Jarama. Tras las tandas de entrenamiento, un particular salió a la pista con un Bugatti T35 Stelvio, ya por entonces toda una joya. El improvisado piloto sucumbió al hechizo del circuito y la velocidad y acabó su incursión frente a una farola. Allí estaba José Lugo; el bólido le pasó tan cerca que le rompió la chaqueta antes de estrellarse. Desde entonces, los automóviles de competición han sido una constante en su vida.
José Luis Lugo ha querido hacer entrega de esta obra pictórica al MHAS como reconocimiento de la dedicación a la preservación, la defensa y a la promoción del patrimonio automovilístico de nuestro país, que lleva a cabo permanentemente esta institución.