Versión clásica

15 de junio de 916, comienzo de la batalla de Castromoros

El día 15 de junio del año 916, fecha que tomamos como realmente el comienzo de esta gran batalla, se decretó una aceifa como castigo que los leoneses tardarían en olvidar.

ordoño II de León

Ordoño II de León. Cuadro de la colección de Reyes Leoneses. Palacio del Conde Luna, León

Como ya hemos considerado, en una reflexión anterior, Ordoño II, segundogénito de Alfonso III el Magno, llega al trono de León tras la temprana muerte de su hermano García I, fallecido sin dejar herederos.

Pues bien, para alguien que venía precedido de una fama de guerrero, incluso de atrevido conductor de sus tropas, en incursiones anteriores, obligado era demostrar lo que se comentaba de él. Así, pacificadas las fronteras interiores y ganado el apoyo, siempre necesario, de los nobles de su reino, Ordoño emprende una primera expedición militar, al frente de las tropas leonesas, en el verano “del año del Señor de 915”.

De acuerdo con su conocimiento del terreno obtenido en una anterior correría hasta Sevilla, fija su objetivo en la ciudad que los musulmanes denominaban Miknasat al Asnam o Marida (Mérida). Así lo recogen, incluso, algunos historiadores andalusíes como Ahmad ibn Muhammad al-Razi, a quien los historiadores musulmanes conocían, simplemente, como-tariji (el cronista), y que, para los cronistas cristianos, es “el moro Rasis”. Estamos ante un importantísimo historiador que, en su principal obra, el Ajbārmulūk Al-Andalus (Noticias de los reyes de al-Ándalus), ofrece un panorama, tanto geográfico, como político de la Península Ibérica desde la época preislámica hasta la muerte de su protector, Abderramán III.

Tanto “el moro Rasis” como las fuentes cristianas están de acuerdo en afirmar que esta campaña militar de Ordoño II fue un verdadero éxito puesto que los leoneses, fieles a una costumbre que se hará ley, y bajando por la Vía de la Plata, sometieron la ciudad de Medellín y conquistaron algunos castillos como el importante de la Culebra, conocido como el Castro de Alange.

ordoño II arrasa Évora

Ordoño II arrasa Évora. Azulejo de Ruiz de Luna

La experiencia de esa aludida campaña anterior de Ordoño, en el año 913 sobre Évora, donde el número de los fallecidos del lado musulmán había sido grande y el de cautivos, según algunas crónicas, superaba los 4.000, hace que los gobernadores ofrezcan otras soluciones que no pasen por la lucha. Se acuerda entonces que, tanto el de Mérida como el de Badajoz se avengan a pagar tributos al rey de León, situación bastante insólita, dada la escasa importancia que los musulmanes venían atribuyendo a esos pequeños núcleos de reconquista que habían surgido del otro lado de las montañas del Norte, a pesar de algunas escaramuzas anteriores en las que habían salido derrotados.

córdoba

Mézquita de Córdoba. Fotografía: Martínezld

En este sentido, tampoco podemos ignorar que nos encontramos en los momentos en los que el Emir de Córdoba, Abderramán III, trata de asentar su poder sobre los propios territorios de al-Ándalus, lo que favorece, en mucho, las incursiones cristianas dentro de las fronteras del Sur. Digamos también que, en aquellos momentos, el ejército de los cordobeses ha sido, incluso, calificado como de una tropa sin apenas cohesión ni fortaleza en el combate. El caos heredado de los emires anteriores facilitaba, entonces, esas correrías de los reinos del Norte, fundamentalmente los leoneses. Así habría quedado demostrado también en este caso.

Lo cierto es que la vuelta a la capital del Reino constituyó un verdadero triunfo puesto que, además de los tesoros que habían conseguido, sin apenas bajas, traían un abundante número de esclavos, algo de mucho interés en la época, y no solo como mano de obra casi gratuita.

mapa del reino de león en la época de la batalla de CastromorosHasta tal punto es extraordinario y novedoso este escenario que, como ocurriría en muchas ocasiones a lo largo de la Edad Media, esta campaña de Ordoño se entendió bendecida por el Cielo y protegida por Santa María por lo que, en cuanto el rey volvió a su capital, prometió levantar en su nombre una iglesia que mostrara, no solo su ayuda, sino la importancia del Reino de León. Así nacía el primer importante templo catedralicio del que tenemos constancia en la ciudad de León durante la Edad Media, y que vendría a substituir a una pequeña iglesia que se encontraba extramuros de la ciudad y que estaba consagrada a San Pedro apóstol.

Cripta de las Termas Romanas de Puerta Obispo sobre las que se asentaba el Palacio Real de Ordoño II de León. Fotografía: Martínezld

Para ello Ordoño donaría su palacio construido sobre parte de las Termas romanas al lado de la Porta Principales Sinistra, más probablemente a la vuelta de su siguiente campaña que es la que, en realidad, nos ocupa hoy.

Volvamos, entonces, al hilo de la narración afirmando que, después de lo acontecido, este estado de cosas no podía quedar así. La humillación a la que Ordoño había sometido a los gobernadores del Emir que no solo pugnaba por asentar su poder, sino que acariciaba ya el deseo de proclamarse Califa y romper con Damasco (algo que haría definitivamente en 929) bien merecía un sonoro y ejemplarizante castigo.

Para lograrlo, según nos refiere la Crónica anónima de Al Nasir, el día 15 de junio del año 916 (fecha que tomamos como realmente el comienzo de esta gran batalla) se decretó una aceifa como castigo que los leoneses tardarían en olvidar. Aquel primer intento fue más una advertencia que un hecho de guerra, por lo que Abderramán, ante la demanda continuada de sus súbditos para vengar lo acontecido y dar un verdadero escarmiento a los cristianos, decidió convocar, al año siguiente, un gran ejército en el que sobresalía una enorme cantidad de guerreros llegados desde el Norte de África. Al mando de este ingente número de tropas se situaba Ahmad Ibn Muhammad ibn AbiAbda, llamado por la Crónica Post Albeldense Hulit Abulhabat.

castillo de san esteban de gormaz

Fotografía: Wikipedia/Rowanwindwhistler

Dicho ejército saldría de Córdoba para llegar al río Duero, que se mantendría aún por un tiempo como frontera, en los finales del mes de agosto del citado año. Establecido el campamento cerca de San Esteban de Gormaz, denominado en la época como Castromoros (de ahí los dos nombres con los que se denomina esta batalla) y, como era costumbre, el ejército musulmán comenzó a destruir todo aquello que pudiera dañar al enemigo o representar alguna ayuda para las tropas del mismo. Lo típico era quemar los campos, derribar los árboles, destruir las edificaciones; es decir, hacer tabla rasa, considerando que, dada su, al menos en apariencia, superioridad, los cristianos ni siquiera encontrarían donde refugiarse.

Sin embargo, en esos momentos, y al parecer de improviso, se presentaron las tropas del rey Ordoño y atacaron por sorpresa y furiosamente a sus enemigos que no habrían tenido tiempo, ni siquiera, de presentar, seria y organizadamente, batalla.

guerrero leones

Guerrero leonés en el Centro de Interpretación del Reino de León. Palacio del Conde Luna. Leön

Para los cronistas cristianos aquello fue una verdadera carnicería que se extendió, en un número incontable de cadáveres, desde la orilla del río Duero hasta el Castillo de Atienza, que los musulmanes venían utilizando y aún lo seguirían haciendo, durante mucho tiempo, como uno de los puntos más fuertes en su control de defensa de aquellas tierras.

Signifiquemos, ya de paso, que dicho castillo era conocido desde época celtíbera y había sido alabado por los historiadores latinos como uno de los puntos más determinantes en su lucha contra estos pueblos. Hay que recordar también que fue definitivamente conquistado, a pesar de la dificultad, por nuestro Alfonso VI en el año 1085. Un éxito más de las tropas leonesas, seguramente, también olvidado.

De ese modo, y ante la enormidad de las bajas, entre las que se encontraba hasta su propio comandante, el ejército musulmán se retiró, derrotado y hasta humillado, hacia tierras del Sur, donde podría encontrar ayuda, si los cristianos optaban por perseguirle.

Se cuenta que la cabeza del comandante Hulit Abulhabat fue colgada en la muralla del castillo de San Esteban de Gormaz, al lado de la de un jabalí, como burla y una curiosa manera de celebrar la victoria.

Lo que sí recogen todos los cronistas, tanto cristianos como musulmanes, es que podemos estar ante uno de los hitos de la historia medieval de la Península Ibérica y ante una de las más importantes derrotas que los cristianos infringieron a los musulmanes, a niveles, entonces comparables, por ejemplo, con la tan alabada y mitificada de Las Navas de Tolosa, aunque, eso sí, siempre por detrás de la de Simancas, que, en opinión de muchos historiadores, incluso extranjeros, sería la más importante de las que se dieron en la Edad Media europea. Y tuvo que ser otra vez el Reino de León, en este caso de la mano del hijo de Ordoño, Ramiro II, al mando de las tropas leonesas, el que la lograra.

  • Textos: Hermenegildo López
  • Fotografías: Martínezld

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