La primera cita vacacional del año encuentra en la villa leonesa un marco ideal para disfrutar en todos los sentidos, pues al intimismo pasional se le unen un patrimonio histórico y cultural de primera magnitud, además de las propuestas gastronómicas coherentes con su tradición y con personalidad propia.
La villa de Sahagún, la que fuera una importante urbe en la Edad Media y lugar de referencia del Camino de Santiago ya tiene todo a punto para celebrar su Semana Santa con el fervor que le caracteriza y con sus mejores galas turísticas esperando a los cientos de visitantes que cada año eligen este rincón para disfrutar de sus encantos.
Esta semana de pasión la localidad facundina la vive con emoción, pues la tradición ya les viene de muy antiguo.
De todas las cofradías que antaño existían sólo ha llegado a nuestros días la de Jesús Nazareno, cuyos orígenes se remontan al s. XVII y es la encargada de mantener la tradición. Principalmente los actos se concentran en Jueves Santo y Viernes Santo. En el primero la procesión se convierte en una muestra de silencioso respeto que no impide admirar la calidad de los pasos.
Al finalizar el recorrido, la imagen de El Salvador es instalada para la vigilia que durará toda la noche, una noche en la que sonará en el cielo de la villa el repicar de tandas rítmicas de 12 campanadas.
Y a medianoche, manteniendo otra secular costumbre, los cofrades invitan a los asistentes a “pan mojado con orujo”. El Viernes Santo todo comienza a las ocho de la mañana, pero instantes antes, como manda la tradición conocida como “La Isa” se coge en volandas a un forastero y con sus pies se golpea la puerta de la iglesia para pedir la salida de los pasos. La duración de esta procesión la hace especialmente dura para los braceros, quienes son obsequiados al finalizar con “Pan de Jesús”, una antigua tradición consistente en repartir entre los más necesitados pan con orujo o con vino.
La Semana Santa de Sahagún está reconocida como Bien de Interés Turístico Provincial y, además de por su valor cultural, es la excusa perfecta para conocer esta singular villa y sus innegables atractivos patrimoniales.
Importante enclave de la arquitectura mudéjar a nivel nacional, por sus calles y plazas podremos admirar numerosos monumentos y edificios emblemáticos asociados a una fructífera historia, envueltos en una agradable atmósfera jacobea. Templos como San Tirso, Nuestra Señora de la Peregrina, San Lorenzo o la Ermita de la Virgen del Puente son claro ejemplo de este estilo constructivo también conocido como el “románico de ladrillo”. Otros templos de interés son la Capilla de San Mancio, la iglesia de la Trinidad (Oficina de Turismo), la iglesia de San Juan de Sahagún y las ruinas del Monasterio de San Benito con su arco construido en el s. XVII en un lateral para sustituir a la ruinosa portada románica, destacando también por su magnífico escudo de armas y por las placas conmemorativas. Dentro de la arquitectura civil destaca Puente Canto sobre el río Cea, la antigua cárcel y algún ejemplo de arquitectura popular. Sin olvidarnos del Museo de Semana Santa y el Museo de Arte Sacro de las Madres Benedictinas.
Otro de los atractivos de Sahagún es su rica y variada gastronomía, sobresaliendo el puerro por su blancura, ternura y sabor especial. Introducido en estas tierras por los monjes de Cluny, su cultivo y cuidados le han aportado una notable calidad hasta convertirlo en una seña de identidad.
En esta villa que antaño era conocida como “granero” de España, destacan también las legumbres como la afamada lenteja pardina, las alubias o lo garbanzos.
Estamos en Tierra de Campos y por esta razón también adquieren importancia los platos de caza como la liebre, la perdiz, la codorniz o los pichones.
El sureste leonés es también tierra de buenos embutidos, por lo que una elección segura son sus productos de la matanza. Y para finalizar esta interesante experiencia culinaria no podemos olvidar un buen postre, como marca la herencia dejada por las muchas ordenes monásticas que aquí se asentaron, pudiendo elegir entre diferentes recetas populares como “galletas de hierro”, “amarguillos” o “canutillos de crema”, y para los más atrevidos un buen queso de oveja con su intenso sabor.
Y nada mejor que el Restaurante El Ruedo II, buque insignia de cocina facundina, donde se oferta una amplía carta de deliciosos platos elaborados con materias primas de la mejor calidad. Sus especialidades son el lechazo asado, el tostón y sus exquisitos postres. Todo ello acompañado de una excelente selección de vinos y una increíble carta de ginebras.
Sahagún, la villa transitada desde siempre por nobles y clérigos, peregrinos y caminantes, viajeros y mercaderes a través de la más importante senda cultural de la historia, el Camino de Santiago y cuyo legado mudéjar fue exportado a provincias como Ávila, Zamora, Valladolid o Segovia siempre tiene sus puertas abiertas a quien quiera compartir su esencia.
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